Jesusa Cervantes
Si Enrique Peña Nieto es para Carlos Salinas de Gortari “la esperanza”, para la nomenklatura financiera será el cuerno de la abundancia, la garantía de la impunidad y el abuso que podrían convertirse en coraje y reclamo ciudadano.
Se ha sostenido que el grupo compacto de Peña Nieto, encabezado por Luis Videgaray, Luis Miranda y Luis Vega, lo llevaron al lugar en que hoy esta, –avalado como presidente de México por un tribunal electoral que la población no avala, pero eso es otro asunto–.
No fue la política ni los políticos los que lo llevaron al poder, de ahí que hoy Carlos Salinas de Gortari se le rinda hoy a sus pies. Fue el dinero, fueron los operadores que se allegaron recursos económicos de varias fuentes para comprar una elección.
Salinas jugó en dos vías: la política, –con Manlio Fabio Beltrones como favorito–, y la económica, con Peña Nieto a la cabeza. El grupo compacto fue ganando espacios, desde 2009, cuando Luis Videgaray se impuso en la comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados para entregar carretonadas de dinero a los estados, vía obras, sobre todo de agua y carreteras; además de sumar políticos a la causa que tiene a Peña Nieto a la cabeza.
Las versiones sobre la maleta que cargaba Videgaray en cada elección local para, a nombre del Peña Nieto darle su apoyo, son muchas. Fuera de los rumores, lo cierto es que Videgaray a lo largo de su carrera, que por supuesto no inició con el hoy reconocido por el Trife, tendió puentes, fijó rutas y lo más importante: hizo amarres con la nomenklatura financiera.
El dinero fluyó al PRI como no sucedió con Roberto Madrazo, político que se enfrentó al gobierno federal en 1994, y recursos que tampoco fluyeron con Francisco Labastida cuando creyó que le bastaría el dinero de la caja chica, Pemex, para ganarle al entonces carismático, –antes de ser negado más de tres veces por quienes propalaron y ejercieron el voto útil–, Vicente Fox.
El encargado de distribuir lo que el otro par de luises obtenía, fue Luis Vega. Era quien tenía el billete en mano para pasarlo a otras.
Para la operación de los ríos de dinero hacía falta que Videgaray pusiera en marcha sus pactos con la nomenklatura financiera. Sin ellos Videgaray y Vega no hubieran podido alcanza la meta: la Presidencia de la República que podrá atascarse de los beneficios por sus servicios.
Me refiero por supuesto a los bancos. A los dueños de los bancos que son los mismos propietarios de los supermercados (Soriana), que son los mismos dueños de las televisoras (Televisa y TV Azteca), que son los dueños de los hospitales, de las constructoras, en suma, los que se creen y ejercen como dueños de México.
Esa es la parte visible de esta nomenklatura, los que forman parte de los consejos de administración de los bancos.
Estos prestaron sus servicios, como Monex, Banamex-Soriana, HSBC, etcétera, haciendo transferencias (transa…cciones le llaman otros) bancarias electrónicas vía SPEI. El ejemplo más claro está en aquel que denunció el diputado Ricardo Monreal y que consistió en la transferencia de una cuenta del estado de México a un particular por 50 millones de pesos. Y que lo “particular” de éste joven, Marco Antonio González Pak, es que su liga llegó hasta la Fundación priista Isidro Favela.
La operación se realizó a través de Scotiabank, –seguramente el banco del sexenio como lo será Soriana–; el gobierno del Edomex la negó de manera insistente, hasta amenazó con denunciar a Monreal. Para enterrar el error se borró el nombre del joven y se puso Edomex. El hecho lo denunció Monreal y advirtió que por alterar el documento denunciaría al gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, una de las cabezas de esta nomenklatura financiera.
Scotiabank tuvo que asumir el error y decir que se había equivocado. ¡Vaya equivocación de 50 millones de pesos! ¡Poco más de la décima parte del tope de campaña!
