Diplomacia de la patada


Doctrina futbolera Meade
ABC: culebrón mexicano
Fox, Calderón, Padrés

Julio Hernández López / Astillero

Desde el extremo derecho, todo solemnidad, con la bandera mexicana en la lateral y, tras de él, un mapa del mundo, el lúdico secretario mexicano de Relaciones Exteriores planteó este miércoles a su especializada audiencia: ‘‘Ayer México jugó futbol contra Brasil, empatamos 0-0. ¿Fue un triunfo relevante o no? ¿Fue importante? ¿Fue inusual? ¿Se justifica que México esté contento por ese resultado?’’ (aquí el doctoral video http://bit.ly/1l8juOK y el texto completo en http://bit.ly/1lMxUPZ ).

No modificó su plan de juego el canciller balompédico, decidido a sorprender a quienes asistían a la inauguración de la segunda Conferencia Internacional sobre Estadísticas de Gobernanza, Seguridad y Justicia (tanta mayúscula inicial, por cortesía de los organizadores). Estaban allí, reconoció, para hablar de tales asuntos tan importantes. Pero, bueno, concederían que ‘‘basta escoger, prácticamente cualquier otro tema, para poner en perspectiva la relevancia de la capacidad de generar estadística y de analizarla’’.

Así fue que se soltó el pelo tecnocrático el frío funcionario que ante solicitudes de reporteros se resiste a dar datos precisos y estadísticas sobre temas de su incumbencia oficial, como migrantes, deportados, refugiados y otros tópicos menos lucidores: ‘‘Nunca se había dado el caso en la historia de los mundiales, de que Brasil saliera de algún partido sin haber anotado gol en un mundial. Brasil contra Concacaf, en la historia de los mundiales, había ganado los seis partidos, no había empatado ninguno y no había perdido ninguno. Brasil contra México en la historia de los mundiales, se habían enfrentado tres veces, las tres veces había perdido México por un récord acumulado de 11 goles contra cero. ¿Cuál era la probabilidad de que México no anotara contra Brasil?, 4.8%. Eso quiere decir que si México se hubiese enfrentado contra Brasil 100 veces, en 95.2% de esos partidos nos hubieran anotado por lo menos un gol’’. (Y si la abuelita de Neymar hubiera sido actuaria, éste habría sido una bicicleta anotadora frente al portero Ochoa).

El secretario José Antonio Meade Kuribreña cumplía ese miércoles 411 días sin contestar a la solicitud de audiencia que mediante escrito formal le presentaron varias decenas de embajadores jubilados en espera de que se digne recibirlos y escucharlos (uno de ellos, Sergio Romero, publica cada día en Twitter, como @aeseromero, el recuento infame de esa desatención extrema de Meade). Pero el cronista deportivo oficial continuó, heroico a trasmano, bueno, a traspié: ‘‘¿Sorprende que le haya ido bien a Guillermo Ochoa ayer?, no debió haber sorprendido. Cuando uno revisa el récord de juegos salvados en las ligas francesas, uno hubiera encontrado que en las últimas tres temporadas Guillermo Ochoa fue el portero que más goles salvó en la portería. Fue buena la gestión de Guillermo Ochoa como portero desde una perspectiva histórica. Tendría uno que remontarse hasta 1966 para que un portero mexicano hubiera, en un partido de mundial, salvado seis goles. Eso ilustra que estamos justificadamente contentos del resultado de ayer, y eso ilustra también la importancia de que incorporemos la estadística en el análisis y en la construcción de la política pública’’.

Todo ese rollo también ilustra el oportunismo barato de un gobierno que pretende adjudicarse como logro un suceso de deporte comercial. El secretario Meade, quien fue secretario de Energía y de Hacienda y Crédito Público con Felipe Calderón, dedicó 288 de las 836 palabras que pronunció ese día, incluyendo las meramente protocolarias, a hablar de futbol, convertido en promotor a conveniencia de la Furia Pioja. Luego, jugó de portero en Punta Mita, Nayarit, en un partido amistoso con representantes de la Alianza Pacífico, y ayer estuvo en los estudios de CNN en el DF, con Mario González, y dijo que la selección mexicana ganará la Copa del Mundo.

En otras latitudes, el monarquista diario español ABC publicaba una nota titulada ‘‘La historia del culebrón del matrimonio entre EPN y Angélica Rivero’’ (sic), con el subtítulo ‘‘Se conocieron cuando él la fichó como imagen de partido, ella era divorciada y él viudo’’ y una entrada en la que se señala que ‘‘las peripecias de Enrique Peña Nieto (47) yAngélica Rivera (44) tienen más pegada que el guión de una telenovela. Sospechas de asesinato, de palizas, hijos fuera del matrimonio… Pero todo esto fue antes de llegar a Los Pinos. En el capítulo anterior’’ (se llama culebrón a ‘‘una telenovela sumamente larga y de acentuado carácter melodramático’’, según la RAE; la nota del ABC en http://bit.ly/UMcgGk ).

Por su parte, el gobernador de Sonora, el panista Guillermo Padrés, quien ha cubierto su tramo de mando con disparates al por mayor, hizo que se borrara parte del mural que en el palacio de gobierno pintó Teresa Morán en los 80. Fuera quedaron, según información del periodista Carlos Moncada, las escenas dedicadas a ‘‘la vida y teogonía de los yaquis’’ y en las que se evocaban ‘‘las páginas históricas más brillantes contra los filibusteros y la intervención francesa, pues los albañiles tendieron capas de enjarre y las pinturas desaparecieron’’. El mandatario, quien dejará el cargo el año entrante, pretende ahora que en ese espacio ‘‘recuperado’’ se inserten retratos de Vicente Fox, Felipe Calderón y el suyo propio, ‘‘acompañado de su pueblo’’, además de referencias a sus obras ‘‘cumbre’’, como ‘‘el acueducto El Novillo, el estadio de beisbol y algún puente elevado’’ (http://bit.ly/1nlM4sC ). El Centro INAH de Sonora está ‘‘analizando’’ el proyecto de mantenimiento de los murales de ese edificio histórico en Hermosillo.

Y, mientras Miguel Ángel Mancera sigue mostrando insensibilidad y sumando puntos en contra, ahora con el No circula sabatino y otras maniobras recaudatorias, ¡feliz fin de semana, con la FIFA, tan pudorosa en los detalles (pero no en la gran corrupción ni en el artero arbitraje), abriendo indagatoria sobre el uso con calidad de exportación del ‘‘¡Puto!’’ (en este contexto, discutiblemente homofóbico) contra portero adversario en proceso de despeje!

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