Alfredo Jalife-Rahme / Bajo la Lupa
Tanto la reciente cumbre de emergencia convocada por el Rey Abdalá, de Arabia Saudita –la Conferencia de Cooperación Islámica (OIC, por sus siglas en inglés), de 57 países con mil 600 millones de feligreses–, como la otra cumbre del resucitado Movimiento de los No Alineados (MNA: 120 países de 193 de la ONU; ver Bajo la Lupa, 26/8/12), produjeron un común denominador que acelera la dinámica global hacia el nuevo orden multipolar (en beneficio de los BRICS y en detrimento de EU/GB/OTAN/Israel).
A nivel específico del Medio Oriente, se empieza a esbozar un atractivo nuevo orden regional –que coincide con mi previsión (ver la Lupa Geopolítica, Contralínea, 1/11 y 20/12/09)–: un grupo de contacto cuatripartita – Arabia Saudita, Egipto, Irán y Turquía– diseñado para resolver el contencioso sirio y propuesto por el asombroso presidente egipcio Mohamed Morsi, de los Hermanos Musulmanes, quien sacudió la geoestrategia global en tres semanas a nivel local (su golpe de Estado suave contra la junta militar), a nivel regional (su alianza estratégica confesa con Irán) y a nivel global (su trascendental visita a China).
La visita de Mohamed Morsi a China, a quien los mandarines salientes y entrantes le tendieron la alfombra roja, ha valido impactantes comentarios: ¿Hacia una nueva (sic) política exterior independiente (sic) de Egipto con Mohamed Morsi? (Global Times, 30/8/12).
No es lo mismo la perspectiva desde Tel Aviv/Londres/Washington que desde Pekín/ Nueva Delhi. El anterior diplomático indio M. K. Bhadrakumar, profundo conocedor de la hipercomplejidad no lineal del gran Medio Oriente, diagnostica que la cumbre del MNA, celebrada en Teherán, desplaza el centro geopolítico de gravedad en el Medio Oriente (Indian Punchline, 31/8/12).
A mi juicio, el MNA pasa de su fase de la guerra fría de los no alineados a la de no alienados del incipiente nuevo orden multipolar.
En forma casi predestinada, Irán toma la presidencia del MNA de Egipto, por una duración de tres años, la cual le entregará a Venezuela, cuyo canciller Nicolás Maduro ha ejercido un papel discretamente eficiente (¿sucesor de Chávez habemus?).
M. K. Bhadrakumar coloca en relieve la propuesta de Irán de formar un grupo de contacto para Siria constituido por Egipto, Irán y Venezuela (las tres presidencias consecutivas del MNA) con otros dos países árabes regionales: Líbano e Irak.
La teocracia jomeinista, sumamente hábil, incrusta a dos países de predominancia chiíta árabe: Líbano (donde gobierna Hezbolá en alianza con los otros componentes de su mosaico antigravitatorio) y el gobierno iraquí de su aliado Maliki.
A mi juicio, en el juego de ajedrez que libra Irán para defender su bastión estratégico sirio, hoy muy vulnerable frente al asedio de la OTAN/Turquía/Arabia Saudita/Qatar, nada es definitivo y las siguientes jugadas dependerán de las reacciones de los actores.
Más allá de la lectura lineal maniquea de la prensa occidentaloide sobre la postura del sunnita Mohamed Morsi en referencia a su hostilidad al régimen alawita (excrecencia esotérica del chiísmo) de Bashar Assad, lo relevante radica en el común denominador de la transición en Siria, que debe preservar su soberanía sin interferencia foránea y con negociaciones entre el gobierno y la oposición. Este es el punto fino relevante cuando, a mi juicio, los grupos de contacto formulados por Egipto (en su formato cuatripartita durante la cumbre de la OIC en Arabia Saudita) y de Irán (en su formato pentapartita durante la cumbre MNA en Teherán) no están alejados: el común denominador en ambos casos lo cimienta la alianza estratégica entre Irán y Egipto (en la fase asombrosa de Mohamed Morsi) con probable aquiescencia de los BRICS, específicamente de Rusia (del lado iraní) y de China (del lado egipcio). Al final del bazar medio oriental es probable que emerja una fórmula intermedia.
