Francisco Rodriguez / Índice Político
Buscar el éxito con un conjunto de fracasados y resentidos políticos es la peor de las opciones por las que se ha inclinado lo que queda del Partido Acción Nacional. Y es que desde el sábado anterior, la tarea de refundar, realinear, recomponer o simplemente remendar al organismo blanquiazul ha recaído en las manos de Germán Martínez, César Nava, Felipe Bravo Mena, José González Morfín, Luisa María Calderón, Elena Álvarez.
También de Cecilia Romero, Marco Antonio Adame, Carlos Medina Plascencia, Santiago Creel Miranda y, entre otros, Juan Molinar Horcasitas.
Manos “de estómago”, dirían algunos, porque todo lo que han tocado lo han convertido en… detritus orgánico.
Fueron de fracaso en fracaso, sólo para empezar, los dos dirigentes formales del PAN a quienes, por su mero paisanaje e incondicionalidad, Calderón “dedeó” y convirtió en sus meros títeres. Ni Martínez Cázares ni Nava Martínez enfrentaron con éxito los retos electorales. El primero perdió las elecciones intermedias, y el segundo –cuestionado además por sus negocios en Pemex--, no pudo llevar a cabo las alianzas políticas con el PRD que más le interesaban al ocupante de Los Pinos. La del Estado de México, para empezar.
Luisa María Calderón y Luis Felipe Bravo Mena fueron derrotados electoralmente en Michoacán y el Estado de México, respectivamente. A la primera no sólo no benefició sino hasta perjudicó el ser “la primera hermana del país”. El segundo, salido directamente de la secretaría particular de la Presidencia de la República que ocupa Calderón, también le afectó la cercanía. Independientemente, claro, de las pésimas campañas políticas que desplegaron en contra de sus respectivos contrincantes priístas.
El de Cecilia Romero es todo un caso. “Cayó para arriba” en la secretaría general del CEN panista, luego de haber sido despedida cual comisionada del Instituto Nacional de Migración tras la matanza de, cuando menos, 72 centroamericanos en Tamaulipas. Aparentemente exitosa porque no fue tocada ni con el pétalo de una investigación judicial por su mal desempeño en una de las dependencias más sensibles a la corrupción, en realidad debe estar resentida por la forma en que fue defenestrada de tal cargo administrativo.
Marco Antonio Adame y Carlos Medina Plascencia, gobernador todavía de Morelos, el primero, y ex mandatario estatal de Guanajuato, el segundo, tienen en común el haber rendido las respectivas plazas a contrincantes y hasta a enemigos del PAN. El primero pasará próximamente la estafeta al perredista Graco Ramírez Abreu. El segundo entregó los bártulos a Vicente Fox, quien formalmente ha regresado al redil priísta del que –ahora se sabe-- realmente nunca se separó.
Juan Molinar Horcasitas es otro gran fracasado –y muy resentido-- a quien ahora también se ha encomendado la reformulación de su partido. Salió de la titularidad del IMSS “ascendido” a un fantasmagórico cargo partidista y, apenas llegando a éste, tuvo que enfrentar y aún lo hace, los cargos por su innegable responsabilidad en el criminal incendio de la guardería ABC de Hermosillo, Sonora.
Un puñado, pues, de fracasados… cual es el signo de los tiempos en el PAN y entre los mismos panistas.
Todos llenos de resabios.
¡Qué lástima por el PAN!
Tienen los verdaderos panistas una tarea monumental por delante.
No sólo el reencontrar la ruta perdida tras los casi seis años de imposiciones calderonistas y una fallida Administración Pública a cargo del mismo, también el deshacerse de este conjunto de personajes que, en su momento y oportunidad, también los condujeron al fracaso.
La tarea de –metáfora gastronómica-- elaborar chocolate blanco teniendo como ingredientes chiles verdes y tomates es prácticamente imposible de alcanzar.
Menos, todavía, si los chefs y los pinches han fracasado en la política y viven resentidos por ello, ¿no cree usted?
Índice Flamígero: ¿Va para largo el autoexilio de Josefina Vázquez Mota en Europa? ¿Seguirá lejos del país, océano de por medio, hasta que Calderón se vaya de Los Pinos para no responder a las críticas y ataques que en los últimos días éste le ha enderezado sólo por ser “diferente”? Si es así, no esperen a la ex candidata presidencial sino hasta dentro de 109 días, lapso que aún le resta a este malogrado sexenio.
