José Gil Olmos / Apro
Con un esmeril, el poeta Javier Sicilia partió en varias partes un rifle de asalto y un revolvercomoprotesta por el uso de las armas en la guerra contra las drogas, lo que ha provocado más de 60 mil muertes en México.
Cinco familiares de víctimas muertas por armas y que integran la Caravana de Paz dieron golpes con un mazo a las dos armas que ya habían sido partidas en partes por el poeta.
El resto de la caravana y representantes de organizaciones de derechos humanos de Estados Unidos se unieron al acto con gritos de “viva la paz” y “sí se puede”, que retumbaron en la plaza Guadalupe.
La Caravana de la Paz realizó este acto sin precedentes para llamar la atención de la sociedad y medios norteamericanos sobre su propuesta de fijar mayores controles en la venta de armas, porque muchas de ellos son vendidas al crimen organizado en México.
“Me dio mucha alegría tener ese poder para destruir, para desmantelar ese poder que da las armas” dijo luego del acto el poeta Javier Sicilia.
Araceli Rodriguez y Margarita López hicieron volar en pedazos las piezas del rifle de asalto AK-47 y el revolver Magnum que fueron comprados en una feria de armas en esta ciudad por organizaciones norteamericanas y donadas para realizar este acto de protesta.
El rifle de asalto lo donó la organización LEAP, que está a favor de la legalización de las drogas y esta integrada por expolicías y exsoldados norteamericanos; la pistola, un revolver mágnum de 38 milímetro, una mujer que lo adquirió sin los papeles requeridos como identificación oficial.
En cada golpe a las armas, las víctimas emitían gritos de dolor, mientras el poeta soltó lágrimas y tomaba en sus manos la paloma de la paz que traen como estandarte de la caravana.
Reginald Lillie, representante de la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color, fundada desde principios del siglo XX, ofreció su apoyo a la caravana y manifestó que ya es tiempo de que se establezcan medidas más estrictas para la compra y ventas de armas.
John Lindsay-Poland, de la agrupación Hermanos de la Reconciliación, creada desde finales del siglo XIX, dijo que este es el momento para cambiar las políticas de armas en Estados Unidos.
Dijo que la segunda enmienda constitucional que da el poder de poseer armas también tiene sus límites pues no cualquiera puede tener una bomba nuclear.
Lourdes Campos, del Estado de México; Olga Reyes, de Chihuahua; Zacario Hernández, de Chiapas; Araceli Rodríguez, del Estado de México y Margarita López de Oaxaca, dieron su testimonio antes de la destrucción de las dos armas.
Cada una de las partes serán repartidas entre cinco de las víctimas de la caravana, cuyos familiares fueron muertos por armas de fuego. Fueron encapsuladas en un bloque de cemento para llevarla en la caravana hasta Washington y depositarlas en algún lugar de Pasadena como una protesta por el trasiego de armas a México donde son utilizadas por el crimen organizado.
Sicilia manifestó a los medios texanos que la caravana no quiere imponer las demandas que trae desde México, sino hacer un llamado a la corresponsabilidad del gobierno y la sociedad norteamericana.
Insistió que no están en contra de la segunda enmienda de la Constitución norteamericana, que permite la compra de armas por razones de seguridad y defensa, sino de medidas y controles más estrictos para evitar que caigan en manos de las bandas del crimen organizado en México.
Con un esmeril, el poeta Javier Sicilia partió en varias partes un rifle de asalto y un revolvercomoprotesta por el uso de las armas en la guerra contra las drogas, lo que ha provocado más de 60 mil muertes en México.
Cinco familiares de víctimas muertas por armas y que integran la Caravana de Paz dieron golpes con un mazo a las dos armas que ya habían sido partidas en partes por el poeta.
El resto de la caravana y representantes de organizaciones de derechos humanos de Estados Unidos se unieron al acto con gritos de “viva la paz” y “sí se puede”, que retumbaron en la plaza Guadalupe.
La Caravana de la Paz realizó este acto sin precedentes para llamar la atención de la sociedad y medios norteamericanos sobre su propuesta de fijar mayores controles en la venta de armas, porque muchas de ellos son vendidas al crimen organizado en México.
“Me dio mucha alegría tener ese poder para destruir, para desmantelar ese poder que da las armas” dijo luego del acto el poeta Javier Sicilia.
Araceli Rodriguez y Margarita López hicieron volar en pedazos las piezas del rifle de asalto AK-47 y el revolver Magnum que fueron comprados en una feria de armas en esta ciudad por organizaciones norteamericanas y donadas para realizar este acto de protesta.
El rifle de asalto lo donó la organización LEAP, que está a favor de la legalización de las drogas y esta integrada por expolicías y exsoldados norteamericanos; la pistola, un revolver mágnum de 38 milímetro, una mujer que lo adquirió sin los papeles requeridos como identificación oficial.
En cada golpe a las armas, las víctimas emitían gritos de dolor, mientras el poeta soltó lágrimas y tomaba en sus manos la paloma de la paz que traen como estandarte de la caravana.
Reginald Lillie, representante de la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color, fundada desde principios del siglo XX, ofreció su apoyo a la caravana y manifestó que ya es tiempo de que se establezcan medidas más estrictas para la compra y ventas de armas.
John Lindsay-Poland, de la agrupación Hermanos de la Reconciliación, creada desde finales del siglo XIX, dijo que este es el momento para cambiar las políticas de armas en Estados Unidos.
Dijo que la segunda enmienda constitucional que da el poder de poseer armas también tiene sus límites pues no cualquiera puede tener una bomba nuclear.
Lourdes Campos, del Estado de México; Olga Reyes, de Chihuahua; Zacario Hernández, de Chiapas; Araceli Rodríguez, del Estado de México y Margarita López de Oaxaca, dieron su testimonio antes de la destrucción de las dos armas.
Cada una de las partes serán repartidas entre cinco de las víctimas de la caravana, cuyos familiares fueron muertos por armas de fuego. Fueron encapsuladas en un bloque de cemento para llevarla en la caravana hasta Washington y depositarlas en algún lugar de Pasadena como una protesta por el trasiego de armas a México donde son utilizadas por el crimen organizado.
Sicilia manifestó a los medios texanos que la caravana no quiere imponer las demandas que trae desde México, sino hacer un llamado a la corresponsabilidad del gobierno y la sociedad norteamericana.
Insistió que no están en contra de la segunda enmienda de la Constitución norteamericana, que permite la compra de armas por razones de seguridad y defensa, sino de medidas y controles más estrictos para evitar que caigan en manos de las bandas del crimen organizado en México.
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