Se deben aprovechar las leyes para hacer posible una vida más justa, dicen indígenas
Martín Equihua, corresponsal
El espíritu festivo en torno a la fecha histórica del 12 de octubre se agrietó progresivamente. La celebración del mestizaje esperaba que se esfumaran quienes se alejaban de ese modelo que se creyó sustrato único de la nación mexicana. Sin embargo, los pueblos indígenas están vivos y no son piezas de museo.
La memoria del episodio traumático que inició con el mal llamado “descubrimiento” no se ha ido y no puede ignorarse, si bien no debería mantener ataduras en la frustración y el perenne sentimiento victimizado. Hoy se cuenta con un marco legal, a base del gran esfuerzo social que espera abrir campo en la vida cotidiana.
Para saber lo que representa esta fecha en el aquí y ahora del siglo XXI, La Jornada Michoacán ha consultado distintas voces del pueblo purépecha que dan cuenta, también, de esa terca y viva diversidad que muchos quisieran enterrar en pos de un solo cristal para mirar el mundo.
Expondrán las “viejas demandas históricas” de autonomía, defensa de tierra y territorio, desarrollo integral, educación y cultura que reconozcan las raíces indígenas, reconocimiento a normatividad propia y a favor de una reforma constitucional estatal consultada, apunta en entrevista su vocero, Abelardo Torres Cortés.
El líder social reconoce que hay “ventanas en la actual legislación mexicana que deben ser aprovechadas”, en tanto que, en forma autocrítica, señala la “dispersión, el aislamiento y la cerrazón” de las organizaciones.
Con cierto contraste, Luis Guzmán, líder de cuna en Janitzio, señala que “la celebración del día de la raza… el descubrimiento de las Américas, es el encuentro de dos mundos, y su mezcla ha generado el mestizaje que prevalece en México”. Parece que “nosotros seguimos atados al pasado, pero la verdad es que estamos resurgiendo con una fuerza especial y las instituciones de gobierno ahora nos ven como una parte importante de México”.
Dice que “si antes nos sentíamos avergonzados por nuestra identidad, hoy estamos orgullosos”, y eso constituiría una batalla diaria para “tratar de decirle al mundo: aquí estamos y somos herederos de una rica cultura”.
Por su parte, Miguel Aguilar Toral, comunero de Nuevo San Juan, pieza clave en la historia de éxito de la Empresa Comunal de San Juan Nuevo, señala que lo que importa es “crear condiciones políticas favorables” de diálogo y consenso, desde cada comunidad, para poder detonar los proyectos que permitan soluciones a las múltiples carencias. “La mezcla de culturas nos ha favorecido”, y ejemplifica con San Juan Viejo trasladado al Nuevo San Juan después de la erupción del volcán Paricutín. “Al entrar en contacto con la cultura de Uruapan, y posteriormente con el Cristo milagroso, logramos lo que hemos hecho. Por eso, después de 520 años, nosotros decimos que cuando las culturas se mezclan dan mejor resultado para la humanidad”.
Lo que importa, cree, es que se aprenda a convivir “como hermanos indígenas que compartimos una cultura heredada por nuestros antepasados… estamos en una lucha por existir en paz con todos”.
Para el académico y ex edil de Chilchota Domingo Santiago, “no hay nada que celebrar ni motivo para desgarrarnos las vestiduras, pero sí es necesario reflexionar el momento histórico donde estamos. Parecemos pasmados, muy cómodos, sin definir nuestro propio rumbo”.
Subraya la pobreza y la desigualdad que priva en un gran sector indígena, y le parece necesario “hacer una pausa y reflexión sobre lo que Occidente entiende por desarrollo y lo que son nuestras necesidades”.
Asegura que los pueblos indígenas de México no están cerrados al conocimiento científico universal, y que “sin perder la identidad, como la empresa de San Juan”, pugnan por un desarrollo apropiado a su medio, por lo que el argumento contrario es anacrónico. Por lo demás, aprecia que desde el gobierno “se muestre voluntad aunque no es fácil, porque estando en el gobierno siempre hay muchas dificultades. La verdad es que el gobierno puede y debe hacer más”.
Para José Alfredo Reyes, originario de Pamatácuaro, “no hay nada que celebrar –el 12 de octubre–, sino reflexionar sobre qué queremos para el futuro”. En el pasado, dice, fue válido quejarse de todo, pero ahora es necesario reconocer que se han abierto espacios “aunque falte muchísimo por hacer y aunque no estemos en el poder”.
Dice que los indígenas han aprendido en las últimas décadas a movilizarse de diversas formas, “en posiciones de gobierno, políticas, partidarias, de organización civil y otras, y hemos aprendido que todas ésas son formas de lucha para hacernos visibles para alcanzar una vida más justa”.
Considera que en pocos años se verá una verdadera organización indígena, “porque todos estamos coincidiendo en que debemos respetar nuestras diferencias, pero que necesitamos trabajar juntos”.
En tanto, en un foro convocado por la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán, destacados intelectuales indígenas abordaron temas como educación, desarrollo, medio ambiente, cultura, justicia, entre otros, del que daremos cuenta en la siguiente edición.
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