Apro
Las áreas aledañas al Palacio Nacional fueron acordonadas desde la tarde del domingo. El dispositivo de seguridad fue numeroso, implacable. En su sexto y último Informe de Gobierno, la seguridad del presidente Felipe Calderón, su familia y sus invitados especiales estuvo a salvo.
Rodeado de los suyos, el mensaje de hora y media de duración fue claro: A los ojos de Calderón, México ha cambiado para bien y es mejor, se transformó. Lo que salió mal, argumentó, fue por razones ajenas a su gobierno y los problemas que subsisten deben ser atendidos mediante la continuidad de sus acciones. Para ello, expresó su apoyo incondicional a Enrique Peña Nieto.
“Deseo éxito al presidente electo en su mandato y pido a los mexicanos que, por encima de cualquier diferencia, lo apoyemos en lo esencial, porque sé muy bien que un presidente necesita la colaboración de todos para sacar a México adelante”, dijo.
Minutos antes de las 10:00 horas, Calderón ingresó al Patio Mariano de Palacio Nacional. La orquesta empezó a tocar un arreglo del Son de la Negra, mientras el mandatario, acompañado de su esposa Margarita Zavala, se aproximó a saludar a algunos de los asistentes: la cúpula política, empresarial y social en pleno… aunque algunos llegaron tarde.
Emilio Azcárraga Jean, Emilio González Márquez, legisladores… en fin, todos aquellos que se quedaron atascados por la movilización del Sindicato Mexicano de Electricistas, los desocupados de Luz y Fuerza del Centro, la empresa de energía que Calderón extinguió y que hoy, cuando aludió a ese asunto en su discurso, arrancó un sonoro aplauso entre los asistentes.
Ante representantes del Poder Legislativo y del Poder Judicial, gobernadores, líderes partidistas, funcionarios del gabinete legal y ampliado, y dirigentes de organizaciones sociales afines a su causa, como Isabel Miranda de Wallace y Alejandro Martí, Calderón reiteró una y otra vez que, bajo su gestión, México se transformó para bien y culpó de los rezagos a las fuerzas políticas opositoras y a factores externos.
Con pocos datos y muchas consideraciones, Calderón describió los ejes temáticos de su Sexto Informe, mismo que fue presentado al Congreso el pasado sábado 1 de septiembre: seguridad y justicia; economía; políticas públicas y, democracia.
“Hemos revertido la tendencia”
El tema en el que Calderón invirtió más tiempo y al que calificó de “desafiante” fue el de seguridad, sobre el que esbozó un supuesto diagnóstico inicial del que partió el diseño de su estrategia para combatir al crimen.
De acuerdo con el mandatario, la delincuencia se transformó hace una década, cuando las organizaciones criminales incursionaron en el menudeo de drogas, con lo que se pelearon no sólo rutas y fronteras, sino regiones del país. Lo anterior se acompañó de una mayor corrupción en los cuerpos de seguridad que, según él, fue producto de la corrupción tolerada desde antaño.
En su análisis, Calderón establece que por lo anterior aumentó la impunidad y se multiplicaron los delitos, eso sí, los del fuero común.
“Así pues, por un lado la evolución de la delincuencia y por el otro la involución de las instituciones de seguridad y justicia”, explicó.
En su alocución, el mandatario hizo una defensa a ultranza de las Fuerzas Armadas y, a pesar de los frecuentes escándalos de corrupción en que se ha visto involucrada la Policía Federal, presumió su profesionalización e incremento en el número de efectivos.
“En la primera línea de defensa de la patria han estado –dijo– los miembros del Ejército y la Marina Armada de México. Su valor y entrega han sido fundamentales para la sociedad. Su mérito es múltiple, pues a pesar de enfrentar grandes peligros, han actuado conforme a la ley y con respecto a los derechos humanos y a las libertades ciudadanas”.
Calderón justificó la militarización, con el pretexto de que “están cumpliendo su deber, que es proteger al país”. Calificó a los soldados siempre leales, dijo que era un honor ser su comandante en jefe y consideró que son un orgullo para todos los mexicanos.
Añadió:
“Ciertamente se han cometido errores y abusos por parte de algunos elementos federales, pero han sido la excepción, no la regla. Y lejos de ocultarlos, en todos los casos de los que se ha tenido conocimiento se ha actuado contra las responsables. Pero por esos casos aislados no puede juzgarse a las instituciones en las que todos los días decenas de miles de mujeres y hombres honestos defienden a México”.
