Jesusa Cervantes
Desde la década de los noventa, el Congreso del Trabajo (CT), agrupación en donde confluyen organizaciones sindicales como la CTM, la CROC, la CROM, la ANDA y muchos sindicatos más, empezó a perder fuerza; en contraparte, la UNT (Unión Nacional de Trabajadores), inició su crecimiento.
Así, el máximo organismo gremial, el CT, con su decadencia y sus eternizados dirigentes gremiales se achicaba ante la fortaleza de los “sindicatos independientes” que arropaba la UNT (que también cuenta con viejos líderes como Francisco Hernández Juárez, de los telefonistas).
Desdibujado el Congreso del Trabajo, la UNT era la referencia de las luchas obreras y de todo aquello que atentara contra la Ley Federal del Trabajo.
Ahora, en el siglo XXI y ante la sorpresa de muchos, fue justamente el CT y sus agremiados los que lograron el pasado lunes poner en problemas a las corporaciones policíacas que rodearon el Senado de la República, lugar donde “se discute” la minuta de la ley laboral que la Cámara de Diputados envió el pasado 2 de octubre.
La movilización del CT, la agrupación de los sindicatos oficiales, opacó la que una semana antes grupos del movimiento #YoSoy132 o una centena de señoras lideradas por Gerardo Fernández Noroña, intentó frenar los cambios a la nueva ley.
Pero el accionar del CT nada tiene que ver con la defensa de sus agremiados –como no sean sus líderes–; se trató más bien de la defensa de sus prebendas, de la amenaza de Armando Neyra, de la CTM, o de Isaías González, de la CROM, que ven la clara intención del PRD, junto con algunos panistas, de obligar a los sindicatos a rendir cuentas a sus afiliados.
La movilización que apareció en los medios de comunicación ha tenido como eje central el rechazo de los sindicatos de corte priista a la rendición de cuentas, sin embargo existe algo más y que poco se ha difundido: se trata de la votación a favor de la llamada “cláusula de exclusión” que los 12 diputados y dirigentes sindicales votaron el pasado vienes 28 en San Lázaro sin darse cuenta.
Nadie discutió el tema en la tribuna de la Cámara de Diputados y nadie lo ha abordado en la Comisión del Trabajo del Senado, sin embargo los líderes priistas que forman parte de la CROC, la CTM y otras agrupaciones ya se dieron cuenta del cambio que tanto les afecta.
Aunque la eliminación de la cláusula de exclusión se declaró anticonstitucional desde 2001, nunca se habría intentado eliminar de la Ley Federal del Trabajo, hasta ahora que Felipe Calderón la incluyó en sus modificaciones y que nadie de la izquierda la mencionó siquiera en la Cámara de Diputados.
La izquierda y los sindicatos independientes, así como abogados e investigadores democráticos siempre han pugnado porque se elimine; y es que la citada cláusula que hoy existe no ha sido más que un arma de líderes sindicales corruptos para amedrentar a los trabajadores.
El artículo 395 dice en su segundo párrafo que “EL PATRON SEPARARÁ DEL TRABAJO A LOS MIEMBROS QUE RENUNCIEN O SEAN EXPULSADOS DEL SINDICATO CONTRATANTE.” La iniciativa de Felipe Calderón establecía la eliminación de dicho párrafo y así lo votaron en la Comisión del Trabajo, lo mismo en el pleno de la Cámara de Diputados sin que los legisladores, sobre todos, los líderes sindicales, se percataran de ello. Ahora, en el Senado parece ser que ya dieron cuenta del error.
La citada cláusula de exclusión debe anularse, sin embargo, debe tener un contrapeso, de lo contrario los “patrones” podrían utilizar su inexistencia para despedir al trabajador sin que exista un sindicato que lo defienda.
La eliminación de esta cláusula es un duro golpe para los líderes “charros” del sindicalismo, y sería una excelente noticia para el trabajador, de no ser que ahora se podría convertir en el arma perfecta para el “patrón”… a menos que se pongan los contrapesos… de lo contrario, al derogarse, lo único que lograrán los legisladores será eliminar al verdugo del dirigente sindical y transferirle esa estafeta al patrón…por ello, la ley sigue siendo “pa lo que el patrón diga”.
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