¿No te preocupes, Benítez?


Juniorismo incómodo
Tribalismo mexiquense
¿Profeco por Sedelec?

Julio Hernández López / Astillero

A sus problemas y desviaciones históricas, el nuevo PRI ha añadido el tribalismo mexiquense en la administración peñanietista. El conflicto no obedece solamente al natural desbalance respecto a la pluralidad nacional o al previsible favoritismo que genera en una estructura de trabajo el privilegiar a los oriundos o los relacionados con la tierra de quien está en la cúspide de la pirámide del poder, sino a la capacidad operativa de muchos de esos cuadros trasladados a la élite burocrática federal sólo por formar parte del paisanaje de la entidad sexenalmente triunfadora, sin experiencia ni capacidad o, en el caso de dinosaurios más o menos consagrados, con el exceso de vicios que acarrean. Es el amiguismo y el compadrazgo tradicionales en la política mexicana pero, en muchos casos mexiquenses actuales, también es la improvisación y el abuso, la fanfarronería regional y la presunta condición de intocables por empatía capilar alzada (es decir, por encopetamiento político).

La más reciente de esas pifias ha tenido como estrella a Andrea Benítez González, hija del procurador federal del consumidor, Humberto Benítez Treviño (HBT, @HumbertoBeniTre en Twitter), quien tuvo a bien movilizar a tres inspectores de la Profeco para que intentaran clausurar un restaurante de la capitalina colonia Roma, el Máximo Bistro, por un incidente relacionado con la ocupación de determinada mesa en ese establecimiento.

Benítez Treviño es un priísta mexiquense de larga historia, quien ha sido diputado federal y procurador de justicia, en distintos periodos, del estado de México, del Distrito Federal y de la República (este último cargo en 1994, luego del asesinato de Luis Donaldo Colosio, sumándose a la lista de funcionarios de ese rango que dejaron pasar el tiempo para que se impusieran las instrucciones superiores respecto al tratamiento del caso tan espinoso para el poder salino de entonces, que hoy vuelve a pagar favores a los que saben plegarse; HBT relevó en mayo de 1994 al carpicista Diego Valadés y el 30 de noviembre de ese año fue sustituido por el jefedieguista Antonio Lozano Gracia).

Originario de Zacualpan, estado de México, y nacido en julio de 1945, Benítez Treviño fue compañero en el Congreso del estado de México del diputado local Enrique Peña Nieto, quien presidió la junta de coordinación política. Además de su cargo actual de nivel medio, el cuatro veces procurador ha visto que su hija Rosalinda Elizabeth Benítez González, sin experiencia alguna en asuntos de turismo y, en todo caso, sí de temas fiscales, sea la secretaria de Turismo de la prolongación de Los Pinos, que es el gobierno del estado de México ( http://bit.ly/152o8Hy ).

En Toluca, además, su hijo, Víctor Humberto Benítez González ocupa la notaría pública 136, que obtuvo en abril de 2006, ya con EPN como gobernador del estado ( http://bit.ly/186pboE ). Peña Nieto y Angélica Rivera habían asistido en febrero de 2009 al festejo matrimonial del futuro notario público ( http://bit.ly/13EHPAp ). Y, para documentar el tribalismo mexiquense, en http://bit.ly/YfhWsFpuede comprobarse que de ocho historiales disponibles de altos funcionarios, solamente dos no tienen relación de oriundez o vinculación específica con el estado de México y la administración de Peña Nieto.

El escándalo de la ahora llamada Lady Profeco no proviene específicamente del hecho de ser hija de un funcionario público, pues siéndolo podría cometer estos o peores errores sin que hubiera por qué culpar al padre de los hechos de sus vástagos, pero sí de la utilización irregular de la estructura a cargo de su progenitor para confrontar con aires privilegiados un conflicto en el que eventualmente podría asistirle la razón, pero no el derecho al uso selectivo de la Profeco.

En ese cuadro de irritación generalizada ante los constantes abusos del priísmo restaurado, es posible que el dúctil Benítez Treviño pueda prestarle a su jefe Peña Nieto el servicio, luego pagadero con réditos especiales, de renunciar o ser renunciado, para dar la impresión de que hay sensibilidad pinolera respecto a quejas del presuntamente respetado público. No en el caso de la protegida secretaria de acción electoral (Sedelec), Rosario Robles (Chayote A. Pobres), pues sus faenas son del máximo interés del jefe en busca del carro completo en los próximos comicios, pero sí podría ser en el rubro menor, prescindible, de la Profeco.

Luego que se han disculpado tanto el titular de Profeco como la hija versada en manejo de inspectores de clausura, ya se verá si en las alturas se escucha otro exculpatorio No te preocupes, dirigido a Benítez, o un Hágase la voluntad del señor (de Los Pinos) en los bueyes de mi compadre de la Profeco (adaptación del dicho popular, sin implicaciones zoológicas más que en términos metafóricos), mientras siguen tan campantes otros miembros del juniorismo incómodo: Paulina Peña, con sus referencias a la prole y sus burlas clasistas a quienes criticaban la escasez de lecturas evidenciadas por EPN en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara; Paulina Romero, viajera imperial por el mundo en compañía de sus tres mascotas acomodables en sitios VIP (el hijo del dirigente sindical petrolero, José Carlos, se mueve en tierra en Miami en un Enzo Ferrari de dos millones de dólares); y el buena onda Emiliano Salinas Occeli y sus prédicas new age para cuya boda sufrieron desplazamiento una pareja de Tekik de Regil, Yucatán, y un circo pueblerino y se suspendió un concierto de Molotov.

Y, mientras el Senado aprueba hoy en comisiones la propuesta de reforma en materia de telecomunicaciones, para presentarla el martes al pleno, en espera de su inmediata validación, con cesiones y concesiones a los poderes fácticos, nada alarmados de verdad ante la presunta amenaza a sus privilegios,  ¡hasta mañana, con la UNAM colocada en la necesidad de restaurar su normalidad administrativa, pero sin abrir las puertas a la policía!

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