Martha Anaya
Los panistas protestaban a voz en cuello. Todos de pie, a un costado del salón, encabezados por Juan Bueno Torio. Del otro lado, los priistas igualmente todos de pie, entornando a Manlio Fabio Beltrones, Carlos Aceves del Olmo, Marco Bernal y Manuel Añorve.
Y en lo alto de la tribuna, Francisco Arroyo Vieyra -cada vez que se ponen difíciles las cosas lo envía el PRI a presidir la sesión- respondiéndole a Bueno Torio una y otra vez con voz parsimoniosa: “La Cámara de Senadores regresó la minuta en términos del 72 constitucional inciso e, no del 71…”.
No todos entendían el porqué de la precisión jurídica en esta sesión que apenas iniciaba y discutía el orden del día. Sólo sabían, y por ello luchaban, que unos querían que la reforma laboral se discutiera en ese momento en el pleno, y otros decían que no, que debía pasar a la Comisión de Trabajo. Y en medio de ello, la discusión de si seguía siendo preferente o no.
Pero los colmilludos priistas habían dado con una pifia maravillosa del presidente de la Cámara de Senadores, el panista Ernesto Cordero: Regresó la minuta a San Lázaro solicitándole a la mesa directiva de la Cámara de Diputados que aplicara el Artículo 72 constitucional. Es decir, el que da carácter de “ordinaria” (y no preferente, al que corresponde el Artículo 71) a la minuta, por lo que debía pasar a comisiones.
Y así se los hacía saber Arroyo Vieyra, mientras Bueno Torio pedía a gritos que se leyera tal oficio. Pero efectivamente, sí existía (era el DGPL-1P1A.-1203) y venía en tales términos. Por lo que luego el propio veracruzano reconocería: “Se equivocaron en el Senado”.
Sin embargo, Bueno Torio no se daba por vencido. Se acercaría al “corral” de los periodistas y diría que aunque fuera ya una minuta ordinaria, el próximo martes tendría que dictaminarse “porque así lo dice la Constitución”. Y él mismo se encargaría de solicitarlo. Pero su conclusión era que los priistas simplemente “le hacen al tío Lolo”.
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CHIQUITAS Y FEÍTAS.- Antes de iniciar la sesión, platicábamos con José González Morfín. El panista nos contaba que las oficinas que les habían tocado -a diferencia de las del Senado, y aun a diferencia de las de los propios priistas en San Lázaro- eran “chiquitas y feítas”.
Además, no todas las oficinas de las comisiones reciben el mismo trato. La de Relaciones Exteriores, citaba como ejemplo, mide como 500 metros, mientras que otras apenas si llegan a 200. Y bueno, apuntaba: “No es lo mismo ir a la oficina del PRI de algunos estados, hay algunas amplísimas… ¡nomás pide que te enseñen las de Hidalgo!”.
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MOMIAS EN LAS CURULES.- Se lució ayer la diputada priista María Esther Garza Moreno. La guanajuatense llegó tempranísimo al salón de plenos y en cada curul acomodó unas momias de charamusca -con sombrero, sarape y toda la cosa- con una tarjeta postal de su tierra. El obsequio, obvio, con motivo del Día de Muertos (el jueves comienza el puente para los legisladores). Y es que esas charamuscas, nos contó, suelen comerse en estos días junto con un atole blanco.
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GEMAS: Obsequio del diputado cetemista Carlos Aceves del Olmo: “Si esto fuera a ser una reforma laboral que, entre otras cosas, les diera más dinero a los trabajadores, entonces la sacaríamos rapidísimo…”.
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