Mexicanos ricos avanzan en la conquista de Texas

McCallen estableció un centro regional EB-5, una corporación propiedad de la ciudad que otorga green cards a los extranjeros a cambio de inversiones de un millón de dólares

Sentido Común


MISSION, Texas. Para muchos compradores de casa, la mayor motivación para mudarse es un cambio de trabajo, mayores posibilidades económicas o una expansión de la familia. Pero para Graciela González, administradora de una escuela privada de Tamaulipas, fueron las constantes amenazas de secuestro y asesinato.

En 2010 González dijo que ocho padres de estudiantes de la escuela privada en la que trabaja fueron secuestrados por bandas del narcotráfico que pidieron un rescate por su liberación. Temerosa de ser la siguiente, ella y su marido Juan, que es arquitecto, cruzaron la frontera y compraron una casa de tres recámaras por 180 mil dólares en Mission, Texas.

En los últimos dos años ella y su marido han estado viviendo en Estados Unidos con visa de turista y trabajando de forma remota. Sólo viajan a México cada tantos meses. Hace seis meses, solicitó una vista del inversionista para poder obtener la residencia estadunidense. “Es muy triste tener que escoger entre tu vida y tu estilo de vida”, dijo.

Conforme la violencia en México ha aumentado, algunos mexicanos ricos han huido a ciudades fronterizas en Texas, convirtiendo a ciudades pobres como McAllen y Mission en improbables beneficiarios de la cruenta guerra al narcotráfico. Otros, incluso algunos criminales que son blancos de cárteles rivales, están yéndose más al norte, a los suburbios ricos de Houston, Dallas y San Antonio, en donde uno de ellos está aguardando juicio por presuntamente lavar dinero para un cártel.

En Mission, los agentes inmobiliarios están haciendo muchos negocios y las constructoras están apresurándose a erigir viviendas tipo hacienda. Los mexicanos están abriendo restaurantes y otros negocios, solicitando visas permanentes de residencia y estableciendo cercanas comunidades de expatriados en las que socializan. Asimismo, mandan a sus hijos a las escuelas locales y forman asociaciones comerciales.

Beto Salinas, alcalde de Mission, dijo en una entrevista reciente que las consecuencias de la violencia han dado un inesperado impulso a su ciudad. “Hay muchos que vienen de México, construyen una casa de un millón de dólares, viven aquí y dejan que las otras personas hagan lo suyo”, dijo.

No obstante, el influjo de mexicanos ricos no ha tenido un efecto considerable en los residentes de bajos ingresos. La parte de Texas que incluye a McCallen y Mission continúa siendo el área metropolitana más pobre del país: más de un tercio de sus residentes viven por debajo de la línea de la pobreza, de acuerdo con un informe de noviembre del Departamento de Comercio.

Pero esto podría cambiar lentamente, si el número de residentes ricos continúa creciendo. Los recién llegados ya han ayudado a impulsar el mercado local de la vivienda. Mientras que las ventas y los precios de las casas se desplomaron en la mayoría de las ciudades Estados Unidos tras la crisis financiera de 2008, las ventas de casas en el área metropolitana de McAllen-Mission se han mantenido constantes en alrededor de dos mil 400 al año desde 2008, y el precio mediano de venta subió 3% a 120 mil dólares en ese periodo.

“La mitad de mis ventas del año pasado fueron mexicanos que se fueron de su país por la violencia”, dijo René Galván, agente inmobiliario en McAllen.

Las constructoras están respondiendo a la mayor demanda también. El valor de la propiedad residencial gravable de Mission ha aumentado a tres mil 200 millones de dólares en la actualidad desde dos mil 600 millones de dólares en 2007, porque las constructoras han erigido cientos de viviendas nuevas. Miguel Brito, gerente de ventas de Brito Construction una pequeña constructora, dijo que ha vendido entre 45 y 55 casas nuevas al año desde 2009, y que 80% de sus clientes son mexicanos.

“Recibo llamadas todos los días de personas que dicen que ya se cansaron de la violencia”, dijo Brito.

El vecindario más popular para los compradores mexicanos, de acuerdo con Brito, es Sharyland Plantation, una comunidad de 24 kilómetros cuadrados de Mission.

En abril el equipo de futbol soccer de Sharyland High School ganó su primer campeonato estatal. Rev Hernández, el entrenador del equipo, dijo que una de las mayores estrellas fue Jorge Medina, portero que se mudó a Sharyland el año pasado desde Monterrey.

Los funcionarios del gobierno local han dado la bienvenida a los extranjeros con los brazos abiertos. El año pasado, McCallen estableció un centro regional EB-5, una corporación propiedad de la ciudad que otorga green cards a los extranjeros a cambio de inversiones de un millón de dólares o algunas veces menores pero que generen cuando menos 10 empleos de tiempo completo. Funcionarios federales de inmigración están revisando actualmente la primera inversión tipo EB-5 en la región: un proyecto de construcción de un hotel de 15 millones de dólares financiado por 16 mexicanos, 14 de los cuales buscan obtener la residencia.

Jesús Gómez es dueño de una fábrica en Monterrey con 250 trabajadores que produce vidrio templado para canceles de baño y tablarocas para edificios. Hace seis meses compró una casa en un vecindario tranquilo de McAllen tras recibir cinco llamadas amenazantes de personas que se describieron a sí mismas como “vigilantes” que buscaban dinero.

Ahora deja a sus gerentes los asuntos del día a día de la fábrica, y se comunica con ellos principalmente por teléfono y correo electrónico. Él y su esposa se unieron a una congregación de una iglesia local y él se ha convertido en fan de los Dallas Cowboys. Los fines de semana sus tres hijos vienen a visitarlo y traen a sus nietos para que jueguen en su alberca.

“Es difícil explicar cómo se vive en Monterrey actualmente. Todo ha cambiado. No se puede caminar con libertad si tienen un negocio”, dijo. Ahora, en su nuevo hogar, “es realmente agradable poder caminar por la calle y relajarse”.

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