Javier Ibarrola
Ya sea que resulte culpable o inocente, el general Tomás Ángeles Dauahare y los otros militares detenidos conforman para la Secretaría de la Defensa Nacional más un asunto político que judicial.
A pocos días de que el país cambie sus gobernantes, la campaña para desprestigiar al Ejército, empezando desde el presidente Felipe Calderón, se ha recrudecido al grado de que a la Procuraduría General de la República no le importó caer en desacato con tal de llevar a los militares a cárceles de alta seguridad.
El día en que se graduaron 101 cadetes de la Escuela Naval Militar de Antón Lizardo, el presidente Calderón pronunció un meloso discurso que puso a los marinos en los cuernos de la Luna. No es que no se merezcan esta clase de reconocimiento, pero no era el momento de dejar al Ejército a un lado. Para un militar que pidió el privilegio del anonimato, “fue un exageradísimo elogio a los marinos, todo lo que ha sucedido es gracias a ellos. Pero el colmo, no se dejó arrastrar por la emoción, ¡¡no!! Lo llevaba escrito. Estaba planeado así de desproporcionado. ¿Que, quería embarrárselo en la cara a Galván (secretario de la Defensa Nacional)? ¿Así se ha manejado este país, con el hígado?
“Cosas así, como el caso de García Luna explican el desmadre de descoordinación que hay en el tema de seguridad. Si Calderón se deja llevar por sus sentimientos, ¿qué esperar? No es despreciar a los hermanos marinos, no. Pero, ¿y todos los demás, qué cara pondría Galván el que sus tropas nunca han recibido un elogio tan desubicado?”.
El caso Dauahare provoca diariamente comentarios de militares indignados por los ataques al Ejército.
El general retirado Jorge Lugo dice que “el Ejército y la Armada tienen para rato. O la beben o la derraman, es cuestión de un verdadero timonel que guíe al barco. Dice un proverbio africano: ‘En mares procelosos se forman buenos marineros’. Basta con que se deje de estar protegiendo a los oficiales, jefes y generales que se consideran prospectos para ocupar los cargos político-militares, pues arriban a los altos puestos demasiado ‘blandengues’. No, no creo que el mejor espermatozoide que llega a fecundar el óvulo, sea un ‘blandengue’ protegido. Recuerdo que a mí me costó ‘un huevo’ organizar y adiestrar a la Segunda Brigada de Policía Militar (1 abril 1993; 30 noviembre 1995) para que con la ‘mano en la cintura’, se designara como mi relevo al General Mario Pedro ¿?, entonces Jefe de la Sección Primera del EMDN, para que hiciera su ‘tiempo en filas’, es decir, en los ‘barrido’, en lo ‘suavecito’, y al que esto escribe, a organizar una Guarnición Militar en Puerto Palomas, Chih. (Rodrigo M. Quevedo). (Si alguien quiere saber del ‘lodo del desprestigio’, que me pregunte). No son de los que: ‘hacen camino al andar’. Mientras las cosas caminen de esa forma en las Fuerzas Armadas, seguiremos como hasta hoy. No es, contratando pseudogenerales como el tal Naranjo, como se va a enderezar el quehacer castrense. Claro, esto es independiente de que algún día, las Fuerzas Armadas logren salir del ‘lodazal’ en que lo han metido.”
Pero la Secretaría de la Defensa Nacional dice que el juicio que se iniciará a altos militares por presuntas vinculaciones con el crimen organizado no daña la imagen del Ejército.
Testigos protegidos tienen al Ejército en sus manos. Uno de ellos señaló a un general Enríquez, supuesto asesor presidencial en seguridad nacional, como otro militar ligado al narcotráfico. Tras buscar en todos los archivos a la mano, no se encontró ningún general de apellido Enríquez.
Sin embargo, la Secretaría de la Defensa Nacional amplio sus planes de estudio para combatir “inéditos retos que atentan contra la paz y la seguridad interior”.
Esto se produjo durante la graduación de 84 oficiales de la Escuela Superior de Guerra, magnífica oportunidad para que Calderón nivelara la balanza acudiendo a la ceremonia y pronunciara un mesurado discurso para los oficiales-cerebro del Ejército. Pero no fue así.
Mientras el Tribunal Electoral busca la forma de tomar una decisión en medio del cochinero de las elecciones, que cuando menos no agrave la situación política que estamos viviendo, me dice el general retirado Carmelo Terán, los mismos de la clase política, al parecer han tomado la decisión de golpear fundamentalmente al Ejército mexicano, tratando de enlodar a la institución y exhibirla ante la opinión pública para disminuir la confianza que el pueblo le tiene, al hacer señalamientos del involucramiento de los militares en el narcotráfico, particularmente a generales, sin presentar hasta la fecha datos contundentes que sean equiparables al escándalo mediático que se ha originado.
Sin embargo, las Fuerzas Armadas son y seguirán siendo el sostén de las instituciones.
