HSBC, lavadora mexicana “made in England”

De 2002 a 2009 los dueños del Grupo HSBC no hicieron nada por detener el lavado de dinero en sus instituciones asentadas en México, al amparo de la omisión de las autoridades de este país en esa materia. Y fue gracias a su tolerancia que los cárteles de la droga blanquearon sin contratiempos más de 9 mil millones de dólares en ese lapso, aun cuando las autoridades de Estados Unidos les advirtieron que México era un país de alto riesgo. Los entretelones de esa escandalosa permisividad de los banqueros británicos están documentados en una detallada investigación ordenada por Carl Levin, senador demócrata por Michigan.

J. Jesús Esquivel


Desde su ingreso a México en 2002 el grupo bancario británico HSBC sabía que operaba en un país “de alto riesgo” para el lavado de dinero del narcotráfico. Y aun cuando tenía pruebas de las transacciones ilícitas, en 2009 la institución seguía catalogándolo como una nación de “bajo riesgo”, sostiene una investigación del Congreso de Estados Unidos.

En un reporte de 335 páginas, el Subcomité Permanente de Investigaciones del Comité de Seguridad Interior y Asuntos Gubernamentales de la Cámara de Senadores del Congreso federal de Estados Unidos documenta cómo, a través de sus sucursales en México, HSBC permitió durante ocho años el blanqueo de más de 9 mil millones de dólares procedentes del narcotráfico.

Desde noviembre de 2002 –cuando HSBC pagó mil 100 millones de dólares por el Banco Internacional, integrante del Grupo Financiero Bital– los ejecutivos británicos minimizaron las evidencias de ese tipo de transacciones bancarias ilícitas en la institución recién adquirida, indica el voluminoso estudio.

Agrega: “Una revisión a los documentos formulados por HSBC previos a la compra del grupo mexicano indica que Bital carecía de un programa para prevenir el lavado de dinero, pese a estar operando en un país confrontado por el tráfico de drogas y el lavado de dinero.

“Durante años Grupo HSBC sabía que sus sucursales en México continuaban operando bajo múltiples deficiencias de los mecanismos antilavado de dinero (AML, por sus siglas en inglés), ofrecían servicios a clientes de alto riesgo y vendían productos de alto riesgo.”

De acuerdo con el reporte del subcomité, titulado Vulnerabilidades de Estados Unidos al lavado de dinero, drogas y financiamiento terrorista: historia del caso HSBC, en noviembre de 2002 Banco Internacional tenía 6 millones de clientes y 15 mil 400 empleados. Ya como propiedad del grupo británico el banco fue rebautizado HBMX, amplió su clientela a 8 millones y manejaba acciones superiores a 2 mil millones de dólares. Además, contaba con mil 100 sucursales y su plantilla de empleados aumentó a 19 mil.

De entonces a la fecha y bajo tutela británica, HBMX ha tenido tres presidentes: Alexander (Sandy) Flockhart (2002-2007), Paul Thurston (febrero de 2007-mayo de 2008) y Luis Peña Kegel, aún en funciones, todos ellos implicados de manera indirecta en el lavado de dinero, sostiene el documento elaborado a petición del presidente del subcomité, Carl Levin, senador demócrata por Michigan.

Un memorando revelador

Entre las “actividades de alto riesgo” realizadas por HBMX, el reporte cita la apertura de cuentas para instituciones para la compra-venta de dólares en México y Estados Unidos, entre ellas Casa de Cambio Puebla y Sigue Corporation, a las cuales el Departamento del Tesoro estadunidense identifica como frentes para el lavado de dinero procedente de los cárteles mexicanos.

Más: “HBMX también ofreció productos de alto riesgo, incluyendo la apertura de cuentas bancarias en dólares estadunidenses en las Islas Caimán, a casi 50 mil clientes, con una inversión total por 2 mil 100 millones de dólares”. Y matiza que los cuentahabientes mexicanos “no entregaron documentos claros de su identificación personal y que algunos lo hicieron a nombre de algún cártel de la droga”.

El banco afiliado a HBMX en esas islas no existe físicamente, pues no cuenta con un inmueble ni empleados; es como una institución virtual que se maneja desde México.

La denuncia añade que en 2007 las sucursales de HSBC en México exportaron más de 3 mil millones de dólares en efectivo a sucursales bancarias de Estados Unidos. Al año siguiente el monto se elevó a 4 mil millones.

“Estas cifras de envíos de dólares rebasaron por mucho las transacciones similares que realizaron los bancos más grandes de México e instituciones afiliadas de HSBC en otras partes del mundo”, subraya el expediente. Y hace una revelación aún más escandalosa:

“Auditores bancarios de México y Estados Unidos expresaron su preocupación a HBMX sobre los envíos de dinero a bancos estadunidenses en 2007 y 2008 con el argumento de que las cuantiosas cantidades de exportación de dólares en efectivo podrían incluir dinero procedente de la venta de drogas, ya que sólo así se podrían explicar las abultadas cantidades enviadas a los bancos estadunidenses.

