Industria, otro fracaso


Calderón: ¿cumplimos?
Perdió juego y apuesta

Carlos Fernández-Vega / México SA

Desde el comienzo de su administración, el inquilino saliente de Los Pinos aseguró que en materia industrial el nombre del juego es competitividad, y la apuesta fue potenciar la productividad de la economía mexicana para lograr un crecimiento sostenido y acelerar la creación de empleos, a través de la inversión en capital físico, incremento de la productividad y mayor apertura comercial. Seis años después, y a pesar de la fatua insistencia calderonista en que cumplimos, es claro que perdió juego y apuesta, y México, en el citado sector, no logró siquiera repetir los niveles de 2006.

Como bien recuerda el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados (Evolución del desempeño del sector industrial, 2007-2012), una de las apuestas del Plan Nacional de Desarrollo para la administración calderonista fue la inversión en capital físico, el incremento de la productividad y mayor apertura comercial, pero los resultados del sexenio se resumen en un escaso crecimiento económico y la pérdida de empleos. Si bien se registraron eventos coyunturales y exógenos que afectaron el desempeño económico nacional, la falta de una política industrial enfocada a impulsar el crecimiento fue determinante en el fracaso sectorial. De hecho, el gobierno dejó a las libres fuerzas del mercado el desarrollo de algunas actividades productivas que fomentan el crecimiento.

El citado centro de estudios resume que el dinamismo que la actividad industrial no ha logrado alcanzar los niveles de 2006, cuando registró una tasa de crecimiento de 5.7 por ciento, pues después de la breve recuperación en 2010, entre 2011 y agosto de 2012 se apreció un periodo de crecimiento moderado con tasas inferiores al 5 por ciento. A partir de 2007 la actividad industrial comenzó a presentar una pérdida de dinamismo, al crecer sólo 2 por ciento; ello profundizó en una contracción de la producción industrial entre 2008 y 2009, inducida por el efecto de la crisis financiera internacional que se transmitió al sector real de la economía mexicana. Lo anterior afectó negativamente a los principales sectores industriales del país: la construcción y las manufacturas.


Sin embargo, uno de los factores que influyeron en el menor dinamismo de la actividad productiva en el sexenio calderonista fue la contracción de la inversión en 2009, que cayó 11.8 por ciento. En particular, la inversión en construcción cayó 6.3 y 0.1 por ciento en 2009 y 2010, respectivamente, y su recuperación en 2011 fue de 3.8 por ciento anual, todavía inferior en 4.1 puntos porcentuales a lo que se observó en 2006 (7.9 por ciento).

La política implementada en el sexenio (mayores importaciones y reducción de aranceles) desincentivó la articulación de las cadenas productivas al interior del país a largo plazo, pues no fomentó la producción de nuevos insumos, aumentando la dependencia al adquirir bienes intermedios y de capital provenientes del exterior, circunstancia que no favorece su completo desarrollo. Esto se corrobora con la reducción del arancel promedio simple de importación que, para los bienes de capital, se redujo de 8.9 por ciento en 2007 a 4.8 por ciento en 2011. Para los bienes de uso intermedio el arancel bajó de 9.7 por ciento a 4.3 por ciento en el mismo lapso, lo que ha facilitado una mayor entrada de éstos al mercado nacional.


Un trabajador de la cooperativa Pascual Boing supervisa la fabricación de bebidas de fruta en la planta ubicada en Distrito FederalFoto José Núñez
La industria mexicana enfrenta aún obstáculos para alcanzar mayor competitividad frente a otros países. De acuerdo con el reporte del Foro Económico Mundial de 2012-2013, México se rezagó en términos de competitividad durante el sexenio calderonista, pues en 2012 se posicionó en el lugar 53, contra el 52 en 2006, después de haber caído hasta la posición 66 en 2010, quedando, así, lejos del objetivo de impulsar el crecimiento mediante el fortalecimiento de la competitividad.

Entre los cinco principales obstáculos que enfrenta la industria nacional para hacer negocios, apunta el CEFP, destaca la corrupción (que aumentó de 13.1 por ciento en 2008 a 16.4 en 2012); la inseguridad pública (crimen y delincuencia), la cual se incrementó notablemente (de 6.7 por ciento en 2008 a 16.3 en 2012); la ineficiencia burocrática, que a pesar de que se redujo (de 18.4 por ciento en 2008 a 14.2 en 2012) continúa dentro de los primeros cinco lugares; el acceso al financiamiento (que pasó de 7.7 a 10.1 por ciento), lo que indica que en el periodo se dificultó aún más obtener un crédito) y la regulación laboral restrictiva (pasó de 10 a 9.3 por ciento en 2012).

Otros indicadores que reflejan desventajas competitivas en la industria son: la infraestructura total, que permanece en el lugar 68; la eficiencia en el mercado laboral, que pasó de la posición 92 en 2007 a la 102 en 2012, y la eficiencia tecnológica, que subió del sitio 60 en 2007 al 72 en 2012. Además, el potencial innovador de México se ve obstaculizado por la baja calidad de la educación (que se ubica en el lugar 100), y la escasa capacidad de innovación, que se coloca en la posición 75 a nivel mundial.

La falta de metas cuantitativas planteadas en el PND 2007-2012 limita la evaluación del alcance logrado por la industria; sin embargo, se aprecia una tendencia descendente de la actividad industrial a lo largo del sexenio calderonista y no consiguió recuperar los niveles de producción alcanzados en 2006. Al mismo tiempo, la menor inversión en la industria no propició el empuje adecuado para incentivar la producción, por lo que el objetivo de potenciar la productividad y competitividad fue limitado como para impulsar un crecimiento económico sostenido a lo largo de estos seis años.

Si bien los factores exógenos afectaron el comportamiento del sector, no se observó una política industrial más dinámica que incentivara el incremento de la producción. Así, se requiere impulsar una política industrial integral que articule los distintos aspectos que convergen en ella, es decir, implementar diversas medidas como adecuadas tasas de interés para fomentar el crédito y el financiamiento; fortalecer las cadenas productivas intersectoriales promoviendo a los sectores que no se encuentren altamente tecnificados, y a los que se han visto desprotegidos, principalmente en materia de comercio exterior, impulsando también la inversión en éstos. El reto es recuperar un sano crecimiento y fortalecer el desarrollo de la industria, con una visión nacional pero competitiva frente al exterior.

Las rebanadas del pastel

¡Cuidado, asturianos!, ¡no os dejéis!, que si Slim ya es el socio mayoritario del Real Oviedo, nada tardará en apropiarse de todo lo demás, fabada incluida.

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