Jenaro Villamil / Apro
Con un retraso de cuarenta minutos y en medio de connatos de violencia entre las fuerzas del orden e integrantes del movimiento #YoSoy132 y del Frente Popular Francisco Villa, entre otros grupos, en el exterior, arrancó este viernes la sesión del Congreso General en el Palacio Legislativo de San Lázaro, previa a la toma de posesión del presidente Enrique Peña Nieto.
Apenas el presidente de la Cámara de Diputados, el priista Jesús Murillo Karam declaró abierta la sesión, 80 legisladores enfundadas en chamarras rojas formaron un “escudo humano” para impedir cualquier intento de toma de tribuna por parte de la izquierda radical, cuyos diputados respondieron con el despliegue masivo de carteles con distintas leyendas y una gran manta negra que resumía su sentir con la siguiente frase, coronada con dos cruces en los extremos: “Imposición Consumada, México de Luto”.
La acción de las legisladoras priistas provocó las protestas de algunos diputados, como el petista Rafael Huerta Ladrón de Guevera, quien pidió al presidente de la Cámara y próximo titular de la Procuraduría General de la República (PGR), Murillo Karam, que pusiera orden.
El exgobernador hidalguense le respondió al petista que tan imparcial era su actitud que permitió que los diputados de su partido y los del PRD y Movimiento Ciudadano desplegaran sus mantas y carteles, con leyendas como Esta: “Candidato de los poderes fácticos, Presidente de unos cuantos”.
“Yo seré el primero en intervenir, cuando se produzca algún desorden”, dijo.
Zanjado ese punto, la sesión continuó con los posicionamientos partidistas. Lucila Garfias Gutiérrez, de Nueva Alianza, el partido de la maestra Elba Esther Gordillo, abrió la ronda de intervenciones, afirmó que hoy se comienza a escribir un nuevo capítulo de la historia del País, por voluntad de la mayoría.
“La segunda alternancia –subrayó– abre un nuevo horizonte político para la nación, nos ofrece una oportunidad a todos los actores de catalizar los esfuerzos de energías sociales paralizadas por la decepción y darles un nuevo cause que apunte hacia el desarrollo y el bienestar social”.
México requiere un Presidente de la República con visión de Estado, pues no es un botín de nadie, dijo la coordinadora de Nueva Alianza.
“México necesita crecer y cambiar. México no es un una entidad en abstracto, menos aún botín de nadie. México es una fuerza que se mueve hacia adelante y necesita un Presidente que comprenda y sienta la realidad social, que asuma con plenitud el papel que los ciudadanos y la historia le han designado.
“Bienvenido un Presidente con imaginación y creatividad, que gobierne sin distingos partidarios y busque el bien común, la paz y la esperanza para esta gran nación”, dijo.
El segundo posicionamiento fue del Partido del Trabajo, vía el diputado Ricardo Cantú, quien enfatizó que “hemos decidido venir de blanco con un moño negro, dijo, en signo de que nuestra lucha es pacífica y en solidaridad con quienes han perdido familiares en la lucha antinarco de Felipe Calderón”.
Además, acusó al PRI de comprar la Presidencia y dijo la llegada de Enrique Peña Nieto a la Presidencia marca el inicio de un gobierno representante de los poderes fácticos.
En ese tenor transcurría la sesión, cuando el coordinador del Movimiento Ciudadano, el zacatecano Ricardo Monreal, subió a la tribuna y prendió la mecha al afirmar que “ha terminado un gobierno espurio y empieza la pesadilla de la imposición y la ilegitimidad”.
Lo que hay aquí hoy, dijo, es una “transacción”, no una “transición”, por lo que no podemos reconocer, subrayó, “a quien compró el cargo más representativo de la nación”.
Luego, criticó el estado de sitio que prevalecía en San Lázaro, con excesiva presencia de las fuerzas del orden, cuyos elementos, denunció, arremetieron contra un grupo de manifestantes que se encuentran en el exterior del Palacio Legislativo.
Con datos inciertos de lo que la trifulca que escenificaban afuera de San Lázaro las fuerzas del orden y los manifestantes, el excoordinador de la campaña presidencia de Andrés Manuel López Obrador se atrevió a anunciar “al primer muerto político del sexenio de Peña Nieto”, el joven Carlos Valdivia, presunto integrante del movimiento #YoSoy132.