Luego de presumir la reconstrucción del tejido social en Ciudad Juárez, luego de la masacre de Villas de Salvárcar, abordó otros temas de su estrategia y en ese punto empezó a repartir culpas. Por ejemplo, responsabilizó a los gobiernos estatales y municipales por no profesionalizar a sus cuerpos de seguridad.
Además, dijo que las reformas que se aprobaron durante su gestión en materia de seguridad apenas empiezan a dar frutos, pero aclaró que los resultados concretos se verán hasta el futuro.
Por esa razón, recomendó continuar las evaluaciones y depuraciones policiacas en estados y municipios; avanzar en la implementación del nuevo sistema penal; continuar la reconstrucción del tejido social creando oportunidades para los jóvenes… Y hasta garantizar la vida de los periodistas.
Según Calderón, los criminales le han hecho un daño incalculable a México y sostuvo que por esa razón él los ha combatido, les hizo frente “con determinación”. Eso sí, aclaró, de manera legal.
“Hay que decir que enfrentamos la amenaza criminal con las herramientas de un estado democrático, sin coartar libertades ni derechos, e incluso, ampliándolos y fortaleciéndolos; jamás se recurrió a estados de excepción. Más allá de la polémica, éste ha sido un gobierno que se ha puesto claramente del lado de los ciudadanos.
“Ya hemos hecho el esfuerzo más grande: reconocer el problema, plantear una estrategia integral y avanzar hacia su solución. Ya iniciamos la transformación institucional. México ha de preservar en ella, si quiere ver mejores días”.
Desde la óptica de Calderón, gracias a su estrategia México comenzó su largo camino a una vida plena de libertad y seguridad. Dijo que la tendencia se revirtió: los criminales retroceden y las instituciones avanzan.
Cuando Calderón puso punto final al rubro de seguridad, la euforia del secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, fue amplificada por las pantallas gigantes colocadas, estratégicamente, en el patio.
El mando militar esbozó una amplia sonrisa y se le cuadró al presidente; enseguida, una de sus manos se posó sobre la espalda de Calderón y la otra atenazó la mano presidencial, coronada con una amplia sonrisa nunca vista en el sexenio.
Desarrollo económico
Otro tema que presumió Calderón fue el económico. El clímax del mensaje hizo referencia a la extinción de la compañía de Luz y Fuerza del Centro, la creación de más de 2 millones de empleos y las concesiones del espectro radioeléctrico “basada en criterios técnicos y no políticos”.
Todavía no terminaba de mencionar el nombre de la paraestatal desaparecida y los asistentes concentrados en el patio central del Palacio Nacional ovacionaron al mandatario, quien, orgulloso, prosiguió:
“Otra verdadera reforma estructural fue la extinción de Luz y Fuerza del Centro. Esta empresa costaba a los mexicanos más de 42 mil millones de pesos en subsidios al año y arrastraba deficiencias operativas que eran un pesado lastre a la economía. Al terminar con años de abuso e ineficiencia, fortalecimos el sector energético”, dijo.
La ola de aplausos se prolongó cuando siguió con el tema de telecomunicaciones. Calderón enfatizó que en junio pasado publicó el Programa de Concesionamiento de Frecuencias de Radiodifusión, lo que permitirá licitar hasta dos nuevas cadenas de televisión abierta a nacional.
“Cada una de estas acciones se ha realizado con estricto apego a la ley, anteponiendo el interés nacional sobre intereses particulares. Nuestras decisiones se han basado siempre en criterios técnicos, no políticos…”.
Otra vez las palmas, entre ellas las del consentido del régimen que se va y del que viene, Emilio Azcárraga Jean, presidente de Televisa.
Luego, el mandatario aprovechó la condición de estabilidad macroeconómica en el contexto internacional para hacer referencia a una serie de cifras “récord”: en la generación de empleo, en materia energética, en reservas internacionales y hasta en materia de sustitución de focos por lámparas ahorradoras, en el que, presumió, “rompimos el récord Guinness”.
Ante los representantes de la cúpula empresarial, de los banqueros y del magnate Carlos Slim, Calderón dijo que su mayor logro fue sortear la crisis del 2009, en la que el Producto Interno Bruto (PIB) se desplomó más del 6%.