Ya sea que resulte culpable o inocente, el general Tomás Ángeles Dauahare y los otros militares detenidos conforman para la Secretaría de la Defensa Nacional más un asunto político que judicial.
A pocos días de que el país cambie sus gobernantes, la campaña para desprestigiar al Ejército, empezando desde el presidente Felipe Calderón, se ha recrudecido al grado de que a la Procuraduría General de la República no le importó caer en desacato con tal de llevar a los militares a cárceles de alta seguridad.
El día en que se graduaron 101 cadetes de la Escuela Naval Militar de Antón Lizardo, el presidente Calderón pronunció un meloso discurso que puso a los marinos en los cuernos de la Luna. No es que no se merezcan esta clase de reconocimiento, pero no era el momento de dejar al Ejército a un lado. Para un militar que pidió el privilegio del anonimato, “fue un exageradísimo elogio a los marinos, todo lo que ha sucedido es gracias a ellos. Pero el colmo, no se dejó arrastrar por la emoción, ¡¡no!! Lo llevaba escrito. Estaba planeado así de desproporcionado. ¿Que, quería embarrárselo en la cara a Galván (secretario de la Defensa Nacional)? ¿Así se ha manejado este país, con el hígado?
“Cosas así, como el caso de García Luna explican el desmadre de descoordinación que hay en el tema de seguridad. Si Calderón se deja llevar por sus sentimientos, ¿qué esperar? No es despreciar a los hermanos marinos, no. Pero, ¿y todos los demás, qué cara pondría Galván el que sus tropas nunca han recibido un elogio tan desubicado?”.
El caso Dauahare provoca diariamente comentarios de militares indignados por los ataques al Ejército.
El general retirado Jorge Lugo dice que “el Ejército y la Armada tienen para rato. O la beben o la derraman, es cuestión de un verdadero timonel que guíe al barco. Dice un proverbio africano: ‘En mares procelosos se forman buenos marineros’. Basta con que se deje de estar protegiendo a los oficiales, jefes y generales que se consideran prospectos para ocupar los cargos político-militares, pues arriban a los altos puestos demasiado ‘blandengues’. No, no creo que el mejor espermatozoide que llega a fecundar el óvulo, sea un ‘blandengue’ protegido. Recuerdo que a mí me costó ‘un huevo’ organizar y adiestrar a la Segunda Brigada de Policía Militar (1 abril 1993; 30 noviembre 1995) para que con la ‘mano en la cintura’, se designara como mi relevo al General Mario Pedro ¿?, entonces Jefe de la Sección Primera del EMDN, para que hiciera su ‘tiempo en filas’, es decir, en los ‘barrido’, en lo ‘suavecito’, y al que esto escribe, a organizar una Guarnición Militar en Puerto Palomas, Chih. (Rodrigo M. Quevedo). (Si alguien quiere saber del ‘lodo del desprestigio’, que me pregunte). No son de los que: ‘hacen camino al andar’. Mientras las cosas caminen de esa forma en las Fuerzas Armadas, seguiremos como hasta hoy. No es, contratando pseudogenerales como el tal Naranjo, como se va a enderezar el quehacer castrense. Claro, esto es independiente de que algún día, las Fuerzas Armadas logren salir del ‘lodazal’ en que lo han metido.”
Pero la Secretaría de la Defensa Nacional dice que el juicio que se iniciará a altos militares por presuntas vinculaciones con el crimen organizado no daña la imagen del Ejército.
Testigos protegidos tienen al Ejército en sus manos. Uno de ellos señaló a un general Enríquez, supuesto asesor presidencial en seguridad nacional, como otro militar ligado al narcotráfico. Tras buscar en todos los archivos a la mano, no se encontró ningún general de apellido Enríquez.
Sin embargo, la Secretaría de la Defensa Nacional amplio sus planes de estudio para combatir “inéditos retos que atentan contra la paz y la seguridad interior”.
Esto se produjo durante la graduación de 84 oficiales de la Escuela Superior de Guerra, magnífica oportunidad para que Calderón nivelara la balanza acudiendo a la ceremonia y pronunciara un mesurado discurso para los oficiales-cerebro del Ejército. Pero no fue así.
Mientras el Tribunal Electoral busca la forma de tomar una decisión en medio del cochinero de las elecciones, que cuando menos no agrave la situación política que estamos viviendo, me dice el general retirado Carmelo Terán, los mismos de la clase política, al parecer han tomado la decisión de golpear fundamentalmente al Ejército mexicano, tratando de enlodar a la institución y exhibirla ante la opinión pública para disminuir la confianza que el pueblo le tiene, al hacer señalamientos del involucramiento de los militares en el narcotráfico, particularmente a generales, sin presentar hasta la fecha datos contundentes que sean equiparables al escándalo mediático que se ha originado.
Sin embargo, las Fuerzas Armadas son y seguirán siendo el sostén de las instituciones.
Comentarios