Griselda Blanco, la mujer que enseñó a Pablo Escobar a vender droga y a asesinar

Griselda Blanco era tan despiadada como los sicarios que la asesinaron.

El Tiempo de Colombia


Una de las noches más tenebrosas que ha vivido Medellín fue la del 19 de noviembre de 1992. Ese jueves, una plaga de sicarios se regó por la ciudad para vengar la muerte de Jhon Oswaldo Trujillo Blanco, baleado por sicarios a las 2 de la madrugada en la taberna La Baviera.

A las pocas horas, los autores materiales del crimen aparecieron sin sus lenguas y descuartizados en un potrero a las afueras de la ciudad. Semanas después, llegó la orden de aniquilar también a sus familias aplicándoles el mismo método.

La masacre fue ordenada desde una cárcel de mujeres de EE. UU. por la colombiana Griselda Blanco, quien casi enloquece cuando se enteró de que su hijo mayor había sido asesinado.

‘Oswaldito’, como le decía, acababa de regresar al país y había sido comisionado por su madre para recobrar el manejo de un negocio que ella, literalmente, se inventó en Colombia: el narcotráfico.

“A principios de los 70, Griselda llevaba la droga en sus maletas y se iba en vuelos comerciales. En esa época, los controles en Miami no existían. El kilo se vendía en 40.000 dólares y ella le sacaba el mismo provecho, a pesar de que la mezclaba con lactosa”, dice alguien que la conoció desde sus inicios.

La DEA calcula que alcanzó a introducir más de 300 toneladas de droga, que distribuyó en las calles de Nueva York, Miami y Londres, lo que le valió el alias de la ‘Reina de la cocaína’, pero también una condena de 20 años, que purgó en dos cárceles de EE. UU.

Incluso, desde la cárcel siguió con el jugoso negocio, a través de su amante afroamericano, Charles Cosby, 20 años menor que ella, y alcanzó a amasar una fortuna superior a los 500 millones de dólares.

Antes de caer presa, andaba con 20 guardaespaldas, tenía jet privado, limusinas negras, cientos de propiedades y una mansión en Miami Beach. El palacete era custodiado por sensores y cámaras de seguridad y por un mastín al que le decía Hitler.

En el 2004, tras purgar 19 años de cárcel, la veterana narca volvió al país e intentó esconderse de sus enemigos en un barrio de clase media de Medellín, por donde andaba sola en un Mazda 6. Pero el lunes, un sicario la encontró saliendo de una carnicería del barrio Belén y la asesinó. Tenía 69 años.

Entre Corleone y Escobar

A ese sector había llegado por primera vez en 1954, cuando su familia salió de Santa Marta y ella apenas tenía 11 años. De inmediato, se involucró con una banda de carteristas y raponeros a la que se le atribuye el secuestro de un niño que fue asesinado en cautiverio. Incluso, hay quienes dicen que ella le disparó en la cabeza siguiendo órdenes de su entonces pareja, Darío Trujillo.

Por eso, a sus socios y amigos no les extrañó el final violento de Griselda Blanco. Aseguran que fue ella la que introdujo varios métodos sanguinarios usados en las vendettas mafiosas criollas, incluido el sicariato en moto.

“A mediados de los 80, ordenó enterrar vivo y en su avioneta a un piloto de Pablo Escobar que le llevó un cargamento a EE. UU. Había un descuadre de un kilo y ella ni siquiera lo dejó dar explicaciones”, le contó a EL TIEMPO un emisario de políticos y mafiosos de Antioquia que vio la escena en una finca del Urabá antioqueño.

También le atribuyen el asesinato de Myriam Luengas de Arango, la ‘Pájara’, su mejor amiga. Aseguran que le mandó varios sicarios a su casa, ubicada muy cerca de la IV Brigada en Medellín, y al otro día fue a llorarla a la funeraria.

Al parecer, ir a los entierros de sus víctimas era una especie de ritual con el que, además, disipaba las sospechas en su contra. Al narco conocido como el ‘Negro Duqueiro’, no solo lo lloró después de mandarlo a matar, sino que pagó los gastos del funeral.