“Se dice fácil, pero México sorteó la peor crisis económica que hayan vivido las generaciones presentes en el mundo. Y nuestra economía no sólo está de pie, sino que avanza firme por la senda de la competitividad, el crecimiento y la generación de empleos”, señaló.
De ahí, comparó las finanzas nacionales con las condiciones precarias de las economías europeas: “Mientras algunos países, incluso desarrollados, viven el riesgo de quiebra financiera, y otros tienen que reducir insostenibles déficits fiscales, México lleva tres años de crecimiento continuo, una expansión de casi 16 por ciento desde la segunda mitad del 2009”.
Sin embargo, no mencionó que el PIB del país tiene un crecimiento promedio de 2.5% en los últimos 12 años; tampoco, dijo que los especialistas y el sector empresarial han insistido a lo largo de su gobierno que México requiere de una expansión superior al 6% anual, para dejar de ser un país de ingreso medio.
En medio de aplausos, presumió que en su sexenio se registraron 2 millones 240 mil empleos nuevos los cuales, según él, representan el segundo periodo más alto de generación de empleo que se tenga registro.
Sin embargo, en ningún momento mencionó que en su sexenio también alcanzaron números históricos los niveles de informalidad y las condiciones de precariedad de los empleos.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), al cierre del segundo trimestre del presente año en el país existen 14.2 millones de personas laborando en el sector informal; 4.2 millones de subocupados, que son aquellas personas que declararon tener la necesidad de trabajar horas extras ante la insuficiencia de sus salarios, y 2.5 millones desocupados.
En otras palabras, Calderón omitió decir que al final de su gobierno deja a más de 20 millones de mexicanos con trabajos precarios o sin empleo, mientras sólo 15.2 millones trabajan en el sector formal.
Del empleo a la energía
En esta materia, presumió que la producción de Petróleos Mexicanos (Pemex) pasó del “franco declive” a la estabilización de las reservas probadas del petróleo. Precisó que de una tasa de restitución de reservas probadas del 41%, en seis años se disparó a más del 100%.
No dejó pasar la oportunidad para ensalzar el descubrimiento de un yacimiento petrolero en las aguas del Golfo de México, mismo que el expresidente Vicente Fox se encargó de desmentir al asegurar que dicho yacimiento fue descubierto en su administración.
Así, entre cifras parciales y la exaltación de los fundamentales macroeconómicos, como las reservas internacionales, equivalentes a 160 mil millones de pesos, y que según Calderón “pagan dos veces la deuda externa del país”.
En su mensaje, Calderón destacó también los rankings de competitividad y en el “liderazgo internacional” del país al presidir foros como el Grupo de Río, la Cumbre del Grupo de los 20 (G-20), el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Tampoco faltaron en su discurso los programas de apoyo a las pequeñas y medianas empresas, así como al campo, a pesar de que especialistas y productores mexicanos han alertado sobre la ausencia de una política industrial y de que México está en la antesala de una crisis alimentaria propiciada por el cambio climático, el alza de los precios internacionales de los granos básicos y la falta de autosuficiencia alimentaria.
Calderón se justificó al final: “De esto se pueden hacer evaluaciones críticas sobre el desempeño económico. Pero sería injusto dejar de reconocer que, unidos, los mexicanos superamos la crisis global más profunda de las actuales generaciones y preservar nuestra fortaleza económica”.
Igualdad y medio ambiente
Calderón recitó una retahíla de programas implementados o ampliados en su administración, entre los que destacó sus supuestas coberturas universales: en salud, en educación básica, en electrificación…
Y siguió: Programa Oportunidades, 70 y más, Estancias Infantiles, Piso Firme, Esta es tu casa… son tan eficientes que hasta los migrantes que se fueron a Estados Unidos, están regresando a México, un país cuya sociedad se está convirtiendo en clase media… según Calderón.
No obstante, el presidente explicó todo: hay millones de mexicanos excluidos, pero ellos están así por la crisis económica internacional. Lo anterior se puede revertir si se aprueban las reformas estructurales más allá de ideologías e intereses, y naturalmente, si se sigue con sus programas.
El presidente Calderón, quien llegó al poder en medio de señalamientos de fraude, más o menos igual que como en diciembre llegará el priista Enrique Peña Nieto, hizo una sumatoria de bondades democráticas:
“Hoy en México, la democracia es más fuerte que nunca”, subrayó.
