Jorge Medina Viedas
El gobierno de Miguel Mancera consumó la operación de defenestrar a la rectora de esa casa de estudios, Esther Orozco, y para ello se violó flagrantemente la autonomía de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, UACM.
Mientras el jefe de gobierno hacía sus preparativos para trasladarse a Roma, su grupo parlamentario del PRD en la Asamblea del Distrito Federal, a través de una Comisión Tripartita, organizada para mediar en el conflicto de la UACM, y convertida en mera figura de paja, cocinaba el artificio legal para dar un golpe técnico contra la doctora Orozco.
La aparición nada fortuita de un rector interino permitió al gobierno justificar la entrega de recursos al Consejo Universitario que lo eligió ilegalmente.
En los días previos, los asambleístas del PRD prepararon el escenario del golpe: invitaron con toda desfachatez a la doctora a presentar su renuncia. Era la crónica de una venganza política anunciada.
La rectora incómoda merecía una maniobra golpista de esta naturaleza.
La historia de la venganza
La reconocida y respetada doctora Orozco cometió un error al asumir el cargo de rectora de la UACM: actuar como académica y científica éticamente coherente, en una universidad políticamente manejada por la peor izquierda de la ciudad de México.
Visto en perspectiva, su nombramiento fue una herejía política. Se equivocaron ella y quienes creyeron que la UACM podía ser enmendada y reformada para convertirla en una institución educativa.
Por ello, a unos meses de haber sido nombrada, el diagnóstico que Esther Orozco entregó a la Asamblea Legislativa acerca de la situación de la institución, en marzo de 2011, cayó como una bomba.
Los resultados académicos del informe de la atrevida funcionaria desvelaban el gran fracaso de la izquierda en su experimento educativo en el Distrito Federal.
La conclusión del documento era clara: la UACM es un “fraude educativo”.
Los resultados que demostraban el escandaloso fraude los glosó en Campus (4 de abril de 2011) el académico-investigador y articulista Carlos Pallán:
Escribió el ex secretario de la ANUIES: “La situación académica de los alumnos, durante diez años, de un bajísimo desempeño escolar (52 por ciento de ellos tiene un promedio de calificación de 2.5 y sólo 15 por ciento de ellos con uno igual o superior a cinco, dentro de una escala de uno a diez), así como un lento avance en su trayectoria escolar (la mitad de ellos, 5 mil 350, ha tenido una permanencia mayor al tiempo normal para concluir una carrera “y algunos tienen ya casi dos o 2.5 periodos cumplidos o por cumplir y les falta trecho”). En ese tiempo, la universidad sólo ha producido ¡47 egresados!
…Su planta académica está integrada en 90 por ciento por personal de tiempo completo. Independientemente de su preparación, experiencia y logros, todos ellos ganan lo mismo (casi 40 mil pesos mensuales) y una porción de ellos se desempeña “indebidamente con un tiempo completo más en otras instituciones”.
… La UACM “se ha organizado en academias temáticas y no hay responsables de las carreras completas que analicen y evalúen planes integrales y den cuenta de los resultados”.
… Aparte de los inmuebles de que ha sido dotada, la universidad ha ejercido en diez años 5 mil 476 millones de pesos sin que se haya cumplido con los objetivos y misión institucionales”.
…A ese conjunto de fallas la doctora Orozco las denomina “fraude educativo”, una expresión que descalifica lo que durante una década fue definido como un proyecto modelo de universidad democrática, de izquierda, donde el igualitarismo sería un principio fundamental (profesores que cobran lo mismo y alumnos que ingresan por medio de un sorteo antes que por un concurso de méritos), como sucede en la mayor parte de las universidades públicas.”
El pozo negro
Como esta opinión autorizada hubo muchas. El modelo de la UACM era un fracaso estruendoso, desde el punto de vista académico. Con la virulencia previsible, la denuncia de la rectora Orozco provocó el rechazo de algunas de las fuerzas internas inmiscuidas en los problemas. Procedieron como en otros intentos reformistas. Así lo observó el investigador de la UNAM Guillermo Sheridan: “Los problemas en la Universidad de la Ciudad de México (UACM) han llegado al ritual obligado en los problemas universitarios a la mexicana: el sacrificio ritual del rector…Desde que en 1986 el rector Jorge Carpizo consideró que su responsabilidad lo obligaba a diagnosticar las debilidades de la UNAM, y desde que, en consecuencia, seis meses más tarde, la UNAM ya estaba en “huelga”, un rector de universidad pública mexicana sabe que no debe zarandear el statu quo (como, por ejemplo, el derecho a no titularse) si aspira a conservar su cargo.”
