Santiago Igartúa / Proceso
A las puertas de la Embajada de los Estados Unidos en México, unidas las voluntades, los movimientos por la Paz con Justicia y Dignidad y #YoSoy132 concluyeron la jornada de 10 días por la paz y los Derechos Humanos, entre velas, risas y lágrimas.
El colectivo estudiantil se dirigió al gobierno estadunidense: “Aquí, en la embajada del país que más guerras ha arrastrado en su historia, que más civiles ha convertido en víctimas, que más armas atesora; aquí, frente a ellos, exigimos que dejen de promover esta guerra absurda, que dejen de impulsarla con los acuerdos que violentan nuestra soberanía, principalmente la Iniciativa Mérida, que dejen de ser cómplices al introducir armas a México con el operativo Rápido y Furioso, que cancelen los acuerdos de cooperación que les permiten, de manera impune, realizar operativos en nuestro territorio. Venimos a decirles que no somos una estrella más de su bandera, que no somos parte de su seguridad interna, que no aceptamos que nos exporten su sistema de violencia”, leyeron los estudiantes, ante cerca de 300 personas, vallas metálicas y granaderos como testigos.
Ahí, criticaron la política de guerra del “vecino del norte” y pidieron a sus ciudadanos que entiendan que en asesinar a los niños y mujeres, “víctimas de un sistema de exclusión y muerte”, no cabe el heroísmo.
Se dijeron convencidos de que no puede haber paz sin democracia, sin justicia, sin dignidad. “Esperamos que estos diez días por la paz sean el inicio de un proceso de transformación profunda hacia ese otro mundo que todos queremos. (Un mundo donde) este grito de todos se convierta en una sola voz, que se escuche más fuerte que las balas, que haga callar a las botas militares, que rompa con el estruendoso silencio del miedo, que sea más fuerte que los toques de queda, que nos alcance a todos, que sea una voz libre, que despierte un deseo de paz justa y digna”.
Javier Sicilia, en representación del MPJD, se dijo honrado del cobijo de los estudiantes. Los abrazó: “La lucha de los jóvenes ha sido conmovedora. Los esperábamos desde hace mucho y aquí están, para quedarse siempre y hacer la democracia y para cambiar la historia de este país tan fracturado y dolido”.
Con su voz de poeta, conmovidos los asistentes, pidió “por ese dolor que proviene de la muerte más honda, y tiene el nombre y el rostro de todos nuestros muertos y nuestros desaparecidos, un minuto de silencio”.
Sicilia explicó la razón de concluir las jornadas por la paz frente a la embajada gringa como un acto simbólico: “El dolor que sufrimos a causa de esta absurda guerra contra las drogas tiene un origen binacional. México puso la corrupción y los muertos, los Estados Unidos las narices y las armas.
“Nosotros que desde hace año y medio no hemos dejado de marchar para terminar esta guerra, para hacerle justicia a las víctimas, para rescatar la dignidad de lo humano y salvar la democracia, no lo aceptamos. Y hemos venido hasta aquí, hasta esta frontera simbólica, a decirle de nuevo al Estado norteamericano y al Estado mexicano, a los poderes fácticos que florecen bajo el amparo de la guerra y han convertido nuestra época en un tiempo de penuria, que no lo lograrán. Venimos a decirles de nuevo que, a pesar de todos los sufrimientos que nos han infringido, a pesar de este dolor sin nombre que día con día se empeñan en grabar en nuestra carne, que a pesar de que quieren instalarnos la violencia, en creciente progreso, como forma de vida, a pesar de la confusión que han sembrado, estamos de pie y que los obligaremos, con nuestra dignidad, a construir la paz y a ponerla como prioridad”, concluyó el poeta.
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