Pero no dejó de asentar algo, de lo que precisamente en su campaña abusó igual que quien será su sucesor:
“Hay que seguir perfeccionando las leyes electorales para garantizar un equilibrio entre libertad de expresión y equidad”.
El adiós
Después de una hora con 25 minutos, Calderón inició su larga despedida. Agradeció a los mexicanos que le permitieron servir al país; a los soldados y marinos; a los empresarios; a los deportistas y a sus colaboradores muertos, Juan Camilo Mouriño y José Francisco Blake, así como a todos los que han colaborado con él en el sexenio.
Lujambio no alcanzó mención. Hace unos nueve meses, dejó la Secretaría de Educación por el cáncer. Ha vuelto para ocupar un lugar en el Senado; calvo y con un parche en el ojo, debe ser asistido en todo momento. A él le tocó un abrazo y que el mandatario le ayudara a tomar asiento más tarde, al concluir el acto.
Y luego de pedir a los mexicanos que apoyen al presidente electo, Enrique Peña Nieto, Calderón dijo:
“Más allá de mis errores y limitaciones, he puesto toda mi voluntad y todo mi entendimiento en la construcción del bien común de los mexicanos. Me ha impulsado un profundo amor por México. Servir a la patria es el más grande honor que puede tener un mexicano. Y servirla en momentos de dificultad como los que nos ha tocado vivir es un doble honor.
“Termina ya esta tarea, pero no termina mi compromiso. Como simple ciudadano, seguiré sirviendo a la patria apasionadamente hasta el final de mis días, agradecido del privilegio que me ha dado la vida de ser mexicano”.
Luego de gritar un “¡Viva México!”, salió al Patio Mariano, con el mismo dispositivo de seguridad, mientras la banda entonaba el “Cielito Lindo”.
Un detalle que no pasó de largo a los asistentes fue el video que se proyectó antes del informe de Calderón en el que jefes de Estado y de Gobierno encomiaron la conducción económica y la estrategia anticrimen de Calderón.
Entre ellos, destacaron los colombianos Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos; el estadunidense Barack Obama; el canadiense Stephen Harper, y el español Mariano Rajoy.
Las áreas aledañas al Palacio Nacional fueron acordonadas desde la tarde del domingo. El dispositivo de seguridad fue numeroso, implacable. En su sexto y último Informe de Gobierno, la seguridad del presidente Felipe Calderón, su familia y sus invitados especiales estuvo a salvo.
Rodeado de los suyos, el mensaje de hora y media de duración fue claro: A los ojos de Calderón, México ha cambiado para bien y es mejor, se transformó. Lo que salió mal, argumentó, fue por razones ajenas a su gobierno y los problemas que subsisten deben ser atendidos mediante la continuidad de sus acciones. Para ello, expresó su apoyo incondicional a Enrique Peña Nieto.
“Deseo éxito al presidente electo en su mandato y pido a los mexicanos que, por encima de cualquier diferencia, lo apoyemos en lo esencial, porque sé muy bien que un presidente necesita la colaboración de todos para sacar a México adelante”, dijo.
Minutos antes de las 10:00 horas, Calderón ingresó al Patio Mariano de Palacio Nacional. La orquesta empezó a tocar un arreglo del Son de la Negra, mientras el mandatario, acompañado de su esposa Margarita Zavala, se aproximó a saludar a algunos de los asistentes: la cúpula política, empresarial y social en pleno… aunque algunos llegaron tarde.
Emilio Azcárraga Jean, Emilio González Márquez, legisladores… en fin, todos aquellos que se quedaron atascados por la movilización del Sindicato Mexicano de Electricistas, los desocupados de Luz y Fuerza del Centro, la empresa de energía que Calderón extinguió y que hoy, cuando aludió a ese asunto en su discurso, arrancó un sonoro aplauso entre los asistentes.
Ante representantes del Poder Legislativo y del Poder Judicial, gobernadores, líderes partidistas, funcionarios del gabinete legal y ampliado, y dirigentes de organizaciones sociales afines a su causa, como Isabel Miranda de Wallace y Alejandro Martí, Calderón reiteró una y otra vez que, bajo su gestión, México se transformó para bien y culpó de los rezagos a las fuerzas políticas opositoras y a factores externos.