El presidente iraní, Mahmoud Ajmadineyad (izquierda), saluda al mandatario sudanés, Omar Bashir, en la cumbre de los no alineados, anteayer en TeheránFoto Ap
M. K. Bhadrakumar alaba la gran flexibilidad de la diplomacia iraní y su maestría en el manejo del arte de lo posible, de lo que no se queda atrás la legendaria diplomacia egipcia, cuando Teherán y El Cairo comparten una plataforma común sobre Siria.
El portal geoestratégico europeo DeDefensa.org (1/9/12), en su prolija hermenéutica de la cumbre NMA y de la alianza estratégica entre Irán y Egipto, aduce que lo fundamental subyace en la defensa del principio inalienable de la soberanía en el que concurren Rusia, China, Egipto e Irán, lo cual es más importante que la persona misma de Bashar Assad (como objeto de filias y/o fobias).
A juicio de DeDefensa, la postura de Turquía (por la implosión del contencioso kurdo) y de Arabia Saudita (por la incertidumbre de su sucesión y del desarrollo de la tensión en el Golfo Pérsico), ya no se diga de Qatar, han perdido su eficacia con la parusía de Egipto en la ecuación geopolítica medio oriental.
Para M. K. Bhadrakumar, la evolución muy audaz (sic) de Mohamed Morsi obliga a los actores regionales foráneos con su tutor estadunidense, todavía a la ofensiva en Siria, a replegarse a la defensiva.
En forma significativa, el portal en inglés del grupo chiíta libanés Hezbolá www.english.moqawama.org/index.php calificó la cumbre del MNA de Teherán como el giro hacia el nuevo orden mundial.
No se puede soslayar un punto fundamental que fue abordado en la cumbre del MNA sobre el monopolio global de los multimedia que se ha vuelto el tema jerárquico de la liberación ciudadana global/regional/local cuando la libertad de expresión universal se encuentra en estado de sitio en la embajada de Ecuador en Gran Bretaña: la orwelliana persecución de Julian Assange, creador de Wikileaks.
El mandamás de la Radio de la República Islámica de Irán (IRIB, por sus siglas en inglés), Ezzatollah Zargham, urgió la creación de un nuevo bloque alternativo (sic) frente a la mafia (sic) de los multimedia de Occidente, lo cual es exigido por los levantamientos ciudadanos que anuncian el fin de la era monofónica y el advenimiento de una era polifónica (¡súper sic!) para dejar fluir la libre información y romper el monopolio del imperialismo de las noticias del sistema hegemónico global.
A mi juicio, con esta postura estratégicamente creativa de los países que aspiran a ejercer su soberanía mediante la polifonía de la libertad, por fin se han percatado que una de las armas favoritas del dominio occidental radica en su monopolio multimediático, lo cual se ha vuelto un truismo global/regional/local (v. gr. en México: Televisa).
En sincronía a la exigencia polifónica de la cumbre del MNA, People’s Daily de China (1/9/12) arremete contra el dominio de la opinión pública internacional por los multimedia occidentales.
A mi juicio, la coyuntura es óptima para que la alianza estratégica entre Irán y Egipto (Mohamed Morsi dixit) conforme un condominio en el sur del gran Medio Oriente que abarque desde el Canal de Suez hasta el Golfo Pérsico y que le brinde el máximo de garantías de seguridad a las seis petromonarquías árabes, con la anuencia indispensable de Turquía, a cambio de generosos financiamientos para la reconstrucción del país de las pirámides y que entierre las estériles discordias entre sunitas y chiítas que solamente benefician al eje israelí-anglosajón.
