Contamina la violencia a la capital


Lecciones del pacto a la francesa
Más cara que el agua bendita

Enrique Galván Ochoa / Dinero

Más que una certeza era una esperanza de que la violencia no contaminara a la capital del país con la virulencia con que lo ha hecho en la frontera norte y otras comarcas. La esperanza se ha desvanecido. La ola de ejecuciones de los últimos días muestra que no se trata de un hecho aislado sino de un proceso hasta cierto punto inevitable. ¿Por qué no tendría que suceder? La ciudad no es Polanco, ni Lomas, ni Santa Fe. Está rodeada de zonas de aguda marginación y miseria y las mafias pueden reclutar personal en abundancia. Hay quienes tienen claro cuál es una de las principales causas del problema. Recientemente el nuevo presidente de Coparmex, Juan Pablo Castañón, decía que las autoridades deben asegurar que en México se desarrolle un clima de negocios sano para que nuestra economía crezca y genere la riqueza que se necesita para avanzar lo más rápidamente posible en el combate a la pobreza y a la desigualdad. Esa es la clave. Violencia oficial contra violencia criminal sólo genera más sangre, como ya vimos en la docena trágica de Vicente Calderón. Un dato estrujante: el año anterior 37.4 por ciento de las empresas sufrió algún tipo de delito, esto es, 1 millón 389 mil empresas fueron víctimas de la delincuencia.

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