Contra lo que muchos pensábamos, imaginábamos o simplemente deseábamos, los que vienen no serán mejores tiempos para la libertad de prensa. Personajes cercanos al presidente electo Enrique Peña Nieto marcan desde ya la ruta que muchos de ellos podrían seguir en la relación entre medios de comunicación y gobierno.
Federico Berrueto, socio de la controvertida empresa Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE) encabezada por Liébano Sáenz, ha presentado sendas demandas en contra del periodista Raymundo Riva Palacio por las opiniones que éste ha vertido sobre el cuestionable desempeño y fallidos resultados, así como los conflictos de interés de la firma nacida bajo el amparo de otro priísta, el ex gobernador coahuilense Enrique Martínez y Martínez, también próximo a Peña Nieto desde que aquél fuera delegado del PRI en el Estado de México durante la campaña que hizo al segundo gobernador de esa entidad.
En diferentes juzgados y con la misma acusación, pero desde hace un par de semanas bajo el patrocinio legal de Arsenio Farell Jr. –de cuyo despacho Sáenz ha sido socio–, se juzga a Riva Palacio por haber brindado datos duros en una columna publicada en el 2010 donde desmenuza los resultados electorales en Yucatán y cómo GCE habría participado en el diseño y hasta en la ejecución –a través de push polls o anti-éticas encuestas para persuadir a los potenciales electores– del proceso que llevó al PRI a un triunfo cuestionable.
No son estos buenos tiempos para la libertad de prensa y, todo indica, tampoco lo serán los próximos años. Porque a Riva Palacio lo demandó Berrueto desde el año anterior. Y a la llegada de Farell Jr. al asunto, éste volvió a presentar la misma demanda en otro juzgado.
La historia reciente de la prensa abunda en persecuciones; muchas, orquestadas desde el gobierno, independientemente del partido que lo ocupe. Lo novedoso desde hace un tiempo es la diversidad de métodos: la agresión física no ha pasado de moda, pero convive con formas de represión que intentan dar legitimidad a los ataques.
Precisó que el ánimo represivo no ha cambiado, pero se refinó, de la misma manera en que los autoritarismos han dejado sus viejas envolturas de dictadura para convertirse en algo más solapado, de apariencia democrática. Los enemigos de la prensa independiente ya no recurren solo a la pistola; también echan mano de armas más sutiles, como las leyes, la propaganda y la economía.
Pero, y a todo esto, ¿por qué es Berrueto quien demanda al colega? ¿Por qué no lo hizo, desde el inicio, directa y personalmente Liébano Sáenz? ¿Será que el ex secretario particular de Ernesto Zedillo espera verse favorecido con algún encargo en la próxima Administración Federal y un asunto oscuro como éste no abonaría puntos a su aspiración?
En los corrillos, empero, es a Sáenz a quien se atribuye la demanda en contra de Riva Palacio, colocando a Berrueto como simple mano del gato que, para Liébano, saca del fuego las castañas.
Méritos para figurar en el siguiente gobierno tiene quien es cabeza de GCE. No sólo fue que a través de su empresa el PRI se vio favorecido en diversos procesos electorales de los últimos años –muy en especial el de la gubernatura del Estado de México, para el que publicó un tracking poll –¿o pushing poll?– cotidiano en la primera página del diario Milenio, sino porque, igual, en no pocos espacios periodísticos se documentó la presencia de Sáenz en el llamado war room del entonces precandidato Peña Nieto, que encabezó un funcionario de Televisa, llamado Alejandro Quintero… lo que automáticamente habría restado imparcialidad a la firma GCE.
Son ya muchos los conflictos en los que se ha visto envuelta una empresa tan joven como GCE. Habría que recordar el caso michoacano donde el ahora gobernador Fausto Vallejo señaló que la encuestadora trabajaba para el mejor postor. O bastaría asomarse a su página de internet para percatarse que las aclaraciones y los desmentidos menudean.
¿Esta es, pues, la ruta que la próxima Administración seguirá en su relación con la prensa independiente?
Liébano Sáenz y, a trasmano, Federico Berrueto saben la respuesta.
Índice Flamígero: Lección de periodismo: “Nunca hay que obviar lo obvio”. Así pues, mi solidaridad fraterna con Raymundo Riva Palacio. + + + Faltan 68 días para que concluya la ocupación de Los Pinos que, al amparo de un venal Tribunal, perpetró Felipe Calderón.
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