Londres, éxito y fracaso

Salvador García Soto

La euforia nacional por haber ganado una histórica medalla de oro en el fútbol, y la doble alegría de haberlo hecho al derrotar a Brasil, no debe impedirnos el balance objetivo de lo que fue la actuación de la delegación olímpica mexicana en su conjunto. Siete medallas para un país de 120 millones de habitantes que este año invirtió siete mil 31 millones de pesos -casi 700 millones de dólares- en su preparación e infraestructura deportiva (presupuesto de la Conade), parece y es un muy magro resultado.

Sobre todo cuando se compara a México, un país que tienen el onceavo PIB más alto a nivel mundial con mil 600 billones de dólares, con otros naciones que, con una producción mucho menor y una economía más pequeña, lograron mejores resultados y posiciones en el medallero olímpico que concluyó ayer en Londres 2012. Por ejemplo, México quedó en el lugar 39 en la tabla general y obtuvo sólo siete medallas (una de oro), mientras que Kazajistán quedó en el lugar 12 general y se llevó siete medallas de oro y 13 preseas en total, cuando su PIB es de apenas de 196 mil millones de dólares y ocupa el lugar 53 de las economías mundiales.

Varios países con mucha menor riqueza y población que México obtuvieron más medallas. Es el caso de Cuba, el mejor posicionado de América, que quedó en el lugar 15 del medallero con cinco medallas de oro y un total de 14 preseas; el PIB de los cubanos es el número 64 del mundo con 114 mil millones de dólares. Dos países africanos, de los más pobres, también superaron a México. Kenia, que tiene la economía número 83 con 66 mil millones de dólares del PIB, se llevó 11 medallas, dos de ellas de oro; y Etiopía, de las economías más pobres, obtuvo tres preseas de oro para un total de siete.

Los comparativos podrían seguir, países de Europa, Asia y América, que sin tener el tamaño de México en lo económico y en la inversión deportiva, obtienen mejores resultados y más medallas. Hungría, Corea del Norte, Azerbayán, por no mencionar a Brasil, que con una economía casi igual a la de México, y un PIB de dos mil 200 billones de dólares (la economía número ocho del mundo) obtuvo 17 medallas en total, tres de las cuales fueron de oro, y Jamaica, que con una economía 100 veces más pequeña que la mexicana, se trajo cuatro medallas de oro y 12 en total.

Y para que no queden dudas de que el tamaño de la economía y del país sí es un factor para el éxito olímpico de las naciones, una comparación entre los 10 primeros lugares del medallero final de Londres y la tabla de las economías más grandes del mundo arroja datos contundentes: de las 10 delegaciones olímpicas más exitosas, Estados Unidos, China, Gran Bretaña, Italia, Francia, Rusia, Alemania, Japón y Francia, todas están entre las del PIB más grande; sólo faltan en la lista de 12 grandes economías mundiales que no fueron potencias olímpicas: México, Brasil y la India.

¿Por qué México si invierte tanto y tiene tal potencial económico y de población no logra consolidar una buena actuación en las olimpiadas? El argumento del gasto deportivo del gobierno ya no es suficiente para explicar el fracaso olímpico y deportivo. Hay reportes periodísticos que indican que la Conade gastó en total en el deporte de Alto Rendimiento 595 millones de pesos y que a cada atleta de ese nivel, varios de los cuales estuvieron en Londres, les dieron en apoyos 600 mil pesos y en total fueron 600 atletas beneficiados a través del Compromiso Integral por México con sus Atletas (CIMA) y el Fondo del Deporte de Alto Rendimiento (Fodepar).

¿Dónde está entonces el problema? ¿En los directivos del deporte? ¿En la corrupción del Comité Olímpico Mexicano y las federaciones deportivas? ¿En la falta de un sistema nacional de búsqueda y preparación de talentos? Las respuestas tendrán que llegar; por lo pronto Londres, con todo y su dulce sabor a la gloria olímpica en el futbol y la aplaudida plata y el bronce en otros deportes, no deja de ser un fracaso.

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