Roberto Garduño / La Jornada
El año pasado, señala información de la cuenta de la hacienda pública federal 2011, mil 82 iniciativas fueron presentadas durante los dos periodos ordinarios de sesiones –que forman el año legislativo. De ellas, 95 fueron aprobadas, 104 desechadas y al resto se le dio el estatuto de pendientes.
Durante el ejercicio presupuestal de 2011 el Congreso federal erogó 8 mil 948 millones 529 mil pesos en servicios personales (sueldos y dietas de los legisladores), generales y gastos de operación.
Esa cifra representa el mayor monto destinado al Poder Legislativo en los últimos 30 años. La Cámara de Diputados dispuso de 5 mil 335 millones 335 mil pesos, y el Senado de 3 mil 613 millones 194 mil.
En el caso de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), dependiente de la Cámara de Diputados, las erogaciones ascendieron a mil 509 millones 793 pesos.
La Cámara de Diputados, que el año pasado fue administrada por el priísta Guillermo Haro Bélchez, destinó grandes montos a proyectos de inversión. La mayor erogación fue en el capítulo de servicios personales, con una variación mayor a 12 por ciento. Se ejercieron 3 mil 176 millones 21 mil pesos, pese a que el presupuesto autorizado había sido de 2 mil 836 millones.
Los argumentos para justificar ese importante incremento –más de 250 millones de pesos– para el gasto de dietas y salarios fueron las estadísticas del trabajo legislativo.
Aparentemente esos números reflejan un incremento notable y productivo del trabajo en el penúltimo año de la 61 Legislatura.
No obstante, el presupuesto destinado a ese órgano legislativo es muy superior a lo que los diputados cobran –dietas y prestaciones. En contraparte, el producto de su trabajo en comisiones y el pleno camaral es reducido.
En el Senado, refiere la cuenta pública, el gasto se ejerció con equilibrio, pues sólo se incrementó 0.8 por ciento respecto del presupuesto original. La Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados determinó en diciembre de 2010 que el gasto para el Senado se ubicara en 3 mil 585 millones de pesos, pero con el paso de los meses, en 2011, el monto se elevó a 3 mil 613 millones.
Así, el Senado ejerció su presupuesto mediante la operación de dos programas: proyectos de inmuebles, que con 602 millones de pesos alimentó el fideicomiso creado para llevar a cabo la construcción de la nueva sede de la Cámara de Senadores.
En el segundo programa, denominado actividades derivadas del trabajo legislativo, se ejercieron 3 mil 10 millones de pesos para servicios personales, gastos de operación y gasto corriente.
En la ASF el gasto ascendió a mil 509 millones de pesos.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público explica que el gasto corriente de la ASF se dirigió a servicios personales para la contratación de personal con carácter de temporal bajo el régimen de honorarios y en apoyo a los programas de fiscalización del gasto federalizado y el derecho para la fiscalización petrolera.
En el rubro donde se incrementó considerablemente el gasto fue en operación. En éste creció 75.8 por ciento en comparación con el presupuesto original. Se elevó la inversión en materiales y suministros; adquisición en equipos y bienes informáticos, compra de materiales y artículos de construcción.
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