Con pocos datos y muchas consideraciones, Calderón describió los ejes temáticos de su Sexto Informe, mismo que fue presentado al Congreso el pasado sábado 1 de septiembre: seguridad y justicia; economía; políticas públicas y, democracia.
“Hemos revertido la tendencia”
El tema en el que Calderón invirtió más tiempo y al que calificó de “desafiante” fue el de seguridad, sobre el que esbozó un supuesto diagnóstico inicial del que partió el diseño de su estrategia para combatir al crimen.
De acuerdo con el mandatario, la delincuencia se transformó hace una década, cuando las organizaciones criminales incursionaron en el menudeo de drogas, con lo que se pelearon no sólo rutas y fronteras, sino regiones del país. Lo anterior se acompañó de una mayor corrupción en los cuerpos de seguridad que, según él, fue producto de la corrupción tolerada desde antaño.
En su análisis, Calderón establece que por lo anterior aumentó la impunidad y se multiplicaron los delitos, eso sí, los del fuero común.
“Así pues, por un lado la evolución de la delincuencia y por el otro la involución de las instituciones de seguridad y justicia”, explicó.
En su alocución, el mandatario hizo una defensa a ultranza de las Fuerzas Armadas y, a pesar de los frecuentes escándalos de corrupción en que se ha visto involucrada la Policía Federal, presumió su profesionalización e incremento en el número de efectivos.
“En la primera línea de defensa de la patria han estado –dijo– los miembros del Ejército y la Marina Armada de México. Su valor y entrega han sido fundamentales para la sociedad. Su mérito es múltiple, pues a pesar de enfrentar grandes peligros, han actuado conforme a la ley y con respecto a los derechos humanos y a las libertades ciudadanas”.
Calderón justificó la militarización, con el pretexto de que “están cumpliendo su deber, que es proteger al país”. Calificó a los soldados siempre leales, dijo que era un honor ser su comandante en jefe y consideró que son un orgullo para todos los mexicanos.
Añadió:
“Ciertamente se han cometido errores y abusos por parte de algunos elementos federales, pero han sido la excepción, no la regla. Y lejos de ocultarlos, en todos los casos de los que se ha tenido conocimiento se ha actuado contra las responsables. Pero por esos casos aislados no puede juzgarse a las instituciones en las que todos los días decenas de miles de mujeres y hombres honestos defienden a México”.
Luego de presumir la reconstrucción del tejido social en Ciudad Juárez, luego de la masacre de Villas de Salvárcar, abordó otros temas de su estrategia y en ese punto empezó a repartir culpas. Por ejemplo, responsabilizó a los gobiernos estatales y municipales por no profesionalizar a sus cuerpos de seguridad.
Además, dijo que las reformas que se aprobaron durante su gestión en materia de seguridad apenas empiezan a dar frutos, pero aclaró que los resultados concretos se verán hasta el futuro.
Por esa razón, recomendó continuar las evaluaciones y depuraciones policiacas en estados y municipios; avanzar en la implementación del nuevo sistema penal; continuar la reconstrucción del tejido social creando oportunidades para los jóvenes… Y hasta garantizar la vida de los periodistas.
Según Calderón, los criminales le han hecho un daño incalculable a México y sostuvo que por esa razón él los ha combatido, les hizo frente “con determinación”. Eso sí, aclaró, de manera legal.
“Hay que decir que enfrentamos la amenaza criminal con las herramientas de un estado democrático, sin coartar libertades ni derechos, e incluso, ampliándolos y fortaleciéndolos; jamás se recurrió a estados de excepción. Más allá de la polémica, éste ha sido un gobierno que se ha puesto claramente del lado de los ciudadanos.
“Ya hemos hecho el esfuerzo más grande: reconocer el problema, plantear una estrategia integral y avanzar hacia su solución. Ya iniciamos la transformación institucional. México ha de preservar en ella, si quiere ver mejores días”.
Desde la óptica de Calderón, gracias a su estrategia México comenzó su largo camino a una vida plena de libertad y seguridad. Dijo que la tendencia se revirtió: los criminales retroceden y las instituciones avanzan.
Cuando Calderón puso punto final al rubro de seguridad, la euforia del secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, fue amplificada por las pantallas gigantes colocadas, estratégicamente, en el patio.
El mando militar esbozó una amplia sonrisa y se le cuadró al presidente; enseguida, una de sus manos se posó sobre la espalda de Calderón y la otra atenazó la mano presidencial, coronada con una amplia sonrisa nunca vista en el sexenio.