Desde la tribuna, con un tono de voz elevado, fustigó:
“Carlos Valdivia es el primer asesinato político, recientemente muerto, hace unos minutos por soldados con una bala de goma y gases lacrimógenos, ¿se sienten contentos? Sigan gritando y sigan riéndose”.
La fuerza del Estado que ayer se usó para masacrar a los jóvenes –añadió– hoy se está usando para reprimirlo.
El diputado del PVEM, Arturo Escobar, apagó el fuego provocado por Monreal al aclarar que afuera “no hay ningún muerto”. Incluso, dijo que la situación “se ha serenado”.
Y le dio la vuelta a la página a los acontecimientos violentos de la calle al asegurar que “hoy es un día de felicidad para México, un día de esperanza y renovación”.
El legislador verde hizo un reconocimiento a las Fuerzas Armadas en la lucha contra la delincuencia, la cual, advirtió, no merece tregua ni espacios de impunidad.
Minutos antes de que la ronda de posicionamientos terminara, Felipe Calderón, con la banda presidencial al pecho, abordó una Suburban azul a las 10:15 horas para trasladarse a San Lázaro. Desde el asiento de copiloto, saludó a algunos fotógrafos e hizo la ‘V’ de la victoria con los dedos de la mano derecha.
El trayecto fue rápido, de menos de 20 minutos. La extrema vigilancia y los retenes colocados alrededor de San Lázaro impidieron a Calderón percatarse de que detrás de las vallas metálicas se libraba una virtual guerra entre manifestantes y fuerzas del orden, con un saldo trágico: uno de los manifestantes identificado con el nombre de Carlos Valdivia, de 25 años, resultó con traumatismo craneoencefálico, debido al golpe que recibió en el rostro.
Calderón permaneció unos minutos en el estacionamiento del Palacio Legislativo y a las 11:05 horas hizo acto de presencia en la explanada, donde ya lo esperaba una comisión de diputados, encabezada por el vicepresidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, el panista José González Morfín.
Con la banda presidencial al pecho, Calderón caminó unos pasos y, antes de entrar al recinto, se detuvo, alzó la vista y levantó su mano derecha para apuntar hacia donde se encuentra el escudo nacional que se encuentra en la parte frontal del Palacio Legislativo.
Enseguida, cruzó algunas palabras con su correligionario y continuó su camino.
Inmediatamente, después, a las 11:10 horas, llegó el presidente Peña Nieto, escoltado por una comisión legislativa. Espero unos minutos den el recibidor para dar tiempo a que Calderón ocupara su lugar en el presídium.
Cumplido el protocolo, ingresó al salón en medio de gritos, aplausos y pancartas. En su recorrido a la tribuna saludó a legisladores de su partido, entre ellos al coordinador de los diputados, Manlio Fabio Beltrones y al dirigente del sindicato petrolero, Carlos Romero Deschamps.
Como una estrella de cine, elegantemente vestido con un traje oscuro y camisa blanca, Peña Nieto repartió besos y saludos en su trayecto. Ya en el presídium, saludo a los integrantes de la Mesa Directiva y a Calderón. Desde las galerías, su hija Paulina, no dejaba reposar su cámara fotográfica. Por cierto, Paulina, compartió butaca con la exprimera dama, Margarita Zavala.
A las 11:15 de la mañana en punto, en medio de un coro de aplausos, gritos y protestas, Peña Nieto levantó el brazo para tomar protesta como el nuevo titular del Poder Ejecutivo federal, mientras los priistas exclamaban “¡Peña presidente!, ¡Tenemos presidente!”.
Fue una ceremonia de trámite, con casi una hora de retraso, lo que marcó el retorno del PRI a la Presidencia luego de 12 años de gobiernos panistas.
Un detalle: esta fue la primera vez que como mandatario Calderón, quien lució visiblemente demacrado, pudo ingresar por el vestíbulo principal de la Cámara de Diputados.
Seis años atrás, tuvo que ingresar casi de contrabando, en la zona tras banderas de la Mesa Directiva.
Ya con la banda presidencial, Peña Nieto recorrió el salón de sesiones. Su pelo engominado ocultó el famoso copete, típico de los habitantes de Atlacomulco, el municipio mexiquense que por primera vez tiene a uno de sus habitantes como primer mandatario.
De San Lázaro, Peña Nieto se trasladó directo al Palacio Nacional, donde rindió su primer mensaje como mandatario.
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