“Aun así las sucursales de HSBC en Estados Unidos nada hicieron para monitorear la aplicación de los AML, lo cual significa que no hicieron ningún esfuerzo para identificar actividades sospechosas pese a los riesgos que implican las transacciones de las abultadas cantidades de dinero en efectivo.”

En sus anexos el reporte incluye una fotocopia de la transcripción de un correo electrónico que circuló entre los ejecutivos del HSBC con fecha 6 de diciembre de 2007. El mensaje interno fue enviado por John F. Root, director de la aplicación de las normas bancarias para HSBC en América Latina; a Warren G. Leaming, exasesor de asuntos legales del grupo financiero, con copia para David Bagley, responsable de la ejecución total de las AML:

“Warren –decía el primer párrafo del correo electrónico–, te estoy enviando una lista de asuntos que podrías abordar durante tu visita en diciembre a HBMX. Si tú y David quieren agregar temas a la lista, por favor déjenme saberlo.”

Root se preguntaba: “¿Por qué recibimos la inspección por parte del Banco de México (Banxico) con 31 observaciones? Y ¿por qué se ha deteriorado nuestra relación con el Departamento del Tesoro?”.

Al parecer el memorando electrónico fue motivado por las diferencias entre el jefe regional de HSBC con el jefe de HBMX. El mensaje también alude a “la integración regional y/o rechazo de Honduras y Panamá a las recomendaciones de México (Banxico) para el monitoreo (de dinero)”.

Para los especialistas en lavado de dinero del Capitolio, por el contenido del memorando y por la conclusión del párrafo anterior, que se incluye en el reporte legislativo, puede deducirse que las autoridades de México y Estados Unidos permitieron que HSBC lavara dinero del narcotráfico, pues aunque le llamaron la atención al banco nunca lo sancionaron.

El caso México

Las 76 páginas dedicadas al caso de México –el resto documentan operaciones de blanqueo de dólares para financiar actividades terroristas en Corea del Norte, Siria, Irán y Arabia Saudita– incluyen la transcripción de comunicaciones entre los ejecutivos británicos para demostrar que no hicieron nada para contener el lavado de dinero, pese a que los departamentos de Estado y del Tesoro consideran a México como “país de alto riesgo” para impedir el lavado de dinero del narcotráfico.

En mayo de 2008 Susan Wright, jefa del Departamento de Cumplimiento con los AML de Grupo HSBC, envío un correo electrónico a David Bagley, presidente ejecutivo del Departamento de Auditorías del banco británico, en el que le expuso la conveniencia de otorgar a México la categoría de “país de bajo riesgo” pese a las advertencias y evidencias de lavado de dinero sugeridas con anterioridad por autoridades de México y Estados Unidos.

“Creo que has visto nuestra Tabla de Riesgos de la Reputación de Países como lo hemos hablado previamente. A menos de que existan preocupaciones específicas de que no se destaque el alto riesgo de los países, como regla de trabajo… El caso México tiene riesgos específicos en relación con la presión que aplica Estados Unidos respecto al lavado de dinero procedente del tráfico de drogas a través de las casas de cambio mexicanas.

“HBMX tiene varios clientes que ofrecen servicios empresariales de cambio de dinero ligados a Estados Unidos, y consecuentemente a pagos que hacen a HBMX por medio de nuestras sucursales estadunidenses. Estos son evidentemente negocios difíciles de monitorear… también existe preocupación en Estados Unidos con respecto al monto de los depósitos y transacciones que se hacen en efectivo y con dólares estadunidenses entre Estados Unidos y México, por lo que HBMX ha sido identificado como uno de los bancos con el riesgo más alto en actividades de este tipo (lavado de dinero)”, expuso Wrigth a Bagley. La transcripción del correo se incluye en el reporte del subcomité senatorial.

Para realizar las pesquisas ordenadas por el senador Levin, los investigadores del Congreso se reunieron con Ali Kazmy, encargado de los análisis de riesgo en las operaciones de HSBC.

Según él, “de manera inadvertida HSBC no tomó en cuenta las recomendaciones del gobierno de Estados Unidos”, según consigna el expediente.

Un año después del correo enviado por Wright a Bagley, “de manera inesperada” HSBC colocó a México en la categoría de “país de alto riesgo”, destacan los investigadores del Capitolio. Ese cambio se dio después de un análisis interno riguroso que duró solamente tres meses, aunque las autoridades mexicanas y estadunidenses habían hecho la recomendación tres años antes.