Desarrollo económico
Otro tema que presumió Calderón fue el económico. El clímax del mensaje hizo referencia a la extinción de la compañía de Luz y Fuerza del Centro, la creación de más de 2 millones de empleos y las concesiones del espectro radioeléctrico “basada en criterios técnicos y no políticos”.
Todavía no terminaba de mencionar el nombre de la paraestatal desaparecida y los asistentes concentrados en el patio central del Palacio Nacional ovacionaron al mandatario, quien, orgulloso, prosiguió:
“Otra verdadera reforma estructural fue la extinción de Luz y Fuerza del Centro. Esta empresa costaba a los mexicanos más de 42 mil millones de pesos en subsidios al año y arrastraba deficiencias operativas que eran un pesado lastre a la economía. Al terminar con años de abuso e ineficiencia, fortalecimos el sector energético”, dijo.
La ola de aplausos se prolongó cuando siguió con el tema de telecomunicaciones. Calderón enfatizó que en junio pasado publicó el Programa de Concesionamiento de Frecuencias de Radiodifusión, lo que permitirá licitar hasta dos nuevas cadenas de televisión abierta a nacional.
“Cada una de estas acciones se ha realizado con estricto apego a la ley, anteponiendo el interés nacional sobre intereses particulares. Nuestras decisiones se han basado siempre en criterios técnicos, no políticos…”.
Otra vez las palmas, entre ellas las del consentido del régimen que se va y del que viene, Emilio Azcárraga Jean, presidente de Televisa.
Luego, el mandatario aprovechó la condición de estabilidad macroeconómica en el contexto internacional para hacer referencia a una serie de cifras “récord”: en la generación de empleo, en materia energética, en reservas internacionales y hasta en materia de sustitución de focos por lámparas ahorradoras, en el que, presumió, “rompimos el récord Guinness”.
Ante los representantes de la cúpula empresarial, de los banqueros y del magnate Carlos Slim, Calderón dijo que su mayor logro fue sortear la crisis del 2009, en la que el Producto Interno Bruto (PIB) se desplomó más del 6%.
“Se dice fácil, pero México sorteó la peor crisis económica que hayan vivido las generaciones presentes en el mundo. Y nuestra economía no sólo está de pie, sino que avanza firme por la senda de la competitividad, el crecimiento y la generación de empleos”, señaló.
De ahí, comparó las finanzas nacionales con las condiciones precarias de las economías europeas: “Mientras algunos países, incluso desarrollados, viven el riesgo de quiebra financiera, y otros tienen que reducir insostenibles déficits fiscales, México lleva tres años de crecimiento continuo, una expansión de casi 16 por ciento desde la segunda mitad del 2009”.
Sin embargo, no mencionó que el PIB del país tiene un crecimiento promedio de 2.5% en los últimos 12 años; tampoco, dijo que los especialistas y el sector empresarial han insistido a lo largo de su gobierno que México requiere de una expansión superior al 6% anual, para dejar de ser un país de ingreso medio.
En medio de aplausos, presumió que en su sexenio se registraron 2 millones 240 mil empleos nuevos los cuales, según él, representan el segundo periodo más alto de generación de empleo que se tenga registro.
Sin embargo, en ningún momento mencionó que en su sexenio también alcanzaron números históricos los niveles de informalidad y las condiciones de precariedad de los empleos.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), al cierre del segundo trimestre del presente año en el país existen 14.2 millones de personas laborando en el sector informal; 4.2 millones de subocupados, que son aquellas personas que declararon tener la necesidad de trabajar horas extras ante la insuficiencia de sus salarios, y 2.5 millones desocupados.
En otras palabras, Calderón omitió decir que al final de su gobierno deja a más de 20 millones de mexicanos con trabajos precarios o sin empleo, mientras sólo 15.2 millones trabajan en el sector formal.
Del empleo a la energía
En esta materia, presumió que la producción de Petróleos Mexicanos (Pemex) pasó del “franco declive” a la estabilización de las reservas probadas del petróleo. Precisó que de una tasa de restitución de reservas probadas del 41%, en seis años se disparó a más del 100%.
No dejó pasar la oportunidad para ensalzar el descubrimiento de un yacimiento petrolero en las aguas del Golfo de México, mismo que el expresidente Vicente Fox se encargó de desmentir al asegurar que dicho yacimiento fue descubierto en su administración.
