El mal fin


Protestas contra FC
Fumigadores fallidos
Seido bajo sospecha

Julio Hernández López / Astillero

En sus últimos días en el cargo, a Felipe Calderón Hinojosa se le comienzan a aparecer con más frecuencia e intensidad los fantasmas de su personalísima guerra contra el narcotráfico. En Tamuín, en la Huasteca potosina, el martes recién pasado se le reprochó la ineficacia institucional en la búsqueda de cinco personas desaparecidas tres meses atrás, entre ellas Ignacio Pérez Rodríguez, quien había sido candidato a la presidencia municipal por el PRD y el PT.  Como pudo, el comandante bélico trató de salir del atorón, arguyendo que él no puede en solitario con el asunto del crimen organizado e insistiendo en su trágica invitación a que los ciudadanos denuncien los hechos delictivos que les consten (como si los receptores institucionales de esos reportes cívicos no estuvieran también, en su gran mayoría, al servicio de los cárteles delatados).

En estos mismos días finales, envilecidos, el secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, aportó al registro de las infamias nacionales la roedora tesis de que el exterminio había sido forzado por la detección en 2006, al tomar el poder la nueva administración federal, de una casa infestada de ratas (ayer mismo, ante la Comisión de Gobernación de la Cámara de Diputados, ese funcionario emparentado conceptualmente con Arturo Montiel, el de los derechos para los humanos y no para las ratas, fue criticado vigorosamente). Filósofo de la fumigación, habilitado para ocupar Bucareli solamente por capricho del jefe Felipe, Poiré no explicó las razones por las cuales nunca hubo acciones judiciales en contra de quienes durante los seis años anteriores a la llegada del calderonismo habían permitido y promovido que el país fuera invadido por esos animales destructores.

Por el contrario, Calderón premió al responsable de ese desastre, Vicente Fox, con la más implacable de las impunidades, tanto para él como para su influyente esposa y los familiares de ésta (un hijo de ella, Fernando Bribiesca, hoy despacha frases sobre honestidad como diputado federal a nombre del Panal gordillista). Y a los dos responsables institucionales de que no hubiera tal peste de ratas, Eduardo Medina Mora y Genaro García Luna, los convirtió en procurador de justicia y en todopoderoso secretario de Sseguridad Pública, respectivamente. Por cierto, Medina Mora es mencionado con insistencia como futuro integrante del gabinete de Peña Nieto, luego de un dorado exilio como embajador en Londres. García Luna, por su parte, se ha rendido ridículo homenaje por parte de la propia secretaría que él dirige (es de suponerse que se emocionó hasta las lágrimas por el reconocimiento que se otorgó y por las frases tan sentidas que se hizo escribir).


En ese contexto de adelantadas emisiones públicas del juicio que les merece el siempre blindado Calderón, ayer unos centenares de personas se manifestaron en Reynosa contra el hombre que sumió al país en un desastre sangriento durante seis años, a cuyo final acabó topándose con algunos estados del país de las barras y las estrellas que declararon legalmente válido el consumo de mariguana para fines no sólo medicinales, sino recreativos, y con un presidente uruguayo que al ver el caso mexicano ha propuesto que el Estado produzca y venda mariguana para consumo controlado, pero no penalizado.

Creyendo que todavía le queda cuerda pública, sonriente y confiado en que los mexicanos terminarán creyéndose la propaganda de hiriente optimismo con que se canta la presunta epopeya del valiente Felipe, el supuesto profesor de Harvard a partir de 2013 (¿blindarán también el campus para que el mexicano pueda dar clases?) se ha regalado una doliente gira de despedida en la que, contra lo que él esperaría, le saltan cada vez más el rechazo, en todavía tibio adelanto de lo que vendrá contra el fumigador nacional que en vez de acabar con las plagas las multiplicó. Ayer fue a la hora de inaugurar el libramiento Reynosa-Monterrey y un día antes Los caballeros templarios habían puesto en diversos lugares públicos de los estados de México, Guanajuato y Michoacán, mantas con leyendas para despedirlo.

En esos extraños retorcimientos de agonía sexenal, un personaje de primer nivel en el organigrama de la mencionada guerra ha sido despedido. La cosmética procuradora federal de justicia, Marisela Morales, habría pedido la renuncia a José Cuitláhuac Salinas, el titular de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (la Seido, que durante años tuvo otra sintaxis que llevaba a mencionar sus siglas como Siedo, hasta que en uno de esos golpes de genialidad burocrática remendaron el título, aunque su ineficacia y complicidades siguieran siendo las mismas). Tan importante es tal puesto en el escaparate de simulaciones justicieras que por imitación de los usos gringos se le llama zar, en este caso, el zar de (la lucha contra) las drogas.

Pues tan distinguido personaje ha caído, a 15 días de la salida de escena del michoacano de las manos rojas, y las versiones que corrían a la hora de cerrar esta columna apuntaban a enredos relacionados con protección y entendimientos de ese alto funcionario y sus subordinados más cercanos con uno de los cárteles, el de Sinaloa. Falta ver si tal predilección sería punible, dado que el culichi ha sido el bando preferido de los dos sexenios panistas, o se está en presencia de alguna venganza de última hora del garcialunismo tan dolido porque en la PGR le siguen tendiendo camas procesales en relación con el ataque a gringos en Tres Marías. Otro dato llamativo fue el asesinato del subdelegado de la PGR en León, Guanajuato, en los terrenos del foxismo.

Y, mientras ha quedado en libertad Pablo Salazar, el ex gobernador de Chiapas que teniendo lo suyo fue abiertamente perseguido por el actual, Juan Sabines, quien ya de salida ha visto que se abren las puertas carcelarias a quien será instrumento político de revancha del entrante, el verdesalinista Manuel Velasco que pacientemente ha guardado todas las descortesías y trampas que ha recibido de parte de Sabines, ¡feliz fin de semana!

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