Violento diciembre: más de 300 muertos


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Enrique Galván Ochoa / Dinero

El presidente Obama suspendió sus vacaciones y volvió a Washington en vísperas de Año Nuevo a dar seguimiento a las negociaciones de los líderes del Congreso en torno al peliagudo asunto del precipicio fiscal. Valió la pena. Hay un arreglo inicial, está en proceso de ser avalado por la Cámara de Representantes, dominada por republicanos. El presidente Peña Nieto suspendió sus actividades oficiales y se fue de vacaciones familiares a Acapulco, no obstante que su primer diciembre en el gobierno resultó terriblemente violento. No hay cifras confiables para hacer un comparativo con años anteriores, pero deja la impresión de que fue uno de los peores. Un recuento somero, incompleto, del número de personas que perdieron la vida en sucesos relacionados con el crimen arroja la cifra de 324. Sobresale la matanza en el penal de Gómez Palacio, Durango. Por otro lado, sería infructuoso tratar de contabilizar las pérdidas materiales: negocios incendiados, empresarios extorsionados, transportistas secuestrados. Resultaría un contrasentido exigir al nuevo gobierno que en un solo mes devolviera algo de paz a la República. Pero Peña Nieto perdió la oportunidad de dar a la opinión pública una impresión distinta. Diciembre estuvo de principio a fin a merced de las mafias. Ya se está agotando la coartada del panismo de que el origen del problema reside en que somos vecinos del principal consumidor de drogas. Media docena de entidades permiten el consumo de mariguana para pasar un good time, un buen rato, no sólo para uso medicinal. Producirán su propia mariguana, no tendrán que seguir importándola de México, al menos no toda.

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