EPN y la toma de Zacatecas
¿A quien corresponda?
Ruptura médicos-pacientes
Julio Hernández López / Astillero
El apabullante triunfo sobre Croacia en futbol mundialista instaló a México en una nube provisional de contento y esperanza. Los aficionados disfrutaron a sus anchas de una victoria que no supera otras andanzas balompédicas en esta fase pero que ahora ha tenido un sabor especial; las televisoras, las empresas metidas en el negocio deportivo y los directivos de la federación encargada del control mercantil de ese deporte vieron prolongada la temporalidad del gran espectáculo tan redituable, y los políticos, comenzando por el actual ocupante principesco de Los Pinos, aprovecharon la circunstancia para mostrarse solidarios con las tendencias colectivas y dar continuidad a ese paréntesis de multiplicidad informativa que opaca las maniobras legislativas de rediseño entreguista del país.
La máxima expresión posible de rebeldía en esta temporada ha sido la reivindicación de un grito acusado de homofóbico pero luego exonerado, a unos minutos del México-Croacia, por la propia comisión disciplinaria de la FIFA. Sólo allí, sólo en eso: osadía para repetir las cuatro letras de porterofobia adversaria. ¡Puto!, corearon gozosamente ante el primer despeje del guardameta contrario, y extendieron la algarabía a los tiros de esquina, más algunos culero en selectos momentos del partido tan esperado. ¡Sí se puede!, pero no necesariamente en protesta contra el reformismo nefasto, el robo de energéticos y tierras u otros de los graves puntos negativos que en el congreso federal se van aprobando.
Tan de opereta va el asunto que el lic. Peña Nieto tuvo a bien insistir en demostrar su poco conocimiento de la historia patria al permitirse la impresionante ligereza de comparar la Batalla de Zacatecas con el partido que jugaría la selección comercial de futbol en Recife y que ganó por tres goles a uno. Para el personaje de la tarde triste en la FIL y sus tres libros desalmados, la Copa Mundial sería la Revolución Mexicana triunfante, El Piojo Herrera sería la rencarnación del general Francisco Villa, los jugadores pasarían por Los Dorados y por ello se atrevió a decir que el partido frente a los croatas sería decisivo, como lo fue la toma de Zacatecas por parte de la División del Norte, para el triunfo de la Revolución. Vaya autogol en fuera de lugar histórico. Eso sí, el lic. Peña vio el encuentro en el hangar presidencial (que es parte del despilfarro de campeonato mundial referente al palacio flotante que estrenará el mexiquense, y a los gastos de acomodo y mejorías en ese hangar y otras instalaciones). Su esposa estuvo en Brasil apoyando a la selección mexicana.
Fuera de esas ensoñaciones mundialistas, crece el rechazo al Hoy no circula sabatino. A pesar de que había mantenido una actitud de abierto apoyo a Miguel Ángel Mancera (aunque seguidores suyos le han expresado en diversos actos el rechazo al ex procurador de justicia capitalina), uno de los dos promotores de su llegada a la jefatura de gobierno, Andrés Manuel López Obrador (el otro fue Marcelo Ebrard), le envió una peculiar indirecta. No mencionó expresamente el tabasqueño a MAM y prefirió convertirlo en un nuevo innombrable. A quien corresponda, tuiteó AMLO: “revoquen (en plural, como si el responsable no fuera rigurosamente individual) las nuevas restricciones del Hoy no circula. Dejen (otra vez el plural repartidor) de golpear la economía popular. La gente no aguanta más”. El PRD también consideró necesario dialogar con Mancera a propósito de esa decisión tan impopular.
De entre las varias reacciones que provocó la columna de este lunes, titulada Salud en crisis, puede seleccionarse la enviada por la doctora Violeta Torres Rodríguez, endocrinóloga pediatra, para ilustrar la inconformidad de algunos profesionales de la salud por lo aquí escrito. Lectora de Astillero desde hace varios años y coincidente en otras opiniones de este tecleador, incluso en el mismo tema de los médicos y los problemas del sistema de salud pública, Torres Rodríguez aporta una serie de consideraciones técnicas que a su parecer deben ser mencionadas periodísticamente en un caso como el que en Jalisco hizo librar órdenes de aprehensión contra 16 médicos. Las imprecisiones graves que señala pueden leerse en la carta completa, que está disponible en http://bit.ly/1pcb24s y esencialmente se centran en las condiciones añadidas de gravedad que afectaban al menor de edad muerto en Guadalajara y que no se circunscriben a una crisis asmática y a una posterior perforación de pulmones.
Lejos de ser un adolescente asmático nada más, este menor padecía obesidad y diabetes mellitus, comorbilidades que merman seriamente la capacidad de respuesta del organismo y que dificultan sobremanera todos los procedimientos invasivos que pueda requerir el paciente durante la terapia intensiva, explicó. No se ejercen desde esta columna funciones jurisdiccionales para decidir si versiones como la muy respetable de la doctora Torres Rodríguez es la apegada a la verdad jurídica o las que tomaron en cuenta las autoridades judiciales para girar órdenes de aprehensión contra quienes consideraron responsables de la muerte de un menor de edad en las condiciones sintetizadas en esta columna.
Es interesante también la mención de la colaboradora del Hospital Infantil de México Federico Gómez respecto a que “hay una franca ruptura entre los médicos y los pacientes. Hay un descontento, con sobrada razón, de parte de los usuarios de los sistemas públicos de salud; créame, los que trabajamos en la medicina pública no somos ajenos a eso. Pero ese descontento ha derivado en una exigencia malentendida contra los galenos. Sistemáticamente todas las quejas recaen en estos últimos, por lo que sea: falta de medicamentos, tiempos largos de espera para recibir atención, citas tan espaciadas, consultas breves y así, la lista continúa... todo eso recae invariablemente en un solo personaje: el médico. La palabra ‘negligencia’ está de moda, y se ha convertido en una suerte de poderío y supremacía, la gente se llena la boca diciendo a la ligera: ‘es negligencia médica’”. ¡Hasta mañana!
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