Hasta aquí podemos hablar de simple cinismo, por qué quién va a creer un error de esa millonada. Pero el regalo mayor para los reporteros fue el desliz del secretario de finanzas del Edomex, Raúl Murrieta, quien apenas el jueves pasado “aceptó” que hubo esa transacción, pero que por un error de “algoritmo” se mandó casualmente a un muchacho que llevaba hasta la fundación priista Isidro Favela.
Pero no solo eso, reveló que hubo otras dos transacciones que tuvieron errores. No dio montos ni nombres. Ante tal revelación a uno le vienen a la mente otras transferencias, vía SPEI, que sumaron 8 mil millones de pesos, operadas por Videgaray, como documentó el Movimiento Progresista.
Mismo banco, Scotiabank, misma vía SPEI. ¿Habrán sido otro error los 8 mil millones de pesos que también negó tres veces el Edomex?
Esa otra parte de la nomenklatura financiera de la cual el propio Videgaray forma parte, salió a la luz cuando Agustín Carstens decidió que no se le tocara por denuncia alguna. A esta pertenecen también Alfredo Gutiérrez Ortíz Mena, titular del Sistema de Administración Tributaria; el presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, Guillemo Babatz Torres; Francisco Gil Díaz; los Murrieta Cummings (unos están en Edomex otros en Pemex); José Suárez Coppel (casi hermano de Gil Díaz); Enrique de la Madrid (ex funcionario de HSBC); Pedro Aspe; los hermanos Werner.
Esta nomenklatura financiera se fue entrelazando con la nomenklatura política, aquella a la que tanto culpó de las desgracias familiares el expresidente Carlos Salinas de Gortari.
El claro ejemplo de esa simbiosis es Luis Videgaray, de ahí que haya sido él la pieza clave para llevar a Peña Nieto a la silla presidencial.
Los otros grupos de apoyo, sólo fueron eso; pero que sin duda alguna también cobrarán a un precio alto el favor; igual lo hará esta fortalecida nomenklatura financiera… para reclamo y coraje de los otros, la ciudadanía.
Si Enrique Peña Nieto es para Carlos Salinas de Gortari “la esperanza”, para la nomenklatura financiera será el cuerno de la abundancia, la garantía de la impunidad y el abuso que podrían convertirse en coraje y reclamo ciudadano.
Se ha sostenido que el grupo compacto de Peña Nieto, encabezado por Luis Videgaray, Luis Miranda y Luis Vega, lo llevaron al lugar en que hoy esta, –avalado como presidente de México por un tribunal electoral que la población no avala, pero eso es otro asunto–.
No fue la política ni los políticos los que lo llevaron al poder, de ahí que hoy Carlos Salinas de Gortari se le rinda hoy a sus pies. Fue el dinero, fueron los operadores que se allegaron recursos económicos de varias fuentes para comprar una elección.
Salinas jugó en dos vías: la política, –con Manlio Fabio Beltrones como favorito–, y la económica, con Peña Nieto a la cabeza. El grupo compacto fue ganando espacios, desde 2009, cuando Luis Videgaray se impuso en la comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados para entregar carretonadas de dinero a los estados, vía obras, sobre todo de agua y carreteras; además de sumar políticos a la causa que tiene a Peña Nieto a la cabeza.
Las versiones sobre la maleta que cargaba Videgaray en cada elección local para, a nombre del Peña Nieto darle su apoyo, son muchas. Fuera de los rumores, lo cierto es que Videgaray a lo largo de su carrera, que por supuesto no inició con el hoy reconocido por el Trife, tendió puentes, fijó rutas y lo más importante: hizo amarres con la nomenklatura financiera.
El dinero fluyó al PRI como no sucedió con Roberto Madrazo, político que se enfrentó al gobierno federal en 1994, y recursos que tampoco fluyeron con Francisco Labastida cuando creyó que le bastaría el dinero de la caja chica, Pemex, para ganarle al entonces carismático, –antes de ser negado más de tres veces por quienes propalaron y ejercieron el voto útil–, Vicente Fox.