Tanto la reciente cumbre de emergencia convocada por el Rey Abdalá, de Arabia Saudita –la Conferencia de Cooperación Islámica (OIC, por sus siglas en inglés), de 57 países con mil 600 millones de feligreses–, como la otra cumbre del resucitado Movimiento de los No Alineados (MNA: 120 países de 193 de la ONU; ver Bajo la Lupa, 26/8/12), produjeron un común denominador que acelera la dinámica global hacia el nuevo orden multipolar (en beneficio de los BRICS y en detrimento de EU/GB/OTAN/Israel).
A nivel específico del Medio Oriente, se empieza a esbozar un atractivo nuevo orden regional –que coincide con mi previsión (ver la Lupa Geopolítica, Contralínea, 1/11 y 20/12/09)–: un grupo de contacto cuatripartita – Arabia Saudita, Egipto, Irán y Turquía– diseñado para resolver el contencioso sirio y propuesto por el asombroso presidente egipcio Mohamed Morsi, de los Hermanos Musulmanes, quien sacudió la geoestrategia global en tres semanas a nivel local (su golpe de Estado suave contra la junta militar), a nivel regional (su alianza estratégica confesa con Irán) y a nivel global (su trascendental visita a China).
La visita de Mohamed Morsi a China, a quien los mandarines salientes y entrantes le tendieron la alfombra roja, ha valido impactantes comentarios: ¿Hacia una nueva (sic) política exterior independiente (sic) de Egipto con Mohamed Morsi? (Global Times, 30/8/12).
No es lo mismo la perspectiva desde Tel Aviv/Londres/Washington que desde Pekín/ Nueva Delhi. El anterior diplomático indio M. K. Bhadrakumar, profundo conocedor de la hipercomplejidad no lineal del gran Medio Oriente, diagnostica que la cumbre del MNA, celebrada en Teherán, desplaza el centro geopolítico de gravedad en el Medio Oriente (Indian Punchline, 31/8/12).
A mi juicio, el MNA pasa de su fase de la guerra fría de los no alineados a la de no alienados del incipiente nuevo orden multipolar.
En forma casi predestinada, Irán toma la presidencia del MNA de Egipto, por una duración de tres años, la cual le entregará a Venezuela, cuyo canciller Nicolás Maduro ha ejercido un papel discretamente eficiente (¿sucesor de Chávez habemus?).
M. K. Bhadrakumar coloca en relieve la propuesta de Irán de formar un grupo de contacto para Siria constituido por Egipto, Irán y Venezuela (las tres presidencias consecutivas del MNA) con otros dos países árabes regionales: Líbano e Irak.
La teocracia jomeinista, sumamente hábil, incrusta a dos países de predominancia chiíta árabe: Líbano (donde gobierna Hezbolá en alianza con los otros componentes de su mosaico antigravitatorio) y el gobierno iraquí de su aliado Maliki.
A mi juicio, en el juego de ajedrez que libra Irán para defender su bastión estratégico sirio, hoy muy vulnerable frente al asedio de la OTAN/Turquía/Arabia Saudita/Qatar, nada es definitivo y las siguientes jugadas dependerán de las reacciones de los actores.
Más allá de la lectura lineal maniquea de la prensa occidentaloide sobre la postura del sunnita Mohamed Morsi en referencia a su hostilidad al régimen alawita (excrecencia esotérica del chiísmo) de Bashar Assad, lo relevante radica en el común denominador de la transición en Siria, que debe preservar su soberanía sin interferencia foránea y con negociaciones entre el gobierno y la oposición. Este es el punto fino relevante cuando, a mi juicio, los grupos de contacto formulados por Egipto (en su formato cuatripartita durante la cumbre de la OIC en Arabia Saudita) y de Irán (en su formato pentapartita durante la cumbre MNA en Teherán) no están alejados: el común denominador en ambos casos lo cimienta la alianza estratégica entre Irán y Egipto (en la fase asombrosa de Mohamed Morsi) con probable aquiescencia de los BRICS, específicamente de Rusia (del lado iraní) y de China (del lado egipcio). Al final del bazar medio oriental es probable que emerja una fórmula intermedia.