Buscar el éxito con un conjunto de fracasados y resentidos políticos es la peor de las opciones por las que se ha inclinado lo que queda del Partido Acción Nacional. Y es que desde el sábado anterior, la tarea de refundar, realinear, recomponer o simplemente remendar al organismo blanquiazul ha recaído en las manos de Germán Martínez, César Nava, Felipe Bravo Mena, José González Morfín, Luisa María Calderón, Elena Álvarez.
También de Cecilia Romero, Marco Antonio Adame, Carlos Medina Plascencia, Santiago Creel Miranda y, entre otros, Juan Molinar Horcasitas.
Manos “de estómago”, dirían algunos, porque todo lo que han tocado lo han convertido en… detritus orgánico.
Fueron de fracaso en fracaso, sólo para empezar, los dos dirigentes formales del PAN a quienes, por su mero paisanaje e incondicionalidad, Calderón “dedeó” y convirtió en sus meros títeres. Ni Martínez Cázares ni Nava Martínez enfrentaron con éxito los retos electorales. El primero perdió las elecciones intermedias, y el segundo –cuestionado además por sus negocios en Pemex--, no pudo llevar a cabo las alianzas políticas con el PRD que más le interesaban al ocupante de Los Pinos. La del Estado de México, para empezar.
Luisa María Calderón y Luis Felipe Bravo Mena fueron derrotados electoralmente en Michoacán y el Estado de México, respectivamente. A la primera no sólo no benefició sino hasta perjudicó el ser “la primera hermana del país”. El segundo, salido directamente de la secretaría particular de la Presidencia de la República que ocupa Calderón, también le afectó la cercanía. Independientemente, claro, de las pésimas campañas políticas que desplegaron en contra de sus respectivos contrincantes priístas.
El de Cecilia Romero es todo un caso. “Cayó para arriba” en la secretaría general del CEN panista, luego de haber sido despedida cual comisionada del Instituto Nacional de Migración tras la matanza de, cuando menos, 72 centroamericanos en Tamaulipas. Aparentemente exitosa porque no fue tocada ni con el pétalo de una investigación judicial por su mal desempeño en una de las dependencias más sensibles a la corrupción, en realidad debe estar resentida por la forma en que fue defenestrada de tal cargo administrativo.
Marco Antonio Adame y Carlos Medina Plascencia, gobernador todavía de Morelos, el primero, y ex mandatario estatal de Guanajuato, el segundo, tienen en común el haber rendido las respectivas plazas a contrincantes y hasta a enemigos del PAN. El primero pasará próximamente la estafeta al perredista Graco Ramírez Abreu. El segundo entregó los bártulos a Vicente Fox, quien formalmente ha regresado al redil priísta del que –ahora se sabe-- realmente nunca se separó.
Juan Molinar Horcasitas es otro gran fracasado –y muy resentido-- a quien ahora también se ha encomendado la reformulación de su partido. Salió de la titularidad del IMSS “ascendido” a un fantasmagórico cargo partidista y, apenas llegando a éste, tuvo que enfrentar y aún lo hace, los cargos por su innegable responsabilidad en el criminal incendio de la guardería ABC de Hermosillo, Sonora.
Un puñado, pues, de fracasados… cual es el signo de los tiempos en el PAN y entre los mismos panistas.
Todos llenos de resabios.
¡Qué lástima por el PAN!
Tienen los verdaderos panistas una tarea monumental por delante.
No sólo el reencontrar la ruta perdida tras los casi seis años de imposiciones calderonistas y una fallida Administración Pública a cargo del mismo, también el deshacerse de este conjunto de personajes que, en su momento y oportunidad, también los condujeron al fracaso.
La tarea de –metáfora gastronómica-- elaborar chocolate blanco teniendo como ingredientes chiles verdes y tomates es prácticamente imposible de alcanzar.
Menos, todavía, si los chefs y los pinches han fracasado en la política y viven resentidos por ello, ¿no cree usted?
Índice Flamígero: ¿Va para largo el autoexilio de Josefina Vázquez Mota en Europa? ¿Seguirá lejos del país, océano de por medio, hasta que Calderón se vaya de Los Pinos para no responder a las críticas y ataques que en los últimos días éste le ha enderezado sólo por ser “diferente”? Si es así, no esperen a la ex candidata presidencial sino hasta dentro de 109 días, lapso que aún le resta a este malogrado sexenio.
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