IFE y TRIFE abren camino para la revuelta civil


Álvaro Cepeda Neri

Y el TRIFE (dos o tres magistrados tienen la promesa de que Peña los promoverá para Ministros de la Suprema Corte), ya se alineó por la derecha priista y calificará de legal la victoria peñista.

Como una golondrina extraviada que vuela en primavera, pero “no hace verano”, el Consejero-Ciudadano Lorenzo Córdova hizo una propuesta para fiscalizar en el futuro las campañas electorales (Alonso Urrutia, La Jornada: 14/VIII/12). ¡Oh, la incertidumbre del mañana! Como cuando Napoleón, el que traicionó su pasado derrumbando monarquías absolutistas mandó poner un letrero que decía: “Mañana ayuna, Napoleón”; o el que ponían los gachupines en sus tiendas: “Hoy no se fía… mañana sí”, y ese mañana nunca llegaba. Mientras tanto el IFE, que dice ser un órgano colegiado donde los acuerdos se toman por mayoría, pero no debe impedir las discrepancias y votos en contra, se ha comportado, no como unión de ciudadanos, sino como la unidad (concepto absolutista que significa uno), y ha degenerado con consejeros designados por los partidos y divorciados de los ciudadanos. Córdova llegó a propuesta del PRD… y, sin embargo, se comporta como el resto.

Su presidente, Leonardo Valdés, habla en nombre de los nueve integrantes como una voz, una voluntad y “unidad”. La parcialidad del IFE ha ido en aumento desde que pasó por alto el financiamiento empresarial estadounidense a Fox y contribuyó al fraude electoral del PAN-Calderón, hace seis años. Y se fue al sótano de la corrupción política y económica, con los millonarios sueldos, bonos y prestaciones. Entonces los nueve consejeros con su presidente Carlos Ugalde, y el TRIFE, declararon ganador a Calderón por unos cuantos votos (producto del fraude), y manchado de ilegitimidad y pseudo-legalidad, éste cargó con lo de espurio.

Otra vez el IFE abre camino a la ilegalidad. Aunque expida resoluciones para justificar que cuantitativamente, Peña es el triunfador, el sucio proceso electoral está manchado por la compra de votos y el financiamiento descarado y cínico. Así, el IFE y el TRIFE ponen las condiciones favorables a Peña, para validar sus casi 19 millones de votos, de los cuales compró no menos de 5 millones, contra los auténticos casi 17 del PRD y doce del PAN.

El malestar, no tanto por el regreso del PRI, sino por la manera como su candidato obtuvo la dudosa victoria, puede ser la chispa que espera la potencial rebelión civil, cuya punta de lanza son los estudiantes, los ciudadanos, pocos del PAN y los 17 millones que sufragaron por López Obrador. El IFE actúa con favoritismo para Peña. Y con severidad contra el PRD y su lucha para allegar quejas y pruebas. Y el TRIFE (dos o tres magistrados tienen la promesa de que Peña los promoverá para Ministros de la Suprema Corte), ya se alineó por la derecha priista y calificará de legal la victoria peñista, imponiéndole algunas multas para “taparle el ojo al macho”. ¿No pasa nada aquí? El asunto es que lo sucedido tiene a casi 30 millones de ciudadanos al borde de ejercer el Artículo 9 constitucional, que autoriza protestas públicas contra actos de autoridad. Y aunque no hay un Tribunal Constitucional (para resolver actos de autoridad que vulneren leyes y principios constitucionales), una revuelta civil nacional puede revertir lo que el IFE y el TRIFE decidan.

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