Martha Anaya
Va una anécdota que nos contó Francisco Labastida y que lanza luces sobre la posición de Acción Nacional ante la iniciativa preferente de reforma laboral que envió Felipe Calderón. La historia ocurrió apenas tres días después de la elección presidencial (el 4 de julio pasado). En pleno impacto de la debacle, pues.
Ese día en cuestión, un senador del PAN se acercó a un compañero suyo del PRI y le dijo: “Te quiero avisar oficialmente que todo lo que están negociando con (Felipe) Calderón, Jordy (Herrera) y (Juan José) Suárez Coppel, no va a salir”.
Se trataba, ni más menos, que de la reforma energética de segunda generación. Las negociaciones con el Secretario de Energía y el Director de Pemex habían llegado al punto de firmar, la noche anterior, el compromiso de aprobarla.
Desconcertado, el senador priista que escuchaba aquel “aviso oficial” le preguntó: ¿Es posición personal o de partido?
El aviso de los panistas fue hace tres meses.
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ENTRAMPADOS.- El problema del PRI ahora -más allá del porqué envió Calderón tal iniciativa a sabiendas de la posición que asumirían sus correligionarios- es cómo salir del lío en que acabaron con la iniciativa preferente en materia laboral.
Algunos consideran que lo primordial es el mensaje que se enviaría a los distintos actores y a la sociedad en el caso de no aprobarla. Ello implicaría, apuntan, un mensaje de “debilidad”, provocaría incertidumbre a la posibilidad de sacar adelante otras reformas, como la fiscal o la de Pemex, a las que consideran aún más importantes que la laboral. Y además, sostienen, alentaría la oposición en las calles y haría creer que existen posibilidades de echar para atrás las futuras reformas con presión.
Por eso creen que deben sacarla adelante. Y para ello ven dos salidas: Una, buscar una nueva redacción -consensada con el PAN- en el tema de democracia sindical que pudiera ser aceptable para los líderes de los sindicatos (esto ya se exploró en la Cámara de Diputados pero no prosperó). Dos: Perder la votación en el Senado en lo referente a lo sindical, no meter ningún cambio en la parte económica, regresarla a la Cámara de Diputados; separar lo aprobado por las dos Cámaras y enviar esa parte de la reforma laboral al Ejecutivo para su publicación (camino complicado pero quizás posible).
Otros priistas, más exaltados, piensan que sería preferible olvidarse de la reforma, congelarla, y así de paso “castigar” a los panistas por tratar de exhibirlos.
La decisión sobre la ruta a seguir la tomarán con Enrique Peña Nieto este fin de semana.
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HAN DEJADO SOLO A VALLEJO.- Otro asunto que tendrá resolver Peña Nieto en cuanto regrese a México es qué posición asumirá el PRI ante el conflicto con los normalistas michoacanos y las decisiones que ha tomado el gobernador priista Fausto Vallejo, porque de un modo u otro, ahí se está midiendo cómo van a gobernar los priistas los próximos seis años.
Hasta ahora, el PRI no ha salido en apoyo de su Gobernador. Ha guardado un pesado silencio. Lo ha dejado solo.
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GEMAS: Regalote de la maestra Elba Esther Gordillo: “No busco puestos, que nadie se preocupe, nunca he pensado ser Secretaria de Educación, ni sirvienta de nadie, salvo del SNTE”.
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