El encargado de distribuir lo que el otro par de luises obtenía, fue Luis Vega. Era quien tenía el billete en mano para pasarlo a otras.
Para la operación de los ríos de dinero hacía falta que Videgaray pusiera en marcha sus pactos con la nomenklatura financiera. Sin ellos Videgaray y Vega no hubieran podido alcanza la meta: la Presidencia de la República que podrá atascarse de los beneficios por sus servicios.
Me refiero por supuesto a los bancos. A los dueños de los bancos que son los mismos propietarios de los supermercados (Soriana), que son los mismos dueños de las televisoras (Televisa y TV Azteca), que son los dueños de los hospitales, de las constructoras, en suma, los que se creen y ejercen como dueños de México.
Esa es la parte visible de esta nomenklatura, los que forman parte de los consejos de administración de los bancos.
Estos prestaron sus servicios, como Monex, Banamex-Soriana, HSBC, etcétera, haciendo transferencias (transa…cciones le llaman otros) bancarias electrónicas vía SPEI. El ejemplo más claro está en aquel que denunció el diputado Ricardo Monreal y que consistió en la transferencia de una cuenta del estado de México a un particular por 50 millones de pesos. Y que lo “particular” de éste joven, Marco Antonio González Pak, es que su liga llegó hasta la Fundación priista Isidro Favela.
La operación se realizó a través de Scotiabank, –seguramente el banco del sexenio como lo será Soriana–; el gobierno del Edomex la negó de manera insistente, hasta amenazó con denunciar a Monreal. Para enterrar el error se borró el nombre del joven y se puso Edomex. El hecho lo denunció Monreal y advirtió que por alterar el documento denunciaría al gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, una de las cabezas de esta nomenklatura financiera.
Scotiabank tuvo que asumir el error y decir que se había equivocado. ¡Vaya equivocación de 50 millones de pesos! ¡Poco más de la décima parte del tope de campaña!
Hasta aquí podemos hablar de simple cinismo, por qué quién va a creer un error de esa millonada. Pero el regalo mayor para los reporteros fue el desliz del secretario de finanzas del Edomex, Raúl Murrieta, quien apenas el jueves pasado “aceptó” que hubo esa transacción, pero que por un error de “algoritmo” se mandó casualmente a un muchacho que llevaba hasta la fundación priista Isidro Favela.
Pero no solo eso, reveló que hubo otras dos transacciones que tuvieron errores. No dio montos ni nombres. Ante tal revelación a uno le vienen a la mente otras transferencias, vía SPEI, que sumaron 8 mil millones de pesos, operadas por Videgaray, como documentó el Movimiento Progresista.
Mismo banco, Scotiabank, misma vía SPEI. ¿Habrán sido otro error los 8 mil millones de pesos que también negó tres veces el Edomex?
Esa otra parte de la nomenklatura financiera de la cual el propio Videgaray forma parte, salió a la luz cuando Agustín Carstens decidió que no se le tocara por denuncia alguna. A esta pertenecen también Alfredo Gutiérrez Ortíz Mena, titular del Sistema de Administración Tributaria; el presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, Guillemo Babatz Torres; Francisco Gil Díaz; los Murrieta Cummings (unos están en Edomex otros en Pemex); José Suárez Coppel (casi hermano de Gil Díaz); Enrique de la Madrid (ex funcionario de HSBC); Pedro Aspe; los hermanos Werner.
Esta nomenklatura financiera se fue entrelazando con la nomenklatura política, aquella a la que tanto culpó de las desgracias familiares el expresidente Carlos Salinas de Gortari.
El claro ejemplo de esa simbiosis es Luis Videgaray, de ahí que haya sido él la pieza clave para llevar a Peña Nieto a la silla presidencial.
Los otros grupos de apoyo, sólo fueron eso; pero que sin duda alguna también cobrarán a un precio alto el favor; igual lo hará esta fortalecida nomenklatura financiera… para reclamo y coraje de los otros, la ciudadanía.
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