La periodista y colaboradora de La Jornada recibe hoy el premio Cervantes.
Poniatowska traza en España un México de pobreza y sortilegios.
Armando G. Tejeda / Corresponsal La Jornada
En la víspera de convertirse en la cuarta mujer en recibir el premio Cervantes, considerado el Nobel de Literatura en lengua española, la periodista y escritora Elena Poniatowska fue la invitada de honor en el Palacio Real.
Ahí el rey de España, Juan Carlos de Borbón, elogió la literatura rebelde de Poniatowska, de la que brota la aspereza de su realidad, pero en la que se abre siempre un lugar a la esperanza.
El mundo de las letras en España asiste al principal acontecimiento literario del año, en el que además de celebrar la entrega del premio se recuerda la figura de Miguel de Cervantes y se impulsa la lectura y la literatura mediante la Feria del Libro.
Este año la figura protagonista, junto a Cervantes y su Quijote de la Mancha, es Elena Poniatowska, quien posee una larga trayectoria como investigadora incisiva, periodista infatigable y escritora con reconocimiento internacional.
La colaboradora de La Jornada se pondrá este miércoles al mediodía frente al atril del paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, donde leerá su discurso e inscribirá su nombre.
Cortés se pasó de tueste
En el Palacio Real, los monarcas Juan Carlos y Sofía ofrecieron una recepción a Poniatowska, en la que también hicieron de anfitriones los príncipes de Asturias, Felipe y Letizia.
La escritora acudió con sus tres hijos –Felipe, Emmanuel y Paula Haro Poniatowski– y su yerno Lorenzo Hagerman. En el almuerzo estuvieron presentes destacados escritores, artistas, dirigentes políticos y libreros.
Durante su discurso, antes del brindis en honor de la galardonada, el rey Juan Carlos señaló: En la historia de la cultura española, y de la universal, Miguel de Cervantes destaca como una figura esencialmente congregadora. Gentes de todos los países y de todos los tiempos se han sentido y se sienten cercanos a él, identificados con sus ideas y sentimientos, seducidos por su palabra.
Recordó a Gabriel García Márquez, quien falleció el pasado jueves, “nuestro querido Gabo, que mediante su formidable obra literaria contribuyó a forjar y divulgar la identidad iberoamericana, alimentando igualmente los sueños de millones de lectores de todo el mundo. Desde la amistad de tantos años, quiero mostrar hoy mi reconocimiento a su memoria y a su persona”, señaló el monarca.
“En esta ocasión –prosiguió–, aceptando nuestra invitación, acudís académicos y representantes de todo el mundo de la cultura para honrar el patrimonio de nuestra lengua en la persona de Elena Poniatowska. Y mañana inscribiremos el nombre de esta gran escritora mexicana en el cuadro de honor del premio Cervantes, junto a los de Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio Pitol y José Emilio Pacheco, vivos todos ellos en nuestra memoria”.
En relación con la obra literaria de Poniatowska, el rey advirtió que durante buena parte de su vida aprendió a contemplar las estrellas. Pero ha unido ese ejercicio con la atenta observación de la realidad del mundo, cuyas luces y sombras nos hace percibir a través de la lente de su interpretación. De ahí brota una literatura rebelde, que, a pesar de la aspereza de su realismo, abre siempre un lugar a la esperanza. A ese lugar del compromiso social y humano nos convoca.
Antes de la recepción en el Palacio Real, Poniatowska fue entrevistada en el programa Los Desayunos, de Televisión Española, en la que defendió la ortografía como una estructura básica para escribir bien y reconoció que en este asunto estaba en total desacuerdo con su amigo Gabo.
“Amo la ortografía, porque mi formación hasta los nueve años fue en Francia y ahí se le da mucha importancia a eso y a escribir bien. Así que estoy totalmente en contra de lo que dijo Gabo, porque la ortografía da una estructura y no hay que eliminarla”, aseguró.
También, al ser preguntada sobre el sentimiento antiespañol que según la periodista hay en México por la conquista, señaló que se ha diluido mucho. Fuentes dijo alguna vez que deberíamos tener una estatua de Cortés y que cuando la tuviéramos sería un signo de nuestra civilización. Y de que nos hemos vuelto más inteligentes y más sabios. Todavía no se puede dar en México lo de tener una estatua de Cortés porque sí, como decimos, Cortés se pasó de tueste, pero sí hay un cambio y un gran aprecio entre los jóvenes y los estudiantes por todo lo que es hoy España.
Poniatowska reconoció que el premio Cervantes le va a cambiar la vida y tiene previsto, con los 125 mil euros, impulsar su fundación. Tengo planeado desde hace cinco años crear una fundación ligada a la cultura. Lo que nos falta es la casa para llevar a cabo talleres a mujeres y niños. Ya he donado mi biblioteca de 14 mil volúmenes, así que quisiera una instancia cultural para mi país, donde hacen falta todas las instancias culturales a pesar de que México posee una extraordinaria cultura que ya existía cuando llegaron los primeros peregrinos a Estados Unidos.
Por último, dio algunas pinceladas de su discurso de recepción del premio: Voy a hablar del México pobre, de nuestros cien años de retraso en comparación con el resto de países, pero también de nuestros cien años de sortilegios, de maravillas, de creencias, de soles, porque finalmente América Latina es el pueblo del Sol.
Homenaje en la Complutense
En la Facultad de Filología de la Universidad Complutense se inició un homenaje a Poniatowska en el que se analizará su obra literaria.
También se pretende editar y entregar durante su conferencia del viernes, una edición de un periódico creado ex profeso y que llamarán La Jornada de Elena Poniatowska, en el que, a través de sus artículos publicados en este diario, se hará un repaso a sus preocupaciones literarias, estéticas y políticas.
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