Urge cambio de modelo
Impostergable decisión
Carlos Fernández-Vega / México SA
Rápidamente se le borrará la sonrisa y el ánimo triunfal a quien al final de cuentas resulte ganador de la rifa dominical del tigre salvaje. Los problemas nacionales son enormes y crecientes, es decir, proporcionalmente inversos a la capacidad de la clase gobernante para resolverlos y sacar al país del profundo barranco en el que se encuentra desde hace tres décadas. Será cuestión de esperar el resultado oficial de los comicios, pero más allá de quien sea declarado vencedor, la tarea es por demás descomunal.
En vía de mientras, va un repaso por la realidad económica nacional, cortesía del Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Instituto Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, para el que la transición hacia el nuevo gobierno debe tomar en cuenta las señales de alerta que se han prendido en el entorno económico mexicano, ya que si bien algunas son de origen foráneo, otras pertenecen al ámbito doméstico. La debilidad laboral es el fruto de una política económica que ha debilitado el mercado interno, afectando con ello a trabajadores y empresas. En los siguientes años el trabajo por realizar será arduo, se deben cambiar los fundamentos del modelo que impera en México y reorientar los objetivos hacia la generación de una sociedad de bienestar basado en empresas competitivas. De no cumplirse con ello se corre el riesgo de que la crisis internacional nuevamente contagie a nuestro país.
La inflación, la precariedad del mercado laboral, la caída de los precios internacionales del petróleo y la depreciación del tipo de cambio constituyen algunas de las variables que han comenzado a reflejar que la evolución de la economía mexicana no se encuentra en un escenario optimista. Por el contrario, su deterioro refleja que el entorno internacional ya afectó tanto a la actividad productiva nacional como a los consumidores. La combinación de mayor inflación y precariedad laboral es uno de los aspectos más preocupantes, fundamentalmente porque trastoca la estabilidad y calidad de vida de las familias. Se podría argumentar que una inflación de 4.3 por ciento es baja comparada con las tasas registradas en décadas pasadas, sin embargo ello no toma en consideración que en productos como los alimentos se tienen aumentos de dos dígitos. Tan sólo en el caso del frijol la tasa anual ronda el 55 por ciento. El aumento de precios daña más a la gente pobre, situación que se viene agravando conforme avanza el deterioro del mercado laboral. El aumento de las personas que se encuentran atrapadas en la economía informal, que enfrentan condiciones críticas en su trabajo o que no tienen prestaciones, sintetiza que contar con empleo no necesariamente resuelve todas sus necesidades.
La depreciación del tipo de cambio complica el entorno para una economía que importa más bienes de los que vende al exterior. El aumento de los precios de los productos importados es consecuencia de la pérdida de valor del peso frente al dólar. Por tanto, la salida de capitales que se suscitó hace unas semanas ya golpea a la economía nacional, tanto a las empresas que realizan la importación de máquinas e insumos para producir, como a los consumidores que terminarán pagando un precio más elevado. En el caso del precio del petróleo también se verifica una situación inquietante: su drástica caída no deja beneficios al país, al menos no para el ciudadano. El efecto directo de la disminución del precio del hidrocarburo mermará los ingresos públicos, particularmente los excedentes que habían permitido que el gobierno federal y los estados contaran con recursos extra para aplicarlos a programas económicos que en teoría debieron fomentar el crecimiento económico. Hoy ese efecto se está agotando. El efecto indirecto es que ello hará que el gobierno siga aplicando políticas que limitan el avance de la economía.
Un problema adicional para los ciudadanos es que la baja citada no se traducirá en un menor costo de las gasolinas: a pesar de la caída que el precio del petróleo ha registrado en las últimas semanas, no se detendrá el alza generalizada en el precio final de los combustibles. Además debe citarse que la parte bancaria tampoco ha tenido buenas noticias, pues la disminución en la calificación de varios bancos trasnacionales que operan en México refleja que la incertidumbre que priva en el mundo financiero también se ve reflejada en nuestro país. No debe minimizarse esta llamada de atención.
