Pobreza y ahorro


Córdoba: hallazgo
EPN va por Pemex

Carlos Fernández-Vega / México SA

Brillante, como siempre, el calderonato hizo un descubrimiento científico que, para bien, cambiará el curso de México, con ganas de que su impacto sea pleno y positivo en el resto de la humanidad. Tras sesudo análisis y miles de pruebas de campo que acreditaron su hallazgo, el gobierno informó, urbi et orbi, que la mayoría de los mexicanos sobrevive en la estrechez económica, la pobreza o, de plano, en la miseria, no por carecer de ingreso o formar parte del circuito de raquitismo salarial impuesto en el país, sino como resultado de que el ahorro no está dentro de sus hábitos.

El encargado de divulgar el histórico descubrimiento fue el mismísimo secretario calderonista de Educación Pública, José Ángel Córdoba, quien sobre el tema abundó: hoy sabemos, por estudios de instituciones bancarias que, por ejemplo, aproximadamente sólo uno de cada cinco hogares lleva un registro de gastos o planea qué hacer con sus ingresos, cómo pagar sus deudas y cuánto ahorrar, (pero) sabemos que el ahorro no forma parte importante de los hábitos familiares y que la mayoría de la población carece de una visión de mediano y largo plazos en asuntos relacionados con las finanzas.

Así es: a los mexicanos derrochadores les sobra el dinero, lo despilfarran a manos llenas, de tal suerte que no ahorran porque de plano no se les pega la gana, de acuerdo con la tesis gubernamental difundida por Córdova, la cual fue suscrita por otro organismo público, la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de los Servicios Financieros (Condusef), el cual sostiene que “la escasa costumbre del ahorro es una constante entre la población mexicana, lo que la limita en caso de enfrentar una contingencia… Ahorrar es el primer paso para alcanzar las metas y consiste en guardar una parte del ingreso hoy para utilizarlo mañana… Adoptar el hábito del ahorro serviría para fines como alcanzar metas de corto y mediano plazos; contar con un capital para invertir y lograr metas de largo plazo, así como crear un fondo para emergencias que permita afrontar los daños económicos de un imprevisto, sin dejar a un lado los gastos cotidianos o mermar el ahorro destinado para alcanzar los objetivos”.

¡Haberlo dicho antes! Los más destacados estudiosos de la realidad social del país insisten, un día sí y el siguiente también, en que el grueso de los mexicanos sobrevive en la estrechez económica, la pobreza o la miseria, y que este tétrico inventario crece a paso veloz según pasan los años, aumentan los discursos y transcurren los sexenios, cuando la realidad es totalmente distinta, según el gobierno calderonista. Si no ahorran es porque no tienen costumbre de hacerlo, y carecen de una visión de mediano y largo plazos en asuntos relacionados con las finanzas.

¡Eureka!, celebra el calderonato, pues con tal hallazgo tira al bote de la basura la propia estadística gubernamental que documenta que el ingreso del 67.4 por ciento de los mexicanos ocupados (32.7 millones de personas) fluctúa entre cero y tres salarios mínimos diarios, como máximo, es decir, de cero a 180 pesos. Además, dicha estadística da cuenta de 57 millones de pobres y miserables (al cierre de 2010), aunque algunos centros académicos estiman que al cierre del presente sexenio ese número se eleve a 60 millones. Entonces, el problema no es la carencia de ingreso o el raquitismo salarial, sino que ninguno de ellos acostumbra ahorrar, ni se esmera por incrementar su cultura financiera.

De acuerdo con la estadística del Inegi, poco más de 4 millones de mexicanos no reciben ingreso, a pesar de ser considerados personas con ocupación (con empleo si se tratara del sector formal de la economía); 6.75 millones adicionales obtienen hasta un salario mínimo (hasta mil 800 pesos mensuales); el ingreso de 11.33 millones más va de uno a dos salarios mínimos (de mil 800 a 3 mil 600 pesos) y otros 10.56 millones obtienen de dos a tres salarios mínimos (de 3 mil 600 a 5 mil 400 pesos). Entonces, bajo el criterio gubernamental, después de cubrir lo mínimo indispensable (alimentación, vivienda, transporte, vestido, salud, educación), a esos mexicanos le sobra una catarata de dinero que se niegan a ahorrar, producto de sus malos hábitos y de su escasa cultura financiera.

Un documento reciente de la ONU (Misión a México), elaborado por el relator especial de ese organismo internacional sobre el derecho a la alimentación, Olivier de Schutter, documentó que en México no se cumple el mandato constitucional de que el salario mínimo esté en conformidad con el costo de la canasta básica; en la actualidad, el salario mínimo medio interregional supone menos de la mitad de lo que se necesita para superar el umbral de la pobreza, y es bastante inferior a lo que representaría un sueldo vital, el cual debería ofrecer una renta que permita a los trabajadores vivir y asegurar la vida de sus familias, con arreglo a lo dispuesto en los artículos 6 y 7 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (ratificado por el gobierno mexicano). La Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, junto con las representaciones patronal y obrera, incumple sus deberes constitucionales y las normas internacionales de derechos humanos, lo cual no se justifica por el hecho de que la Secretaría del Trabajo y Previsión Social no haya logrado que se cumplan adecuadamente las prescripciones de la legislación laboral.

¿Qué pensará el relator especial de la ONU, Olivier de Schutter, cuando se entere de que su informe está totalmente equivocado, pues el gobierno calderonista descubrió que el problema de los mexicanos no es la carencia o la insuficiencia de ingreso, sino la ostentosa falta de ahorro? Esperemos que tal personaje no tome medidas extremas por la obvia depresión que le causará saber que estaba profundamente equivocado, que lo que vio y documento no existe, y que los mexicanos ganan tanto y lo derrochan más, que hasta se les olvida ahorrar (por cierto, algunos equivocadamente piensan que se ahorran los excedentes, nunca los faltantes).

En síntesis, con gobiernos así para qué quieren los mexicanos enemigos.

Las rebanadas del pastel

¡Alegraos!, mexicanos incrédulos, que ahora les van a modernizar la madre de todas las empresas del país, Petróleos Mexicanos, y es tal la urgencia que desde ahora los muchachos de Peña Nieto reparten frases de colección: está al alcance de la mano la reforma energética que abrirá Pemex al capital privado en 2013, pero no hay planes para privatizar la paraestatal (Luis Videgaray, en declaraciones al Wall Street Journal)… No se trata de privatizar Pemex sino, con imaginación, combinar capital público y privado (y) romper mitos que tienen atavismos históricos mal interpretados (David Penchyna, presidente de la Comisión de Energía del Senado de la República).

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