La aguda observación de Sheridan tiene sentido: en varias universidades, no sólo en la UNAM, la izquierda ha enfrentado con iracundia a los reformadores que han pretendido transformar las escleróticas estructuras y normas universitarias, puesto que éstas son el sostén de sus intereses económicos y políticos.
Por eso se sabe que hay más razones de fondo en esta oposición. La denuncia de la rectora Orozco produjo una fuerte conmoción entre los distintos grupos que habían controlado política y económicamente a la institución desde su nacimiento.
La rectora abrió un pozo negro. La explosión hizo que los olores fétidos de la corrupción, el dispendio y la simulación que cruzaba de arriba a abajo las estructuras de la UACM, saliera a flote.
La doctora Orozco reveló lo que todos intuían y que muchos sabían: el proyecto político creado por Andrés Manuel López Obrador derivó en un engaño a los estudiantes. Con la fachada de una universidad vanguardista, decenas de impostores fueron incorporados a la nómina y se puso en marcha una de las farsas académicas más escandalosas en una educación pública con dinero de los capitalinos.
Profesores solventes y estudiantes de probada vocación académica, se vieron dominados por el grupo político que buscó usar a la UACM para sus fines políticos y personales.
Muchos funcionarios, académicos y administradores fueron contratados, principalmente, por estar afiliados al PRD. La información indica que la mayoría de estos son militantes de una de las tribus de ese partido: el de Izquierda Democrática Nacional cuyas cabezas son Rene Bejarano (el señor de las ligas) y su esposa, Dolores Padierna.
Operación golpista
La postura de la doctora Orozco fue, entonces, una afrenta. Evidenciar el fracaso del proyecto educativo y revelar los malos manejos de los recursos fue un acto de honestidad política y académica pero una pésima estrategia política. Provocó el coraje del ex rector Manuel Pérez Rocha y el odio político de los grupos del PRD, en especial de Izquierda Democrática Nacional y de Morena.
La rectora explicó que actuó de esa manera porque no le quedaba más que denunciar la situación: su gestión estaba sentenciada desde un principio. El mismo día que tomó posesión se lo dijeron: “usted no va a dudar, de nuestra cuente corre que la vamos a echar”, le espetó el profesor Albertani, uno de sus fanáticos enemigos.
Durante estos últimos meses, a la vista de todos, se ha ido consumando la venganza política. Ha sido la ejecución implacable de una tortuosa y perversa maniobra que conjuntó campañas de desprestigio, ataques calumniosos en contra de ella y su familia, agresiones físicas y verbales, ocupación de instalaciones, demandas penales, es decir, todo el veneno y el odio en contra de una investigadora Emérita nacional, uno de los galardones más altos a los que puede aspirar un académico en nuestro país.
La patológica campaña en su contra, particularmente de un medio y varios de sus columnistas, no han cesado un solo día. Sucios, abusivos, machistas, anotaron todo tipo de adjetivos contra su persona; en pandilla, con talante autoritario, le advertían a Mancera antes de que asumiera el cargo, que exigiera su renuncia, que heredaría un problema que no era de él.
La autonomía no es lo que era
Esa es la realidad. La autonomía no es lo que era. Faltaba que lo confirmara un gobierno de izquierda. En efecto, la acción del gobierno y de la Asamblea del DF, demuestra que la autonomía dejó de ser el espacio inexpugnable de las universidades de México. La ley no la protege de ningún poder formal ni fáctico.
La izquierda en la ciudad de México, por ahora, se ha anotado en la lista de los depredadores del derecho de las comunidades universitarias a decidir sobre su propio destino.
La violación a la autonomía es jurídicamente demostrable. La rectora Orozco ha decidido emprender la difícil travesía de la defensa legal. Los golpistas querrán imponerse por la vía de los hechos, puesto que esa ha sido su divisa.
Pero lo cierto es que el problema no ha concluido.
La doctora Orozco tal vez ha defendido una causa sin sentido. Tal vez la UACM es un caso perdido como lo han sugerido algunos.
No es así. La historia acusa recibo de estas acciones infamantes. Y se cobra.
La decisión del gobierno de Miguel Mancera ha sentado un pésimo precedente político y moral. Él cometió el error, él tiene la obligación de resarcirlo.
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