El presidente iraní, Mahmoud Ajmadineyad (izquierda), saluda al mandatario sudanés, Omar Bashir, en la cumbre de los no alineados, anteayer en TeheránFoto Ap
M. K. Bhadrakumar alaba la gran flexibilidad de la diplomacia iraní y su maestría en el manejo del arte de lo posible, de lo que no se queda atrás la legendaria diplomacia egipcia, cuando Teherán y El Cairo comparten una plataforma común sobre Siria.
El portal geoestratégico europeo DeDefensa.org (1/9/12), en su prolija hermenéutica de la cumbre NMA y de la alianza estratégica entre Irán y Egipto, aduce que lo fundamental subyace en la defensa del principio inalienable de la soberanía en el que concurren Rusia, China, Egipto e Irán, lo cual es más importante que la persona misma de Bashar Assad (como objeto de filias y/o fobias).
A juicio de DeDefensa, la postura de Turquía (por la implosión del contencioso kurdo) y de Arabia Saudita (por la incertidumbre de su sucesión y del desarrollo de la tensión en el Golfo Pérsico), ya no se diga de Qatar, han perdido su eficacia con la parusía de Egipto en la ecuación geopolítica medio oriental.
Para M. K. Bhadrakumar, la evolución muy audaz (sic) de Mohamed Morsi obliga a los actores regionales foráneos con su tutor estadunidense, todavía a la ofensiva en Siria, a replegarse a la defensiva.
En forma significativa, el portal en inglés del grupo chiíta libanés Hezbolá www.english.moqawama.org/index.php calificó la cumbre del MNA de Teherán como el giro hacia el nuevo orden mundial.
No se puede soslayar un punto fundamental que fue abordado en la cumbre del MNA sobre el monopolio global de los multimedia que se ha vuelto el tema jerárquico de la liberación ciudadana global/regional/local cuando la libertad de expresión universal se encuentra en estado de sitio en la embajada de Ecuador en Gran Bretaña: la orwelliana persecución de Julian Assange, creador de Wikileaks.
El mandamás de la Radio de la República Islámica de Irán (IRIB, por sus siglas en inglés), Ezzatollah Zargham, urgió la creación de un nuevo bloque alternativo (sic) frente a la mafia (sic) de los multimedia de Occidente, lo cual es exigido por los levantamientos ciudadanos que anuncian el fin de la era monofónica y el advenimiento de una era polifónica (¡súper sic!) para dejar fluir la libre información y romper el monopolio del imperialismo de las noticias del sistema hegemónico global.
A mi juicio, con esta postura estratégicamente creativa de los países que aspiran a ejercer su soberanía mediante la polifonía de la libertad, por fin se han percatado que una de las armas favoritas del dominio occidental radica en su monopolio multimediático, lo cual se ha vuelto un truismo global/regional/local (v. gr. en México: Televisa).
En sincronía a la exigencia polifónica de la cumbre del MNA, People’s Daily de China (1/9/12) arremete contra el dominio de la opinión pública internacional por los multimedia occidentales.
A mi juicio, la coyuntura es óptima para que la alianza estratégica entre Irán y Egipto (Mohamed Morsi dixit) conforme un condominio en el sur del gran Medio Oriente que abarque desde el Canal de Suez hasta el Golfo Pérsico y que le brinde el máximo de garantías de seguridad a las seis petromonarquías árabes, con la anuencia indispensable de Turquía, a cambio de generosos financiamientos para la reconstrucción del país de las pirámides y que entierre las estériles discordias entre sunitas y chiítas que solamente benefician al eje israelí-anglosajón.
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