Slim, un peligro para Estados Unidos

Miguel Badillo / Oficio de Papel

En el mundo de los negocios, al país más poderoso le preocupa lo que hace un habitante del tercer mundo, el magnate Carlos Slim Helú, considerado el hombre más rico del planeta por la revista Forbes. ¿Qué hace Slim en Estados Unidos y Puerto Rico que inquieta a las autoridades del Departamento de Justicia? Además de convertirse en el quinto operador de servicios prepagados de telecomunicaciones, exporta su modelo de filantropía para ampliar sus mercados y consolidarse como un poderoso grupo inmobiliario en el corazón de Nueva York.

Para empezar, en Puerto Rico, en donde Slim es propietario de la Compañía Telefónica a través de América Móvil, influye en la política de telecomunicaciones al poner en tela de juicio las disposiciones y subsidios para la población marginada. En ese mercado, en donde después de una gran batalla frente a otras telefónicas logró la autorización para ofrecer televisión, Slim contrató al influyente despacho de abogados y especialistas en cabildeo Wiley Rein, para demostrar que sobrepagó 2 mil millones de dólares por los activos de la telefónica PRT y del Grupo Claro y que hoy tendría que comenzar a reducir los subsidios contemplados en las legislaciones locales.

El hombre que estaría beneficiando a Slim en esta batalla es Henry Rivera, excomisionado de la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos y miembro de Wiley Rein, quien sostiene la necesidad de que ese país garantice el acceso en Puerto Rico a los servicios de banda ancha.

El 4 de febrero de 2011, el Departamento de Justicia de Estados Unidos autorizó a América Móvil para participar en Puerto Rico en la licitación de la banda del espectro radioeléctrico en los 700 megahertz, lo que le permitiría ofrecer servicios de banda ancha (voz, datos y video). Sin embargo, las prácticas de negocio de América Móvil en esa isla están generando muchos problemas. Para empezar, la Junta Reglamentadora de Telecomunicaciones de Puerto Rico encontró que la compañía de Slim habría incurrido en varias irregularidades, que van desde subsidios cruzados en sus operaciones hasta la construcción sin autorización de su red.

Slim ahora está bajo la mira de las autoridades estadunidenses: es investigado por diferentes instancias, para conocer el origen de sus recursos y confirmar que se trata de dinero lícito; con ello descartar que las telecomunicaciones de su país y países como Puerto Rico, bajo la figura de un protectorado, se encuentran a salvo.

Como en la película Wall Street, el expediente judicial en el que se reúne la información resultado de la investigación de las actividades empresariales del entramado de compañías de Carlos Slim y su familia ya se conoce como ballena.

En Estados Unidos no sólo les preocupa la influencia de los negocios de Slim en el rumbo de la economía mexicana. Más allá del movimiento Dos Países Una Voz (pagado para desprestigiar a Slim, de acuerdo con las declaraciones de su yerno Alfredo Elías Ayub), en Estados Unidos las autoridades regulatorias del sector de las telecomunicaciones mantienen bajo la lupa las actividades de Slim. No fueron pocas las ocasiones que el presidente y fundador del Grupo Carso intentó sin éxito adquirir operadores estadunidenses en este sector.

Finalmente, en 2006 adquirió una parte de las operaciones de Verizon para fortalecer la expansión de América Móvil en Norteamérica, Centroamérica, Suramérica y El Caribe. Antes, Slim compró al proveedor de servicios de internet, Prodigy, así como negocios en el segmento de directorios telefónicos. En Estados Unidos, la huella de Carlos Slim comienza a expandirse y esto preocupa a las autoridades de ese país: las oficinas de investigación e inteligencia policial investigan todos sus negocios, inversiones y hasta su flota aérea en busca de operaciones ilegales que lo puedan vincular con los delitos de lavado de dinero o fraude financiero.

