Alfredo Jalife-Rahme / Bajo la Lupa
Ha sido la tónica en fechas recientes la campaña de corte goebbeliano que han desatado los multimedia financieristas anglosajones, en particular la revista The Economist y The Financial Times (FT), contra los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
Gideon Rachman, uno de los internacionalistas del FT, muy cercano a Israel, los patea en el aire y sentencia que se encuentran en severos problemas (11/10/12). Comienza con la división convencional de las mayores economías del mundo en dos grupos básicos (jugando con las palabras en inglés): los BRICS y los enfermos (Sicks), es decir, Estados Unidos (EU) y la Unión Europea (UE).
Se mofa del concepto de desacoplamiento (decoupling) que versa(ba) sobre el diferente camino que supuestamente habrían tomado los BRICS ante el desmoronamiento económico y financiero en ambos lados del Atlántico norte.
Juzga en forma incorrecta que el desacoplamiento quedó hecho añicos con la severa crisis de EU y la UE que los ha contagiado. Aquí podríamos pasarnos horas discutiendo, ya que una cosa es la afectación innegable de la crisis financiero/económica que inició en EU el 15 de septiembre de 2008, y otra es la flagrante indefinición de sus parámetros de medición muy etéreos que se basan en la comparación del PIB, lo cual, justamente derrumban sus asertos tanto en el seno de los BRICS como de éstos frente a la dupla EU/UE.
En el seno de los BRICS el crecimiento del PIB de China e India a 2011 (CIA world factbook) superan a los tres restantes del bloque pentapartita, lo cual exhibe un desacoplamiento interno que va desde el 8 por ciento de China hasta el 2 por ciento de Brasil (el menor) que cita Rachman. Hace trampa al ignorar el desacoplamiento de los BRICS con la dupla EU/UE (omite mañosamente las cifras) –estos dos últimos respectivamente de un mediocre 1.7 por ciento y 1.6 por ciento: es decir, menores que Brasil.
El promedio del crecimiento hasta 2011 de EU/UE es de 1.65 por ciento frente a 4.7 por ciento promedio de los BRICS, sin contar a Rusia y a Sudáfrica, cuyos datos oculta y que hasta 2011 fueron de 4.3 y 3.1 por ciento respectivamente. El promedio de los BRICS es más del doble que la dupla EU/UE, lo cual exhibe un desacoplamiento.
Rachman comenta teológicamente que el bloque pentapartita ostenta una corrupción (sic) endémica que erosiona la fe en sus sistemas políticos e impone un impuesto (sic) a sus economías.
Como se dice en México, en materia de corrupción la dupla EU/UE no canta mal las rancheras hasta en su publicitado sistema democrático electoral cuando el mismo ex presidente Jimmy Carter acaba de fustigar que su país ostenta el sistema electoral más corrupto (sic) del mundo frente al sistema electoral más perfecto del mundo que es Venezuela”, lo cual, naturalmente, los desinformadores del modelo neoliberal latinófobo ocultan. Este segundo punto de Rachman es muy endeble para sustentar su etéreo desacoplamiento. En forma extraña, cita muy laxamente a un amigo chino y a un alto industrialista indio que no identifica –lo cual es poco profesional– para fustigar a China e India desde la imperfección británica.
Apunta que en China las tensiones políticas permanecen muy elevadas con el juicio a Bo Xilai y un crucial congreso del partido en puerta. Aduce que para la pasada generación, la respuesta de China a la incertidumbre política fue siempre la misma: un rápido crecimiento económico, y conjetura que su baja a 8 por ciento es signo de problemas que reflejan la caída de la demanda en Europa, mientras sus salarios crecen muy rápido, lo cual mermará su competitividad. Falso: pese a su alza, los salarios manufactureros de China siguen siendo relativamente muy bajos.
Especula que la desaceleración de China tiene efectos deletéreos en el restantes BRICS por ser el mayor socio comercial de Brasil, India y Sudáfrica. Utiliza la abrupta caída del crecimiento de Brasil de 7.5 por ciento (2010) a un probable 2 por ciento este año. A mi juicio, es mucho más complejo que el reduccionismo mercantilista y tiene que ver con un aspecto geopolítico y, sobre todo, geofinancierista, debido al secuestro añejo de Brasil por los especuladores israelí-anglosajones de Wall Street y la City.
El megaespeculador George Soros lleva un buen periodo socavando la estabilidad financiera de Brasil, cuya presidenta, Dilma Rousseff, y su ministro de Finanzas, Guido Mantega, han criticado la guerra de divisas que libra EU y que ha perjudicado las exportaciones brasileñas debido a sus aún elevadas tasas de interés y a la exagerada revaluación del real. Rousseff no pierde oportunidad en criticar que la crisis financiera global fue made in USA, y esto, naturalmente, lo soslaya la unidimensionalidad procaz de Rachman.
Mediante un vocero clandestino, Rachman manifiesta que India sufre depresión clínica y alega que durante el verano padeció la mayor interrupción eléctrica que ha sufrido el mundo y afectó a 600 millones. Esta es otra exageración, pues de las catástrofes de cualquier índole nadie se salva: ni de Katrina en EU, ni de Fukushima en Japón, y no se acabó el mundo.
La obsesión de Rachman, adicto al neoliberalismo, se concentra en la falta de reformas económicas que evidentemente beneficien al modelo plutocrático global.
Arremete contra Rusia por el retorno de Vlady Putin al poder y considera que la revolución del shale gas (gas de esquisto) en EU es potencialmente desastroso para Rusia al disminuir el precio global del gas. Abulta un reporte de su Banco Central que predice un déficit en la cuenta corriente en los próximos tres años y pasa por alto que Rusia tiene un gran margen de maniobra financiera al desplegar una de las menores deudas del mundo y escamotea su probable complementariedad geoenergética con China.
Sobre Sudáfrica, ex colonia británica, Rachman no pierde su atavismo colonial y considera, citando a Jim O’Neill –economista de Goldman Sachs y creador del concepto geoeconómico de los BRICS– que su economía no es lo suficientemente grande para pertenecer al bloque. De nuevo peca de reduccionismo simplón, ya que la pertenencia de Sudáfrica se debe a la conexión del eje marítimo con Brasil e India mediante el Foro IBSA. La membresía de Sudáfrica, la mayor economía de su continente, tiene más que ver con su futuro estratégico que con un vulgar mercantilismo.
Su conclusión es rocambolesca y no tiene más remedio que reconocer que aún existe algo peor que los BRICS: los “enfermos (Sicks)”, ya que “la mayoría (sic) de los BRICS crecerán más rápido que los enfermos (Leáse: EU/UE) por algunos (sic) años”. No especifica el número de años y admite implícitamente que seguirá existiendo desacoplamiento entre los BRICS y la dupla EU/UE, lo cual contradice todo el cuerpo de su claudicante argumentación.
Se sale grotescamente por la tangente y asimila que, pese a todos los horrores y fracturas de los BRICS, su mayor crecimiento significa que el movimiento del poder económico y político de Occidente al mundo emergente seguirá siendo la gran historia de nuestro tiempo, lo cual es cierto y expone la esterilidad de la diatriba simplona de GR quien acaba por desmentirse.
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