Buena parte de su manual de venganzas salió de la película El padrino. Era tal su obsesión por ese filme que pedía que le dijeran la ‘Madrina’ y bautizó al menor de sus hijos con el nombre de uno de sus protagonistas -Michael Corleone, interpretado por Al Pacino-, con intención de que fuera un gran capo y su heredero.

Pero el Corleone de Griselda Blanco, que también usa el alias de ‘Nariz’, no ha pasado de ser un distribuidor callejero de coca. El 12 de octubre del año pasado, fue capturado, en un Dunkin’ Donuts de Miami, mientras trataba de pagar cinco kilos con una moto y un gigantesco collar de diamantes de su mamá, quien coleccionaba joyas costosas, incluidos unos diamantes que, decía, habían pertenecido a Eva Perón. El policía que esposó a Corleone aseguró que, mientras le leía sus derechos, este repetía: “Mi mamá me va a matar”.

El gran aprendiz de Griselda se llamó Pablo Emilio Escobar Gaviria. El capo accedió a su primera narcorruta a través de ella y logró superar a la maestra. “Escobar la quería tanto que la apoyó cuando la ‘Madrina’ se enfrentó a Jorge González, el ‘Demente’, por un envío de mercancía”, recuerda un allegado.

Mientras Escobar enviaba droga desde Ecuador y Colombia, la ‘Reina de la coca’ la vendía al menudeo en Miami y Nueva York. Allí, según la DEA, tenía una nómina de 600 personas y 40 muertos encima, entre ellos el narco Germán Jiménez, al que mandó eliminar el 11 de julio de 1979, a pleno día, en el centro comercial Dadeland, en Miami.

Humberto Molina Quirama y Jorge ‘Rivi’ Ayala eran sus asesinos de cabecera. ‘Rivi’ la acompañó en un viaje a Colombia, en 1975, que tuvo como fin asesinar a su esposo de turno, Alberto Bravo, por robarle parte de las ganancias de los cargamentos.

Griselda lo citó en un parqueadero y le descargó una pistola mientras él se defendía con una mini-Uzi. El saldo: Bravo y seis guardaespaldas muertos. Y aunque la ‘Reina de la cocaína’ recibió varios disparos en su estómago, se recuperó. Dicen que igual suerte corrió otro de sus maridos, Darío Sepúlveda, y un examante. Fue así como acuñó el apodo de la ‘Viuda Negra’.

Ese aspecto de la personalidad de Griselda hizo que su escolta ‘Rivi’, de nacionalidad venezolana, le cogiera desconfianza, tanto que, en 1981, se convirtió en testigo en su contra dentro de un proceso con el que la justicia de EE. UU. pretendía hacerla pagar por la estela de muertos que dejó en ese país, que la calificaba como una amenaza nacional.

La evidencia de ‘Rivi’ era tan contundente que la mafiosa se enfrentaba a la silla eléctrica. Pero el hombre sostuvo sexo telefónico con una empleada de la Fiscalía que tenía acceso al caso, y este se desmoronó.

Desde entonces, Griselda se refugió en su familia y en sus viejos amigos de Medellín, los mismos que le contrataron al mejor mariachi de la ciudad para que cantara en su funeral.

La mujer fue enterrada el pasado martes en el cementerio Jardines Montesacro, muy cerca de la tumba de Pablo Escobar, su aprendiz.

Después de que los mariachis entonaron 15 canciones -entre ellas Mama vieja y Amigo-, un toque de diana anunció el minuto de silencio por el alma de la mujer más peligrosa que ha tenido la mafia criolla, pero que en Colombia no tenía procesos pendientes ni antecedentes judiciales.

¿Quién mató a Griselda?

El video de una cámara, ubicada en la calle en donde Griselda Blanco fue baleada el lunes, es la principal pista de su crimen. Aunque se cree que una vieja deuda con la mafia o una venganza por cualquiera de sus crímenes pudieron ser los móviles, toma fuerza la hipótesis de que se debió a su dominio de plazas de vicio en el barrio Antioquia. Allí, presuntamente, manejaba la banda de alias ‘Juanqui Builes’. No obstante, sus allegados dicen que estaba retirada del negocio y dedicada a su familia.

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