Recientemente, con la compra de Tracfone, que ofrece servicios prepagados de telefonía, Slim ha asestado duros golpes a empresas telefónicas estadunidenses. Su negocio ha crecido más rápido que el de sus competidores ATT y Verizon. Además, en medio de la crisis europea, el magnate mexicano aprovecha los problemas de liquidez para salir de compras en el sector de las telecomunicaciones. Hace apenas unos meses anunció que compraría Simple Mobile, un operador móvil virtual, con lo que agregará 1 millón de suscriptores de T-Mobile, filial de Deutsche Telekom.

En Estados Unidos, el negocio de Carlos Slim en el segmento de servicios prepagados de telecomunicaciones registra las mayores tasas de crecimiento. En ese país estiman que esta operación dará a Slim la posibilidad de acelerar su crecimiento en un mercado en donde la regulación es más estricta que en México. A este empresario de origen libanés ya se le conoce como el padre del prepago (servicio que permite a clientes de escasos recursos adquirir tiempo aire, servicios de internet y productos en línea).

Así, Slim está exportando su modelo de negocios a México, que incluye sus acciones filantrópicas: a través de la fundación Connect2Compete, depositó en un fondo hasta 4 millones de dólares para apoyar a familias latinas para que tengan acceso a servicios de telecomunicaciones.

Además fortalece su presencia en Puerto Rico, lo que también mantiene atentos a reguladores y autoridades: la empresa NatTel pidió a la Comisión Federal de Telecomunicaciones de Estados Unidos que se transparentara la participación de la familia Slim en la principal empresa de telecomunicaciones, Compañía Telefónica de Puerto Rico.

El movimiento anti-Slim

La presencia de Slim en Estados Unidos ha crecido tanto que hasta el movimiento social Occupy Wall Street (OWS) dirigió sus protestas en contra del empresario mexicano, de quien demandan deje de invertir en ese país. Hace unos días, OWS y el movimiento Dos Países Una Voz se reunieron en Nueva York en un acto de protesta contra Slim, a quien señalaron como uno de los culpables de la pobreza en México, por promover prácticas monopólicas que han generado servicios de telecomunicaciones caros e ineficientes.

En la protesta participaron algunos de los estudiantes y jóvenes mexicanos del movimiento Yo Soy 132, e incluso congresistas de origen hispano, como Adriano Espaillat, senador por Nueva York.

Así, días antes de que el gobierno mexicano anunciara el “rescate” de la banda 2.5 gigahertz –valuada en 2 mil 500 millones de dólares–, OWS, el movimiento Yo Soy 132 y congresistas estadunidenses dijeron que su manifestación buscaba iniciar una acción contra “vampiros que ejercen monopolios” y que han dañado a la economía mexicana.

A Carlos Slim lo llamaron el hombre más rico del 1 por ciento y reprocharon a la Universidad George Washington por haber entregado un reconocimiento al magnate mexicano. Alfredo Elías Ayub consideró que las quejas contra el modelo de negocios de Slim no son graves y aseguró que se trató de “acarreados”, a quienes se les pagaron entre 30 y 40 dólares por manifestarse. La protesta tuvo lugar frente a la cadena de tiendas departamentales Saks, en donde Slim es accionista.

Ésta no es la primera vez en que congresistas de Estados Unidos señalan a Slim y a su modelo económico como responsable de problemas estructurales en México, uno de ellos, la pobreza. El senador por Vermont, Vernie Sanders, aseguró que el Tratado de Libre Comercio con México no sólo ha generado rezagos en el sector agrícola, sino que ha contribuido a incrementar la riqueza de personajes como Carlos Slim.

El crecimiento económico del magnate mexicano va a la par del aumento de rechazo en su contra en donde crecen sus inversiones, pero si algo debe de preocuparle en realidad a Slim es que sea el gobierno de Washington el que le haya puesto la mira para frenar su presencia en Estados Unidos y en otros países que considera clave para su expansión. Más aún, cuando todos sabemos que si algo incomoda a Estados Unidos y que según ellos pone en riesgo su seguridad nacional, lo que menos importa es la ética o la aplicación de la ley, sino frenar a cualquier precio a quien consideran un peligro para mantener el control de los sectores estratégicos, como en este caso el de las telecomunicaciones.

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