Preocupación latente

Aeropuerto alterno
Medidas contra impacto

Miguel Ángel Velázquez / Ciudad Perdida

Una de las preocupaciones que no dejan en paz a Miguel Ángel Mancera es la intención del próximo gobierno federal de retomar el proyecto de construir otro aeropuerto internacional, además del que existe en el oriente del Distrito Federal.

La información que se tiene en la casa de campaña del jefe de Gobierno electo es que la idea no ha desaparecido; por el contrario, los argumentos en favor se han multiplicado sin importar el altísimo costo político que esto pudiera representar para Enrique Peña Nieto.

La experiencia de San Salvador Atenco, según se dice del lado priísta, no parece molestar a quienes proyectaron el reinicio de ese proyecto, que debería iniciarse antes de que se cumpla el primer año de gobierno, dada la magnitud de la obra.

En esa idea corren juntos dos de los más importantes pilares políticos de Peña Nieto: por un lado, Miguel Osorio Chong, y por el otro, Jesús Murillo Karam, ambos nativos del estado de Hidalgo, entidad, que desde el fracaso de Atenco ha sido mencionada una y otra vez como la alternativa para construir la eventual terminal aérea.

Hay quienes aseguran que los terrenos donde podría crearse el nuevo aeropuerto son propiedad de Murillo, y que allí radica el interés de los hidalguenses del equipo de trabajo de Peña Nieto para echar a andar esa posibilidad, aunque, a decir verdad, nadie conoce con exactitud cuál podría ser el lugar para la sede de la terminal.


Sea como sea, en las oficinas de Miguel Ángel Mancera se mira la posibilidad con mucho cuidado, y se estudia el impacto que podría tener un trabajo como ése en la parte nororiente del Distrito Federal, en especial en las delegaciones Venustiano Carranza y Gustavo A. Madero, y hasta en el mismo centro de la ciudad, en la Cuauhtémoc, donde parte de la actividad comercial tiene su eje en el aeropuerto capitalino.

Eso sin contar el número de personas que trabajan en esa central y que habitan en esa parte de la ciudad; gente dedicada a los múltiples servicios que se prestan en ese lugar y que se verían afectados, decididamente, si el proyecto prospera.

De ahí que la preocupación ha cobrado un lugar preponderante en la visión de quienes laboran en las oficinas de Mancera, donde se buscan alternativas que pudieran aliviar una situación adversa para esa gente, y para el DF en general, dada la importancia económica del aeropuerto para toda la ciudad.

Para Mancera, la situación, aun como proyecto, resulta más que delicada, y en las reuniones que ha tenido con quienes trabajan a su lado ha dicho que se tiene que defender al Distrito Federal en cada una de las áreas que resultarían impactadas negativamente por una decisión como la que se ha propuesto.

De cualquier forma, si lo que hasta ahora, cuando menos para nosotros, es una especie sin confirmar cristalizara, el próximo gobierno de la ciudad no quiere correr riesgos y se estudian planes de capacitación y empleo que pudieran dar algún tipo de salida para quienes se quedarían sin empleo ante el cierre parcial o total de la terminal, es decir, ya se construye la respuesta frente a la posible adversidad.

De pasadita

La iniciativa de los diputados, en especial la del federal Carlos Reyes Gámiz, para borrar del ámbito judicial la figura del arraigo posiblemente choque con las intenciones del gobierno entrante en el DF, dado que para el próximo jefe de Gobierno el arraigo de los sospechosos es un arma de mayor importancia para impedir la fuga y la impunidad, pero para los diputados se trata de una violación a los derechos humanos, y eso no debe existir en la capital, donde los derechos del ciudadano, dicen, son el valor más importante.

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