La problemática internacional se originó a partir del incremento en los niveles de endeudamiento de las naciones. Principalmente las economías europeas revelan un nivel de deuda externa como proporción del PIB superior a la producción de un año. Los tan mencionados ajustes encaminados a la austeridad fiscal han servido como paliativo a la problemática, pero no han solucionado el problema de raíz: los altos niveles de endeudamiento continúan presentes. En este sentido, México se encuentra supeditado al escenario de incertidumbre internacional. La idea ilusoria de que el país está blindado es cuestionable dado un sistema financiero internacional con participación importante de capital extranjero, un ciclo económico estrechamente vinculado con la economía estadunidense y un débil mercado interno que por sí solo no es capaz de generar crecimiento potencial.
Fuertemente relacionado con lo anterior, se aprecia la desaceleración hasta abril del presente año del indicador global de la actividad económica. Sus componentes exhiben una leve moderación en su ciclo, la cual afecta de manera más importante al sector primario; por su parte, los otros sectores de la actividad económica también presentan una moderación en su ciclo. En el presente contexto internacional, el aparato productivo ha sido incapaz de mantener elevadas tasas de crecimiento coartando así, en el corto plazo, las mejoras a las agudas problemáticas de pobreza, desocupación y precarización del empleo. De igual manera, el histórico motor de crecimiento económico que ha sido el sector externo, hoy en día se encuentra atado a la coyuntura internacional.
En este sentido se aprecia que si bien la tendencia de las exportaciones se encuentra en alza, la persistencia de dicha evolución dependerá del comportamiento de los mercados internacionales, principalmente de los vinculados al sector automotriz. Para el caso de Estados Unidos ya se aprecia un menor dinamismo en la producción y venta de autos, y en consecuencia la producción mexicana presenta la moderación correspondiente en su tendencia.
Las rebanadas del pastel
Copiosa participación ciudadana en la perfectamente desorganizada casilla 3557 en Alvaro Obregón.
Impostergable decisión
Carlos Fernández-Vega / México SA
Rápidamente se le borrará la sonrisa y el ánimo triunfal a quien al final de cuentas resulte ganador de la rifa dominical del tigre salvaje. Los problemas nacionales son enormes y crecientes, es decir, proporcionalmente inversos a la capacidad de la clase gobernante para resolverlos y sacar al país del profundo barranco en el que se encuentra desde hace tres décadas. Será cuestión de esperar el resultado oficial de los comicios, pero más allá de quien sea declarado vencedor, la tarea es por demás descomunal.
En vía de mientras, va un repaso por la realidad económica nacional, cortesía del Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Instituto Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, para el que la transición hacia el nuevo gobierno debe tomar en cuenta las señales de alerta que se han prendido en el entorno económico mexicano, ya que si bien algunas son de origen foráneo, otras pertenecen al ámbito doméstico. La debilidad laboral es el fruto de una política económica que ha debilitado el mercado interno, afectando con ello a trabajadores y empresas. En los siguientes años el trabajo por realizar será arduo, se deben cambiar los fundamentos del modelo que impera en México y reorientar los objetivos hacia la generación de una sociedad de bienestar basado en empresas competitivas. De no cumplirse con ello se corre el riesgo de que la crisis internacional nuevamente contagie a nuestro país.
La inflación, la precariedad del mercado laboral, la caída de los precios internacionales del petróleo y la depreciación del tipo de cambio constituyen algunas de las variables que han comenzado a reflejar que la evolución de la economía mexicana no se encuentra en un escenario optimista. Por el contrario, su deterioro refleja que el entorno internacional ya afectó tanto a la actividad productiva nacional como a los consumidores. La combinación de mayor inflación y precariedad laboral es uno de los aspectos más preocupantes, fundamentalmente porque trastoca la estabilidad y calidad de vida de las familias. Se podría argumentar que una inflación de 4.3 por ciento es baja comparada con las tasas registradas en décadas pasadas, sin embargo ello no toma en consideración que en productos como los alimentos se tienen aumentos de dos dígitos. Tan sólo en el caso del frijol la tasa anual ronda el 55 por ciento. El aumento de precios daña más a la gente pobre, situación que se viene agravando conforme avanza el deterioro del mercado laboral. El aumento de las personas que se encuentran atrapadas en la economía informal, que enfrentan condiciones críticas en su trabajo o que no tienen prestaciones, sintetiza que contar con empleo no necesariamente resuelve todas sus necesidades.
