Último show, por fin

La realidad, ausente
Vivir en Calderolandia

Carlos Fernández-Vega / México SA


Desde ayer, millones de mexicanos forman largas filas frente a la residencia oficial, con el fin de obtener visa y así poder residir en el mágico país descrito por el inquilino de Los Pinos en lo que él denominó sexto Informe de gobierno. Equivocada, como siempre, la paisanada pensó que Felipe Calderón le pediría perdón por las barbaridades cometidas durante su sexenio, pero no fue así. En cambio, el susodicho describió las maravillas de calderolandia, y la prole lo escuchó presumir: “trabajamos sin descanso para crear un conjunto de condiciones de bienestar… El corazón del esfuerzo es proporcionar a nuestros jóvenes más y mejores oportunidades de empleo… Nuestra economía no sólo está de pie, sino que avanza firme por la senda de la competitividad, el crecimiento y la generación de empleo… Nos propusimos mejorar los ingresos, las capacidades, las libertades y las condiciones de vida de las familias sin comprometer el patrimonio de las generaciones futuras… Las familias ya no se empobrecen de la noche a la mañana… La economía mexicana es fuerte, está en crecimiento, genera empleo y tiene baja inflación”.

Y se quedó tan tranquilo, pero la mexicanada no, pues concluyó que para sobrevivir no hay de otra que obtener visa para wonderland. Así, Felipe Calderón es al país lo que el IFE y el Trife a las elecciones y a la democracia: sólo éxitos virtuales, ni un solo error, ni una sola inconsistencia, ninguna ilegalidad, ningún delito, ningún exceso, ninguna prueba contundente. La perfección como norma de vida, aunque sea de mentiritas. Así, Calderolandia superó a Foxilandia. La única buena noticia real que aportó el sexto show faraónico del locutor Jelipe es que ya no habrá otro bajo su conducción. La mala, que allí viene el copetón.

Para los habitantes de esta deteriorada República, ¿en serio las cosas marcharon de maravilla en el sexenio de los cuentos? (absténganse de responder). El Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la UNAM nos ofrece un paseo por la realidad nacional, única ostentosamente ausente del discurso de Calderón. Va pues: en el país, la situación de los trabajadores es cada día peor. Los pronunciamientos de los funcionarios, de quienes desgobiernan el país y de los que se alistan a continuar con las mismas políticas gubernamentales no muestran en nada la realidad que viven hoy las familias de los trabajadores del campo y de la ciudad. Las familias mexicanas ven cada día cómo su dinero alcanza para menos, y al mismo tiempo deben trabajar más horas para adquirir lo mínimo necesario para alimentarse, a pesar de los discursos y estadísticas oficiales que anuncian que todo va bien.

El sexenio de Calderón terminó con la esperanza de muchos trabajadores mexicanos de mejorar su nivel de vida. Dicha situación no tiene visos de corregirse con el desgobierno entrante (Enrique Peña Nieto), que durante su gestión en el estado de México incrementó 50 por ciento el número de personas que viven de la basura o desperdicios de alimentos, situación que es muestra de una política generalizada que golpea el ingreso de los trabajadores mexicanos. La mágica bonanza presumida por el inquilino de Los Pinos contrasta con el constante ingenio de las familias mexicanas para conseguir el gasto del día. Aun así, ellas han dejado de comprar con la misma frecuencia y calidad varios alimentos como carne, leche, huevo, pan, entre otros. Son cada vez más los alimentos que han dejado de verse en la mesa de los hogares mexicanos, y si se llegan a comprar es una cantidad cada vez en menor.

La canasta básica constitucional integral (CBCI) para una familia promedio en México tiene un precio diario de 940 pesos para cubrir todas las necesidades que marca la Constitución, considerando bienes y productos de primera calidad, es decir, el equivalente a 15.08 salarios mínimos diarios, lo que significa que solamente 1.8 por ciento de la población nacional puede adquirirla diariamente, mientras que al 98.2 por ciento restante no le alcanza ni puede aspirar a tener un nivel de vida de acuerdo con lo estipulado en la Carta Magna. Por sus privilegios y nivel de vida, la clase política no entiende mucho del precario nivel de vida y laboral de los trabajadores mexicanos.

La condición económica de las familias en México se ha deteriorado a tal grado que para mayo de 2012 el 46.88 por ciento de ellas obtiene un ingreso mensual de 6 mil 656.67 pesos, pero incorporando a tres miembros de la familia para ayudar al ingreso mensual, para garantizar diariamente 3.56 salarios mínimos, y sumar entre los tres miembros de la familia 150.67 horas de trabajo. El ingreso mensual de cada uno de los miembros de la familia en promedio es de 2 mil 218.89 pesos, lo que representa tener un empleo en el que la remuneración diaria corresponda a 1.18 por ciento del salario mínimo. Sólo en 2012 (hasta agosto) el calderonato ha dejado un incremento acumulado del precio ponderado diario de la canasta alimenticia recomendable (CAR, la cual sólo considera alimentos básicos) de 12.96 por ciento, y la tendencia se mantiene ascendente, es decir, tres veces por arriba del crecimiento nominal al salario mínimo en el presente año (4.2 por ciento).

La investigación del CAM subraya: Calderón en nada mejoró la situación de los trabajadores. Por el contrario, se caracterizó por mantener aumentos salariales cercanos a 4 por ciento anual, lo que se reflejó en una caída (43.1 por ciento) en el poder adquisitivo de los trabajadores; el salario mínimo nominal en el periodo aumentó 28.06 por ciento; el precio ponderado de la canasta alimenticia recomendable, en 125.37 por ciento. Es más que evidente que la política de Calderón no buscaba mejorar el nivel de vida de los trabajadores; su gobierno entrega peores cuentas que las del mismo Vicente Fox.

Para recuperar la pérdida de poder adquisitivo (43.1 por ciento) registrada sólo con Calderón, y si se mantuviera el incremento salarial promedio de cada año (4 por ciento), se tendrían que congelar los precios de los productos de la CAR durante 47 años y aumentar año con año sólo el salario mínimo diario entre 4 y 5 por ciento. Así, para 2059 el salario mínimo sería de 184.42 pesos y el precio de la CAR de 183.59 pesos. En resumen, tendrían que pasar nueve generaciones de mexicanos para que con un salario mínimo cualquier trabajador pudiera adquirir íntegra la canasta básica de alimentos.

Pero Calderolandia es otra cosa, y ahora debe enfrentar la multitudinaria demanda de visa por parte de la mexicanada.

Las rebanadas del pastel

Fe de erratas: cuando Calderón dice pido a todos los mexicanos que por encima de cualquier diferencia apoyemos en lo esencial al presidente electo de México, debe leerse negocié impunidad con el copetón y a rajarse a su casa.

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