David Brooks / Corresponsal La Jornada
En el único país –tal vez– donde 270 votos son mucho más que 50 o 60 millones, encuestas y apuestas indican que el presidente Barack Obama es el favorito para ganar las elecciones, aunque no se puede descartar un triunfo del republicano Mitt Romney.
Se calcula que unos 130 millones de personas acudirán a las urnas, y aún no se sabe quién obtendrá la mayoría de votos. Pero el ganador no será determinado por el voto popular, sino por el que obtenga la combinación necesaria de triunfos estatales para sumar 270 votos electorales.
En las últimas encuestas antes de la elección, Obama goza de leve ventaja con un promedio de 48.8 por ciento en los principales sondeos por 48.1 por ciento de Romney (aunque en algunos sondeos nacionales el demócrata tiene 3 por ciento de ventaja y el republicano entre 1 y 2 por ciento). En el sitio para apostadores Intrade, el triunfo de Obama está 67.6 contra 32.5. En los cálculos del mapa electoral, NBC News prevé 243 votos electorales para Obama frente a 206 de Romney, y 89 aún no están asignados. Nate Silver, analista de tendencias y dinámicas electorales del New York Times, pronostica que Obama obtendrá 307 votos electorales, y calcula que tiene una probabilidad de 86.3 por ciento de ganar la elección, frente a 13.7 por ciento para Romney.
Más de 30 millones ya han depositado boletas en unos 34 estados que ofrecen la oportunidad de voto anticipado días o semanas antes del 6 de noviembre, y en los estados que podrían definir el resultado, como Ohio, Iowa y Nevada, Obama tiene ventaja.
Que Obama haya repuntado en esta contienda se atribuye a varios factores, como haber mejorado su actuación en el segundo y tercer debates con Romney, los reportes oficiales positivos sobre empleo y crecimiento económico, y a que, aparentemente, el huracán Sandy es demócrata. Algunos encuestadores consideran que el manejo inicial del desastre por Obama elevó su índice de aprobación a unos días de la contienda.
Sin embargo, existe la posibilidad de que este martes no se decida el resultado final si una vez más, como fue el caso en 2004, se comprueba que en Ohio no saben contar (no es el único; Florida demostró lo mismo en 2000). Si la votación es muy cerrada en esa entidad, el país tendrá que esperar a que se cuenten cientos de miles de boletas provisionales que se emitirán con la condición de que su validez sea verificada, mientras, con miles de abogados desplegados por ambas campañas para vigilar el voto, se prepara la posibilidad de múltiples disputas del conteo, que podrían implicar un largo proceso judicial.
Pero si Ohio es ganado por Obama con suficiente margen, se espera que los resultados sean proclamados por los medios nacionales con base en proyecciones del margen de un porcentaje del voto y por encuestas a boca de urna nacionales aproximadamente a las 22 horas (hora de México) este mismo martes.
Para los entusiastas de los procesos electorales, al observar el desarrollo del proceso este martes vale recordar que el premio mayor se consigue no por mayoría del voto popular, sino por el candidato que alcance la meta de 270 votos en el Colegio Electoral.
Este martes, cuando un ciudadano deposite su boleta, técnicamente no está votando por un candidato presidencial, sino por un elector de ese candidato. El Colegio Electoral está compuesto por 538 electores y se requiere la mayoría, 270, para elegir al presidente. El número de electores proporcionados a cada estado es equivalente al número de legisladores federales (representantes más dos senadores) de cada entidad. Casi todos los estados tienen un sistema en el cual el candidato presidencial que gana la mayoría del voto popular estatal gana todos los votos electorales de ese estado (hay dos excepciones: Nebraska y Maine, donde es proporcional). Cada candidato selecciona sus electores en cada estado, y éstos, al ganar su candidato, son los que posteriormente eligen al presidente y vicepresidente.
Por eso, al calcular las perspectivas electorales aquí para los candidatos presidenciales, el enfoque es sobre los estados claves porque aún no hay una tendencia marcada a favor de uno u otro candidato y porque son factores en la matemática electoral para alcanzar los 270 votos.
Entre los estados claves figuran Florida, Ohio, Virginia, Nueva Hampshire, Iowa, Wisconsin, Colorado y Nevada, y algunos colocan a Pensilvania en la lista. En casi todos los demás, ya se supone quién ganará; por ejemplo, nadie está preocupado por Texas, porque es territorio republicano, igual que California y Nueva York, considerados trofeos seguros para el demócrata. Por ello todo se reduce a unos ocho o nueve estados.
Más aún, este proceso permite la posibilidad –y no se descarta para este martes– de que un candidato pueda ser electo presidente al obtener los 270 votos electorales, pero perder la elección en términos del voto popular nacional, lo cual ha ocurrido en cuatro ocasiones, la más reciente en 2000.
Las otras elecciones
Además de elegir presidente, en estos comicios están en juego las 435 curules de la Cámara de Representantes, un tercio del Senado (33 lugares) y 11 gubernaturas. Por ahora, los encuestadores y analistas, como el destacado Cook Political Report, calculan que no habrá cambio en el Congreso. En la cámara baja los republicanos seguirán gozando de mayoría, mientras en el Senado los demócratas mantendrán su escueta mayoría (53 contra 47).
Los republicanos podrían aumentar su número de gobernadores entre uno y tres, según el Cook Political Report (los demócratas defienden ocho gubernaturas por tres de republicanos).
También estarán en las boletas diversas iniciativas que se someten a votación popular. Entre éstas, en los estados de Colorado, Oregon y Washington los votantes podrán aprobar medidas para regular la mariguana y rechazar, por primer vez en la historia del país, la política de prohibición.
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