La depreciación del tipo de cambio complica el entorno para una economía que importa más bienes de los que vende al exterior. El aumento de los precios de los productos importados es consecuencia de la pérdida de valor del peso frente al dólar. Por tanto, la salida de capitales que se suscitó hace unas semanas ya golpea a la economía nacional, tanto a las empresas que realizan la importación de máquinas e insumos para producir, como a los consumidores que terminarán pagando un precio más elevado. En el caso del precio del petróleo también se verifica una situación inquietante: su drástica caída no deja beneficios al país, al menos no para el ciudadano. El efecto directo de la disminución del precio del hidrocarburo mermará los ingresos públicos, particularmente los excedentes que habían permitido que el gobierno federal y los estados contaran con recursos extra para aplicarlos a programas económicos que en teoría debieron fomentar el crecimiento económico. Hoy ese efecto se está agotando. El efecto indirecto es que ello hará que el gobierno siga aplicando políticas que limitan el avance de la economía.
Un problema adicional para los ciudadanos es que la baja citada no se traducirá en un menor costo de las gasolinas: a pesar de la caída que el precio del petróleo ha registrado en las últimas semanas, no se detendrá el alza generalizada en el precio final de los combustibles. Además debe citarse que la parte bancaria tampoco ha tenido buenas noticias, pues la disminución en la calificación de varios bancos trasnacionales que operan en México refleja que la incertidumbre que priva en el mundo financiero también se ve reflejada en nuestro país. No debe minimizarse esta llamada de atención.
La problemática internacional se originó a partir del incremento en los niveles de endeudamiento de las naciones. Principalmente las economías europeas revelan un nivel de deuda externa como proporción del PIB superior a la producción de un año. Los tan mencionados ajustes encaminados a la austeridad fiscal han servido como paliativo a la problemática, pero no han solucionado el problema de raíz: los altos niveles de endeudamiento continúan presentes. En este sentido, México se encuentra supeditado al escenario de incertidumbre internacional. La idea ilusoria de que el país está blindado es cuestionable dado un sistema financiero internacional con participación importante de capital extranjero, un ciclo económico estrechamente vinculado con la economía estadunidense y un débil mercado interno que por sí solo no es capaz de generar crecimiento potencial.
Fuertemente relacionado con lo anterior, se aprecia la desaceleración hasta abril del presente año del indicador global de la actividad económica. Sus componentes exhiben una leve moderación en su ciclo, la cual afecta de manera más importante al sector primario; por su parte, los otros sectores de la actividad económica también presentan una moderación en su ciclo. En el presente contexto internacional, el aparato productivo ha sido incapaz de mantener elevadas tasas de crecimiento coartando así, en el corto plazo, las mejoras a las agudas problemáticas de pobreza, desocupación y precarización del empleo. De igual manera, el histórico motor de crecimiento económico que ha sido el sector externo, hoy en día se encuentra atado a la coyuntura internacional.
En este sentido se aprecia que si bien la tendencia de las exportaciones se encuentra en alza, la persistencia de dicha evolución dependerá del comportamiento de los mercados internacionales, principalmente de los vinculados al sector automotriz. Para el caso de Estados Unidos ya se aprecia un menor dinamismo en la producción y venta de autos, y en consecuencia la producción mexicana presenta la moderación correspondiente en su tendencia.
Las rebanadas del pastel
Copiosa participación ciudadana en la perfectamente desorganizada casilla 3557 en Alvaro Obregón.
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