Así, entre cifras parciales y la exaltación de los fundamentales macroeconómicos, como las reservas internacionales, equivalentes a 160 mil millones de pesos, y que según Calderón “pagan dos veces la deuda externa del país”.
En su mensaje, Calderón destacó también los rankings de competitividad y en el “liderazgo internacional” del país al presidir foros como el Grupo de Río, la Cumbre del Grupo de los 20 (G-20), el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Tampoco faltaron en su discurso los programas de apoyo a las pequeñas y medianas empresas, así como al campo, a pesar de que especialistas y productores mexicanos han alertado sobre la ausencia de una política industrial y de que México está en la antesala de una crisis alimentaria propiciada por el cambio climático, el alza de los precios internacionales de los granos básicos y la falta de autosuficiencia alimentaria.
Calderón se justificó al final: “De esto se pueden hacer evaluaciones críticas sobre el desempeño económico. Pero sería injusto dejar de reconocer que, unidos, los mexicanos superamos la crisis global más profunda de las actuales generaciones y preservar nuestra fortaleza económica”.
Igualdad y medio ambiente
Calderón recitó una retahíla de programas implementados o ampliados en su administración, entre los que destacó sus supuestas coberturas universales: en salud, en educación básica, en electrificación…
Y siguió: Programa Oportunidades, 70 y más, Estancias Infantiles, Piso Firme, Esta es tu casa… son tan eficientes que hasta los migrantes que se fueron a Estados Unidos, están regresando a México, un país cuya sociedad se está convirtiendo en clase media… según Calderón.
No obstante, el presidente explicó todo: hay millones de mexicanos excluidos, pero ellos están así por la crisis económica internacional. Lo anterior se puede revertir si se aprueban las reformas estructurales más allá de ideologías e intereses, y naturalmente, si se sigue con sus programas.
El presidente Calderón, quien llegó al poder en medio de señalamientos de fraude, más o menos igual que como en diciembre llegará el priista Enrique Peña Nieto, hizo una sumatoria de bondades democráticas:
“Hoy en México, la democracia es más fuerte que nunca”, subrayó.
Pero no dejó de asentar algo, de lo que precisamente en su campaña abusó igual que quien será su sucesor:
“Hay que seguir perfeccionando las leyes electorales para garantizar un equilibrio entre libertad de expresión y equidad”.
El adiós
Después de una hora con 25 minutos, Calderón inició su larga despedida. Agradeció a los mexicanos que le permitieron servir al país; a los soldados y marinos; a los empresarios; a los deportistas y a sus colaboradores muertos, Juan Camilo Mouriño y José Francisco Blake, así como a todos los que han colaborado con él en el sexenio.
Lujambio no alcanzó mención. Hace unos nueve meses, dejó la Secretaría de Educación por el cáncer. Ha vuelto para ocupar un lugar en el Senado; calvo y con un parche en el ojo, debe ser asistido en todo momento. A él le tocó un abrazo y que el mandatario le ayudara a tomar asiento más tarde, al concluir el acto.
Y luego de pedir a los mexicanos que apoyen al presidente electo, Enrique Peña Nieto, Calderón dijo:
“Más allá de mis errores y limitaciones, he puesto toda mi voluntad y todo mi entendimiento en la construcción del bien común de los mexicanos. Me ha impulsado un profundo amor por México. Servir a la patria es el más grande honor que puede tener un mexicano. Y servirla en momentos de dificultad como los que nos ha tocado vivir es un doble honor.
“Termina ya esta tarea, pero no termina mi compromiso. Como simple ciudadano, seguiré sirviendo a la patria apasionadamente hasta el final de mis días, agradecido del privilegio que me ha dado la vida de ser mexicano”.
Luego de gritar un “¡Viva México!”, salió al Patio Mariano, con el mismo dispositivo de seguridad, mientras la banda entonaba el “Cielito Lindo”.
Un detalle que no pasó de largo a los asistentes fue el video que se proyectó antes del informe de Calderón en el que jefes de Estado y de Gobierno encomiaron la conducción económica y la estrategia anticrimen de Calderón.
Entre ellos, destacaron los colombianos Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos; el estadunidense Barack Obama; el canadiense Stephen Harper, y el español Mariano Rajoy.
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