La desnuclearización de Medio Oriente: propuesta de la Cumbre de los No Alineados

Alfredo Jalife-Rahme / Bajo la Lupa

Además de la inesperada resurrección del Movimiento de los No Alineados (MNA: 120 de los 193 países de la ONU y 55 por ciento de la población mundial) celebrada en Teherán y a la que acudió en forma impactante el secretario general de la ONU –Ban Ki-moon–, al unísono del nuevo ajuste geopolítico regional y de la imperativa formación de un nuevo bloque multimediático alternativo de carácter polifónico para contrarrestar la propaganda monofónica de la desinformación occidental (ver Bajo la Lupa; 2/9/12), fue lanzada la propuesta de la desnuclearización de Medio Oriente, lo cual ha puesto en la picota la posesión clandestina de un máximo de 400 bombas nucleares por Israel (según el excelso Boletín de Científicos Estadunidenses), que goza de selectivas canonjías celestiales al impedir el acceso de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) y al rehusar con arrogancia firmar el Tratado de No Proliferación (TNP) de Armas Nucleares.

Curioso: la teocracia jomeinista de Irán, tan maltratada por la mendacidad unilateral de los multimedia occidentales, acepta las inspecciones de la AIEA y es firmante del TNP, mientras Israel se da el lujo de pontificar al mundo entero gracias al apoyo incondicional de la dupla anglosajona sometida al lobby israelí (ver libro El lobby israelí y la política exterior de EU, de los consagrados politólogos John J. Mearsheimer y Stepehen M. Walt), que, por fortuna, empieza a ser severamente cuestionado en los circuitos democráticos de Estados Unidos.

La trascendental cumbre del MNA puso el dedo en varias llagas del caduco orden unipolar, en especial, a mi juicio, el apartheid de la monofonía multimediática occidental.

Según el portal geoestratégico europeo Dedefensa.org (1/9/12), el presidente iraní Mahmud Ajmadineyad fue mucho más lejos de lo que se ha manejado en los multimedia regionales al proponer una portentosa cooperación colectiva con las estrategias necesarias que incluyan un fondo monetario (¡súper sic!), un banco (sic) y estructuras económicas y de seguros independientes (sic), mediante el diseño de nuevos métodos comerciales, que incluyan transacciones con divisas nacionales (¡súper sic!) y la eliminación de una divisa específica de las transacciones globales. ¿Se intensifica la guerra de divisas como reflejo del giro hacia el incipiente nuevo orden multipolar?

¿Se habrá percatado Ajmadineyad de que prácticamente el MNA, en caso de ser aceptada la audaz propuesta de liberación financiero-económico-mercantil del G-7/OTAN/Israel, estaría a punto de una rebelión multipolar en contra de la hegemonía israelí/anglosajona que impera desde la Segunda Guerra Mundial?

Por menos fueron defenestrados el iraquí Saddam Hussein, quien propuso la venta del petróleo en euros en lugar de dólares, y el libio Muammar Kaddafi (literalmente sodomizado por agentes de Estados Unidos, según el presidente ruso Vladimir Putin), quien había lanzado la temeraria idea de una divisa africana (el dinar oro) y un fondo monetario africano.

Claro: ni Saddam ni Kaddafi gozaban, como ahora el muy hábil Ajmadineyad, de la tácita aprobación del MNA de 120 países que, por la propia dinámica de los sucesos, aisló, en primer término, a Israel, y en segundo término a la dupla anglosajona EU/Gran Bretaña.

Los pretendidos aisladores acabaron aislados: esa puede ser la síntesis real de la cumbre MNA de Teherán.

Al centro geoestratégico europeo Dedefensa le pasmó la presencia notable de las seis petromonarquías del Golfo –incluyendo Arabia Saudita y Qatar– en la cumbre del MNA, que puede representar un punto de inflexión de la geopolítica regional y de su giro al incipiente nuevo orden multipolar.

El investigador estadunidense Wayne Madsen (Strategic-culture.org, 30/8/12) concede notable relevancia a la presencia de Arabia Saudita y aduce que, consecutivamente a la cumbre de la Conferencia de la Organización Islámica (OIC, por sus siglas en inglés: 57 países y mil 600 millones de feligreses), en el seno de la nueva fase del MNA se incrusta la sumatoria de varios bloques heteróclitos: Grupo de Shanghai, Unasur, Alba y los BRICS, quienes establecen una nueva alianza regional/global opuesta a la hegemonía EU/OTAN.

A juicio de Dedefensa, durante la cumbre del MNA surgió un expediente esencial (sic) relacionado en forma indirecta con el contencioso nuclear iraní: una zona desnuclearizada del Medio Oriente, idea que transforma en histérico (sic) absoluto al gobierno de Israel.

El presidente egipcio Mohamed Morsi, representante de los Hermanos Musulmanes, arremetió contra Israel y apoyó la postura iraní en su derecho a desarrollar su proyecto nuclear civil con propósitos pacifistas (sic) sin restricciones. El asombroso presidente egipcio criticó al régimen israelí por su rechazo a unirse al TNP y reclamó que Medio Oriente debe estar libre de armas nucleares.

En sincronía, los 17 países árabes miembros de la AIEA depusieron una moción (por iniciativa de Jordania) que acusa a Israel por su papel obstruccionista a una zona desnuclearizada. El embajador de Jordania en la AIEA, Makram Queisi, denunció a Israel de frustrar todas (sic) las iniciativas para liberar al Medio Oriente de armas de destrucción masiva, en particular las nucleares.

A juicio de Dedefensa, la lógica de la zona desnuclearizada es sin duda aquella que es capaz de reunir a los países árabes que tienen posiciones diferentes respecto a Irán y de resolver la crisis nuclear iraní de una manera constructiva para confrontar la hegemonía nuclear de Israel. No es poca cosa.

Dedefensa.org cita a la analista Sarah Marusek (de PressTV, 31/8/12), quien arguye que EU es el que está aislado y no Irán: en particular “EU y sus políticas halconescas (sic) con Israel han sido aisladas”, por lo que la reacción israelí a la cumbre MNA muestra que Tel Aviv tiene miedo porque sabe que Irán no está aislado.

Ap de Pakistán (30/8/12) resaltó la presencia del presidente Asif Alí Zardari –cuyo país es limítrofe de Irán y posee la bomba islámica financiada por Arabia Saudita–, lo cual, a mi juicio, edifica un andamiaje triangulado muy creativo entre la chiíta Teherán y el eje sunita Pakistán/Arabia Saudita.

El supremo líder persa, ayatola Alí Jamenei, tranquilizó las preocupaciones de Occidente sobre Irán y su programa nuclear civil: enfatizó la desnuclearización y arguyó que las armas nucleares no pueden garantizar la seguridad de ningún país. Volvió a reiterar que la Republica Islámica de Irán condena el uso de las armas nucleares y que los países deben beneficiarse de la tecnología nuclear civil pacífica. Especificó que la bomba nuclear es anti islámica.

El Medio Oriente entró a una decisiva bifurcación entre la postura de los óptimos geoestrategas de Estados Unidos –Irán debe poseer la bomba para el equilibrio nuclear en Medio Oriente, según Kenneth Waltz, Bajo la Lupa, 24/6/12– y la bomba pacífica lanzada por la cumbre MNA de Teherán para la desnuclearización de Medio Oriente. En cualquier opción, se rompe el monopolio nuclear de Israel, que impide la armonía regional.

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