Y sin embargo ¡se mueve!

Francisco Rodriguez / Índice Político

Constituidos en Santa Inquisición, los magistrados del Tribunal Electoral se comportaron como los viejos teólogos que, en su momento, rechazaron la evidencia del eppur si muove. Custodios aparentes de la legalidad, Luna, Alanís, Carrasco, Galván, González, Nava y Penagos disfrazaron a ésta de legalismos. Desconocieron la realidad y la enmascararon con palabrería libresca. Votaron unánimes, y revelaron el dizque ya desterrado autoritarismo… o el interés común de los ascensos, las recompensas, los premios.

Ni una crítica al proceso electoral. Todo “retechulo de bonito”, cuando es harto evidente que todos los partidos políticos –todos-- ensuciaron el trayecto de los ciudadanos a las urnas y distorsionaron la voluntad de éstos depositada en las mismas. Aunque, eso sí, hubo “unos más puercos que otros”.

Fueron los ciudadanos los “extras” de este otro montaje telenovelero. El propio Tribunal falló que carecemos de personalidad jurídica. La última y única voluntad, entonces, es la de esos siete que, seguro, no son ciudadanos.

Así, el triunfador de los comicios lo hizo sólo por siete votos.

Los de la ciudadanía no contaron. Valieron nada más los emitidos el viernes por esos poderosos jueces.

Y ante ello, nuevamente hay que darle la razón al clásico Montesquieu. Su experiencia, su conocimiento del Estado Absoluto, lo hizo rechazar, en El Espíritu de las Leyes, el poder de los jueces, de los que dijo que debían ser sólo la boca muda que pronuncia las palabras de la ley y que su poder debía de ser, de alguna manera, nulo.

Esto es, nada de interpretaciones. Nada de justificaciones políticas. Que sí las hubo en el repetido fallido fallo de este todopoderoso Tribunal.

Y vuelvo a Montesquieu. Su muy conocido diagnóstico de que todo poder tiende a crecer hasta que es detenido y el de que ese desarrollo del poder conduce al abuso y a la arrogancia --aunque se formuló respecto al rey, al emperador-- cae como anillo al dedo de los magistrados electorales.

Hay que limitar a los magistrados electorales. Hay que restarles supremacía, que no cabe en un estado que se dice democrático. Hay que seleccionar para esos cargos a quienes ya no tengan ambiciones políticas.

Porque el quid del fallido fallo está precisamente ahí. En la politización de los procesos jurisdiccionales, entre otras cosas debido a que el ineficiente Instituto Federal Electoral trasladó a los magistrados los debates que debieron ser resueltos en su sede. Y tal fue lo que aumentó el poder de quienes dictaron la última palabra.

Así, en lugar de debates políticos entre los representantes de los partidos en el IFE, tuvimos unanimidad de los magistrados del Tribunal. Y fea cosa, muy fea, es efectivamente la unanimidad.

Y así las cosas, hemos visto de nueva cuenta como instituciones tan vitales como el IFE y el Tribunal Electoral se tergiversan y se convierten en barreras protectoras de la arbitrariedad, perdiendo la riqueza de su sentido originario.

Pero, para que nadie se sienta insatisfecho, ya asoma una nueva reforma política que, nos recetan en declaración tras declaración, subsanará los errores que se hayan encontrado en el más reciente proceso electoral: los de la espotización excesiva, ad nauseam… los de la compra y la coacción del voto… los de la integración del IFE… y los del Tribunal.

Así hasta el infinito. O hasta que el destino nos alcance.

Soslayaron, rechazaron, no encontraron las pruebas de la sucia elección los magistrados.

Teólogos de los cánones legalistas, no quieren percatarse de que su sospechosa y acrítica unanimidad puede ser rebasada por los movimientos sociales.

Y sí, pese a todo, ¡se mueve!

Índice Flamígero: Sobre lo que sigue, lo que viene, habló ayer el coordinador de la minoría más grande de la Cámara Baja, Manlio Fabio Beltrones: “La funcionalidad de las instituciones es necesaria para instrumentar el proyecto de cambio con rumbo y a ello habremos de dedicarnos desde la Cámara de Diputados, porque la expectativa de la ciudadanía es, precisamente, que los poderes constituidos trabajen para que tengamos una democracia de resultados”. + + + Mi solidaridad con René Serrano García, fundador y director general de La Región, importante medio de Zitácuaro, Michoacán. + + + Faltan ya sólo 89 días que, ante la caída en los niveles de aceptación de usted ya sabe quién, pueden convertirse en los más peligrosos.

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