Necesario, pronunciamiento contra malas prácticas
Miguel Ángel Velázquez / Ciudad Perdida
Los 16 que habrán de gobernar el mismo número de delegaciones en el Distrito Federal tomaron protesta ayer, bajo sospecha, y con la lupa de Miguel Ángel Mancera sobre sus cabezas.
Y no, no es que ya hubieran cometido alguna trastada aun antes de iniciar su gestión, sino porque pesa sobre ellos una herencia de corrupción muy difícil de corregir, pero que es urgente acabar ante la opinión generalizada de los habitantes de la ciudad, que ven en cada una de las oficinas de esos gobiernos un ente corrompido que poco les hace caso, y que los esquilma cada vez que requieren resolver algún trámite administrativo.
El jefe de Gobierno electo, Miguel Ángel Mancera, está bien consciente de ello e incluso ha propuesto crear un organismo que se encargue de revisar el destino de los fondos que se otorgan a las demarcaciones, es decir, transparentar la administración, pero de los delegados será la responsabilidad de sanear, a fondo, el personal que día con día trata con los habitantes de las delegaciones.
Como en cualquier lugar, en las delegaciones la corrupción tiene miles de razones. Desde los salarios, que son vergonzosamente bajos, hasta la impunidad con la que se mueven los afiliados a los sindicatos del GDF que hagan lo que hagan son inamovibles de sus puestos.
Un ejemplo claro de esa corrupción y de la desorganización que existe en la administración, es el escándalo por el emplacamiento, por lo menos irregular, de las camionetas de una empresa de televisión que fueron detenidas en Nicaragüa cargadas de dólares. Aunque sea un lugar común, vale la pena establecer que quienes manejan los módulos donde corren los trámites de ese tipo no son responsabilidad de la secretaría que debería tenerlos bajo su control.
Esta aberración disloca las responsabilidades de los funcionarios y confunde las investigaciones, pero así lo determinaron los reglamentos internos de gobierno que parecerían creados, precisamente, para cubrir con mantos de impunidad la muy mala actuación de los empleados administrativos de las delegaciones.
Debe esperarse, por parte de los delegados, de cualquier signo político, que antes de ya realicen un pronunciamiento en contra de la corrupción que acompañe las intenciones de limpieza administrativa que tiene en mente Miguel Ángel Mancera. Hay intenciones de coordinación entre los delegados que bien podrían utilizarse para dar un golpe severo a las prácticas de corrupción.
Hay quienes aseguran que el delegado en Iztapalapa, Jesús Valencia, ha estado en contacto con cuando menos cuatro delegados para formar un coordinación que les permita avanzar en problemas comunes, y aunque no se nos dijo nada acerca de la lucha en contra de las malas prácticas, no estaría de más que, para empezar, estos cuatro lanzaran una convocatoria para generalizar esa lucha.
Cosa de tomar al toro por los cuernos, dice el lugar común, y lo aseguran los gobernados.
De pasadita
Los problemas para Manuel Granados, que ahora estará la frente de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa, no esperaron mucho, aunque se sabía que un día u otro tendrían que explotar. El ex delegado en Gustavo A. Madero, Lobo, ha sido arrinconado en lo que hace a las tareas en comisiones de la diputación local, y su inconformidad, que parece que también ya estaba medida, podría obligar a Granados a tomar decisiones fuertes dentro de la ALDF. Lobo, que pasó de ser el delegado consentido de Marcelo Ebrard, y hasta su posible sucesor –según el propio Lobo–, que luego trató de convertirse en senador, en diputado federal, y terminó en el recinto de Donceles, busca junto con otros diputados desconocer a Granados, que ya tiene órdenes al respecto, y las va a cumplir. Así es la cosa.
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