Norberto, ¡quédate en casa!


Más culpa que Mahony
México, potencia: Friedman
Assange en La Jornada

Julio Hernández López / Astillero

El cardenal Norberto Rivera Carrera no debería asistir al cónclave que elegirá al sucesor de Benedicto 16, pues está afectado por peores circunstancias descalificatorias que las que han llevado a católicos de varias partes del mundo a demandar que un asociado de Rivera, Roger Mahony, quien fue cardenal de Los Ángeles durante largo tiempo, se excuse de ir al Vaticano y de votar para el nombramiento de un nuevo Papa.

Mahony acaba de estar durante más de tres horas y media en la metrópoli californiana frente a abogados que, en una diligencia judicial, trataron de puntualizar el papel de complicidad que ese cardenal mantuvo en la protección a sacerdotes acusados de cometer abuso sexual contra menores de edad (http://bit.ly/13F8snb ). Los litigantes que informaron de esa comparecencia se abstuvieron de entrar en detalles, porque así los obligan las reglas de esos tribunales, pero el caso más conocido tiene como referencia al presbítero Nicolás Aguilar Rivera, quien gozó de protección por parte de Norberto Rivera.

El cardenal mexicano fue acusado de realizar una práctica cuyos patrones se han visto reproducidos en casos similares: ante acusaciones y pruebas de abusos sexuales contra menores, los superiores jerárquicos fingen atender el caso y, si éste no es desactivado mediante promesas e incluso amenazas, el presunto infractor es enviado a otros lugares del mismo país o al extranjero (como en el caso de Los Ángeles), donde los pederastas continúan las mismas tareas sabidas de depredación sexual. De eso fue acusado Norberto Rivera cuando era obispo de Tehuacán, Puebla, de donde fue enviado el pederasta Nicolás Aguilar a Los Ángeles, con el cardenal Mahony, donde abusó, entre otros, de Joaquín Aguilar Méndez, quien contrató los servicios de un bufete jurídico californiano para entablar una demanda contra los jefes religiosos involucrados y el cura directamente ejecutor del abuso sexual.

Michael Finnegan, miembro del despacho jurídico que llevó la denuncia, aseguró en marzo de 2007, según lo que reportó Sanjuana Martínez, quien dio notable seguimiento a ése y otros casos de índole parecida: Demostraremos cómo el cardenal Norberto Rivera estuvo envuelto todo el tiempo en la protección a Nicolás Aguilar. Él es más culpable que Mahony en este caso. Ambos están tratando de protegerse a sí mismos y no piensan en proteger a los niños. Otro abogado, David Drivon, explicó: Pretendemos probar con hechos que Norberto Rivera Carrera sistemáticamente envió a otros curas pederastas, además de Nicolás Aguilar, y que por ello es parte directa de la conspiración para obstruir la justicia, una conspiración culminada en California inclusive, aunque el cardenal Rivera actuase desde México (http://bit.ly/124D1rg ).

A pesar de todo, las acusaciones contra Rivera no avanzaron en California, y en México contó con el apoyo del calderonismo, que incluso retorció reglas y procedimientos para expulsar virtualmente del país a abogados estadunidenses que, con fundamento legal, pretendían interrogarlo en las oficinas de la arquidiócesis de México.

Y, sin embargo, el fantasma de la pederastia cuando menos tolerada y protegida vuelve a asomar en el entorno del cardenal Rivera de la mano de Mahony, acusado de proteger durante sus 26 años de mando religioso a cuando menos 129 sacerdotes acusados de pederastia. Una revista católica italiana, Famiglia Cristiana, ha preguntado a sus lectores si creen que Mahony debe estar en el cónclave, y el grupo estadunidense Catholic Voices ha lanzado la campaña Mahony, quédate en casa (http://bit.ly/UYTGse ).

Debilitado por los escándalos de pederastia y la corrupción de la élite vaticana, Benedicto 16 decidió renunciar a su cargo. ¿Tienen autoridad moral, respeto eclesiástico y congruencia quienes participen en ese cónclave y voten para designar a un nuevo Pontífice y estén seriamente acusados de las mismas razones que han llevado al ciudadano Ratzinger a dimitir? Por ello, así como en Los Ángeles se le ha pedido a Mahony que se quede en casa (aunque voló a Roma apenas desahogó el trámite judicial antes mencionado), el mexicano Rivera también debería deshacer las maletas en México, aunque ya debe estarlo haciendo en el Vaticano.

Thomas L. Friedman, uno de los más destacados articulistas de The New York Times, ha escrito un texto en el que augura que México será el poder económico más dominante en el mundo en el presente siglo (http://nyti.ms/XVhau7 ). Incluso recomienda a John Kerry, secretario de Estado de Estados Unidos, que si está buscando una nueva agenda, probablemente debería enfocarse en forjar una integración más estrecha con México que romperse el cráneo con Israel, Palestina, Afganistán o Siria. Añade, entusiasta: Es un proceso ganar-ganar. Hace a las compañías estadunidenses más rentables, lucrativas y competitivas, se podrán expandir en casa y en el exterior; les da razones a los mexicanos para quedarse en México (y no migrar) y reduce la violencia. Tenemos un comercio bilateral diario de mil 500 millones de dólares con México y hemos gastado 300 millones cada día en Afganistán. Esto no es inteligente.

El planteamiento de Friedman, titulado Cómo México ha regresado al juego, encaja con exactitud en el optimismo que promueve el nuevo gobierno mexicano. El articulista destaca la importancia del Pacto por México y cree que si se logran abatir los monopolios en materia de energéticos, telecomunicaciones y educación, México podría incluso enseñar a los estadunidenses un poco acerca de democracia. Otra vez, México estaría frente a la necesidad de prepararse para administrar la abundancia.

Y, mientras los priístas se acomodan en términos asambleísticos a las necesidades privatizadoras y fiscales del jefe en turno, y el Nuevo PRI resplandece en la CTM visitada por EPN, ¡hasta mañana, con Julian Assange y sus históricos wikileaks aposentándose por la vía literaria e internética en La Jornada!

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