De donaciones y otros milagros


EPN: coincidencias
Primero los pobres
¿Correcciones a telecom?

Julio Hernández López / Astillero

Es inequívoco el sentido de la exhortación que la Cámara de Diputados ha hecho a Enrique Peña Nieto y a algunos miembros de su gabinete para que cumplan cabalmente con su compromiso de hacer públicas sus declaraciones patrimoniales. Lo que se busca es que los mexicanos sepan con exactitud cuánto valen los principales bienes reportados por el ex gobernador mexiquense en su primer intento de transparencia federal, dónde están ubicados y quiénes y por qué motivos le hicieron ciertas donaciones. Y que otros funcionarios, como el procurador de justicia, Jesús Murillo Karam, o la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, permitan conocer los reportes completos de su riqueza (el primero simplemente se negó a hacer público cualquier dato, y la segunda lo hizo sin aclarar si es dueña de bienes inmuebles).

Un esfuerzo tan peculiar, alcanzado en San Lázaro por una diferencia mínima (225 votos a favor, contra 220), sólo puede entenderse a partir del aplicado gusto del peñismo por la simulación. Como si hubiera profundas razones para escamotear al público los detalles puntuales de uno de los mecanismos diseñados para conocer la situación patrimonial de los principales funcionarios federales, Peña Nieto y los miembros de su gabinete de trabajo presentaron el pasado 16 de enero un reporte de haberes al que le cercenaron cifras y explicaciones. En términos generales se abstuvieron de precisar a cuánto ascienden los bienes que genéricamente consignaron y en algunos casos se refugiaron en el concepto volátil de las donaciones. Peña Nieto, por ejemplo, dijo tener nueve bienes inmuebles, de los cuales dos fueron adquiridos al contado, uno fue recibido en herencia, y seis más provinieron de las famosas donaciones. Murillo Karam no se anduvo por las ramas: al final de su declaración quedó asentado que el servidor no aceptó hacer públicos sus datos patrimoniales.

La exigencia de honestidad informativa tiene sus puntos irónicos. La recolección de votos en San Lázaro sumó a PRD, PAN, PT, Movimiento Ciudadano (DD) y al diputado Fernando Bribiesca Sahagún, miembro del Partido Nueva Alianza, cuyos demás miembros con curul federal prefirieron acogerse a la fórmula PRI-Verde Ecologista que trató de impedir que se realizara el exhorto a Peña Nieto. El joven Bribiesca es hijo de Marta Sahagún, quien cogobernó durante el periodo de Vicente Fox, y llegó a San Lázaro como uno de los favores familiares que prodigó Elba Esther Gordillo. La escandalosa corrupción promovida por la pareja presidencial del periodo 2000-2006 benefició a sus allegados políticos y a familiares directos, tanto a hermanos de Fox como a hijos de Marta.

Pero ninguno de esos detalles mundanos opacaría la felicidad de Peña Nieto al asistir a las ceremonias inaugurales del papado franciscano. Muy identificado con quien hacíase llamar Bergoglio, se permitió incluso la licencia de proclamar una estremecedora coincidencia con el Papa. ¿De índole intelectual, literaria o filosófica? ¿En terrenos prácticos de transporte, como usuarios de metro y autobuses públicos y no de limosinas y caravanas blindadas? Nada de eso (o no por lo pronto). Súbitamente tropicalizado, Peña Nieto cayó en trance de índole pejística: primero los pobres, pronunció (aunque prescindió de la primera parte del lema andresino de campaña: por el bien de todos).

Resulta que al egresado de las Academias Hank, cuya enseñanza básica ha sido que un político pobre es un pobre político, le fascinó la dedicación del buen papa Francisco a poner por delante el interés de la gente marginada. En alguna de sus primeras declaraciones dijo que él aspiraba a una Iglesia pobre y para los pobres, y ese mismo son en clave de recato y austeridad fue tocado en el Vaticano a la hora de inaugurar un pontificado que se autodefine en ruta de encuentro con los desposeídos. Podría resultarle expedito el camino al religioso argentino, pues bastaría con que desplegara una estrategia firme y progresiva de renuncia a los inmensos bienes de la Iglesia católica, y que repartiera parte de esos recursos entre los millones de pobres del mundo. Porque no será mucho lo que cambie solamente con los detalles anecdóticos de la opción preferencial por los autos no lujosos ni por el hecho de que el pectoral y el anillo emblemáticos de la condición papal que ahora se han escogido no sean de oro puro.

Y, sin embargo, el discurso de la pobreza impactó de tal manera a Peña Nieto (a quien acompañó en el viaje a Roma el jefe de Gobierno de la ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, para redondear la invitación al Papa a que visite nuestro país, cortesía que podía haber tramitado eficazmente el propio Peña Nieto, sin ayudantías fuera de lugar) que rápidamente acomodó sus propias hechuras de apostolado con rosario en mano. Es decir, con Rosario Robles como ejecutora de la cruzada electoral que pretende aplacar provisionalmente el hambre en comunidades donde habrá comicios próximamente, para que así permitan la instalación en el poder de autoridades que sigan generando las mismas pobreza y hambre que seguirán siendo combatidas mediante cruzadas electorales que a su vez... Por ello es que Peña Nieto ahora se siente en coincidencia con Francisco e incluso, sin mencionarlo, con AMLO: primero los pobres...

Y, mientras Fausto Vallejo ha regresado a la gubernatura de Michoacán no para darse por seguro en el cargo sino para declararse en espera de un resultado médico que definiría su permanencia o retiro, ¡hasta mañana, con maniobras en San Lázaro en busca de corregir en la iniciativa de reforma de telecomunicaciones los apartados relativos a la retransmisión gratuita de contenidos (técnicamente conocidos como must carry y must offer), asunto en el cual el duopolio pretende condicionar y cobrar siempre para protección de sus intereses, con la amable colaboración del priísmo especializado en colar en la letra chiquita los antídotos de las proclamas oratorias dichas en la superficie!

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