Los 'porros' que generaron un movimiento estudiantil

Óscar Balderas

“¿Ya viste cuántos son?”, preguntó Ana a Rodrigo. Hubo silencio. El estudiante de octavo semestre de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Iberoamericana tenía miedo de saber cuántas personas lo habían seguido en su locura de hacer un video para defenderse de quienes lo habían llamado "porros".

“Rodrigo, ¿ya viste cuántos son?”, insistió Ana, su amiga y compañera de carrera, pero de nuevo no hubo respuesta. Por un par de minutos, se quedó en blanco el cajón de texto en la página de Facebook donde chateaban, hasta que Rodrigo escribió una frase de resignación: “Si son menos de 50, yo creo que no valió la pena”.

Pero no eran menos de 50. Era más del doble: “No, son 131”, cifra que marcó el comienzo de un movimiento estudiantil, en plena época electoral.

“Fue... no sé cómo explicarlo, fue maravilloso. Eramos 131, 131 locos y locas que nos habíamos quitado la indiferencia de que nos llamaran porros y habíamos hecho algo”, cuenta Ana Rolón con emoción al recordar la noche de ese domingo 13 de mayo, dos día después de que su universidad se volviera el foco de atención en la elección presidencial.

El viernes de esa semana, cientos de estudiantes de la Ibero recibieron en su universidad al entonces candidato presidencial del PRI y PVEM, Enrique Peña Nieto. El exgobernador mexiquense salió entre gritos de “¡asesino!” y “¡telebasura!” por parte de unos jóvenes con fama de apáticos y superficiales.

“Era un asunto personal, ya no sólo era político. Nos habían llamado porros, infiltrados, que nos manejaban. Teníamos que responderles contundentemente, algo que les callara la boca”, platica Ana, de 22 años.

Así que junto con Rodrigo Serrano, idearon una convocatoria: le pedirían a sus amigos que enviaran un fragmento de máximo 30 segundos en el que dijeran su nombre, apellido abreviado, número de cuenta y mostrarían su credencial de estudiante para desmentir que no fueran universitarios.

Todo acompañado de un discurso como sugerencia que había sido escrito en la computadora de Rodrigo: el famoso “estimados Joaquín Coldwell, Arturo Escobar, Emilio Gamboa, así como medios de comunicación de dudosa neutralidad: usamos el derecho de réplica para desmentirlos. Somos estudiantes de la Ibero, no acarreados, no porros y nadie nos entrenó para nada”.

La tarde del sábado 12 de mayo salió el primer correo electrónico pidiendo que enviaran los videos; la fecha límite de entrega vencía 24 horas después, en pleno fin de semana de exámenes y junto a las vacaciones.

“Pensamos: es una locura. Vaya, si nos responden 30 habrá sido mucho, pero no teníamos otra opción. Convocamos, yo escribí, Ana y otros amigos editarían el video y tendríamos algo para el lunes”, narra Rodrigo.

Pero sí hubo respuesta: 131 amigos, compañeros, estudiantes que ni siquiera habían cruzado palabra se sumaron al desmentido que tuvo trabajando toda la noche a Ana, a Óscar y a Ismael juntando 131 videos para hacer una versión final de 11 minutos.

Ese lunes por la mañana, cerca de las 8 de la mañana, Ana puso el enlace en su cuenta de Twitter. Era la primera vez que la respuesta a quienes los habían señalado de reventadores llegaba a las redes sociales.

Primero, hubo reclamos: que el video es muy largo, que no se entiende el audio, que no quedaron bien acomodados los fragmentos, se quejaron sus compañeros. Luego, felicitaciones, que quedó muy bien, que gustó mucho. Enseguida, los primeros retuits masivos y la aparición del video en algunas cuentas de Twitter de medios de comunicación.

Para el mediodía, “131 alumnos de la Ibero” era el tema más comentado al mediodía en la ciudad de México y a la 1 de la tarde era un tema del momento en todo el mundo en la red social. Se mantuvo como palabras más usadas dos días seguidos, por encima de cantantes de moda o películas de la temporada.

“No podíamos creerlo. Simplemente, era increíble, ¿cómo había pasado? Nunca imaginamos tal cosa”, cuenta Ana, quien a partir de ese día ha brindado tantas entrevistas que ya ha perdido la cuenta.

Lo que siguió, dice, fue una bola de nieve que avanzó con o sin ellos: decenas de medios de comunicación retomaron el video, la gente lo compartió y lo que se volvió un “viernes negro” para Peña Nieto se transformó en indignación nacional.

“De inmediato llegaron tuits, mails, llamadas de gente que decía ‘aquí está su 132’, ‘en la UNAM está el 132’, ‘si hace falta otro video, yo soy 132’. No hubo que planearlo, surgió así: ‘yo soy 132’. Nunca pensamos que se volvería un movimiento nacional”, narra Rodrigo.

Han pasado ya casi tres meses desde entonces. El saldo es una gran abolladura a la candidatura de Peña Nieto, decenas de protestas en varios estados donde hacía su gira electoral, ocho marchas multitudinarias en la ciudad de México y otras tantas en las principales ciudades del país contra el PRI, un debate presidencial y un capital político superior al de muchos movimientos sociales.

“Pero lo más importante, lo realmente importante, es que sacamos al país de la inmovilidad. Lo sacamos a las calles a exigir sus derechos, a que los jóvenes fuéramos escuchados, se le dio cauce a una inconformidad social que no tenía por donde expresarse”, comenta Ana.

Por el momento, el camino que tomará el movimiento #YoSoy132 sigue siendo una incógnita, incluso para sus propios creadores, pero no tienen prisa por saberlo. Lo inmediato es un calendario de acciones contra lo que, aseguran, es la imposición de Enrique Peña Nieto en la Presidencia de la República.

Luego, vendrá el momento de la definición: ¿qué hacer con ese movimiento nacional que se gestó en una computadora personal y se convirtió en “la primavera mexicana”?

Pero esa, dicen, es otra historia, otra noche nerviosa, como la de ese domingo 13 de mayo cuando apareció en la pantalla “Son 131”.

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