Según la página 45 del expediente, “en febrero de 2009 la representación de HSBC en Estados Unidos (HBUS, por sus siglas en inglés) había asignado a México la categoría de “país de bajo riesgo. Tres meses después de hacer la etiquetación, el 1 de mayo de 2009, HBUS repentinamente revisó la categoría de riesgo de México y brincándose dos categorías intermedias lo pasó de país de bajo riesgo a uno de alto riesgo”.

Ante ese súbito cambio los investigadores de la Cámara de Senadores contactaron de nuevo a Kazmy, quien aun cuando ya no trabajaba para el grupo británico explicó que a principios de 2009 su supervisora Anne Liddy “le pidió hacer una nueva valoración sobre México con base en las recientes preocupaciones externadas por la Oficina del Interventor del Dinero (OCC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos que depende del Departamento del Tesoro”, apunta el expediente.

La solicitud de Liddy a Kazmy no fue gratuita, según la conclusión del reporte del subcomité. El cambio de categoría del nivel de riesgo en México fue una decisión deliberada que tomaron los círculos de poder más altos del Grupo HSBC.

Al parecer sobre ellos se cernía una investigación del Departamento del Tesoro por la presunción de lavado de dinero del narcotráfico y otra del gobierno mexicano.

“En febrero de 2008 y en noviembre de ese mismo año autoridades financieras de México confrontaron a los ejecutivos de HBMX sobre las sospechas de que ganancias de la venta de drogas se estaban moviendo a través de sus cuentas a las sucursales de HBUS. Un correo electrónico interno de los ejecutivos de HBUS fechado en enero de 2009 desvela que un agente de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) del Departamento de Seguridad Interior se había reunido con funcionarios de HBUS para hablarles de una investigación sobre lavado de dinero que se llevaba a cabo y que involucraba a algunos de sus clientes en México.

Ese mismo mes y en respuesta a las preocupaciones regulatorias de las autoridades mexicanas sobre los AML, HBMX ordenó a todas sus sucursales dejar de aceptar depósitos en efectivo con dólares estadunidenses”, estipula el reporte.

La investigación de ICE

En junio de 2009, según se desprende de la investigación, el “ICE notificó de manera formal a la OCC que estaba investigando un caso de posibles actividades de lavado de dinero que involucraban a HBUS”.

La investigación de ICE señalaba que parecía que los narcotraficantes de México estaban utilizando el mercado negro de pesos en Nueva York (bolsas de cambio) para transferir fondos de Estados Unidos a instituciones financieras mexicanas.

“El dinero procedente de la venta de drogas se acarrea físicamente sobre la frontera sur de Estados Unidos y se pasa a México, luego se regresa a Estados Unidos por medio de transferencias electrónicas que se hacen desde casas de cambio y bancos pequeños o bien se cruza por la frontera en autos blindados, antes de ser depositado en cuentas en instituciones bancarias de Estados Unidos”, explicó Dan Stipano, subjefe de asesores del OCC al funcionario de la misma dependencia a cargo de la supervisión de las operaciones de HBUS, según el relato incorporado al reporte.

El martes 17 el Subcomité Permanente de Investigaciones de la Cámara de Senadores del Congreso de Estados Unidos realizó una audiencia para exponer públicamente el contenido del reporte.

En la sesión, a cargo del senador Levin, seis ejecutivos del grupo bancario británico: Bagley; Thurston, ahora presidente ejecutivo en Hong Kong; Michael Gallagher, exvicepresidente ejecutivo en Estados Unidos; Christopher Lok, exjefe global de depósitos en Estados Unidos; Irene Dorner, presidenta ejecutiva en Estados Unidos, y Stuart A. Levey, jefe de asuntos legales en Londres, presentaron su testimonio.

“Aceptamos que en el pasado reciente hemos fallado en el cumplimiento de los estándares que esperan de nosotros los clientes y los auditores… Pedimos una disculpa, reconocemos estos errores, responderemos por nuestras acciones y nos comprometemos de manera absoluta a reparar los daños”, expuso Levey, quien de 2004 a 2011 trabajó en el Departamento del Tesoro en el combate al lavado de dinero para financiar el terrorismo.

Y aunque Bagley anunció que dimitiría, al día siguiente el diario The Washington Post informó que sería transferido a Londres, donde asumiría otra responsabilidad corporativa.

El reporte del Congreso no revela el nombre de los cuentahabientes mexicanos que depositaron los 2 mil 100 millones de dólares en las Islas Caimán ni el de los cárteles mexicanos beneficiados.

Lo único que sí se sabe es que en Estados Unidos los departamentos del Tesoro y de Justicia realizan un proceso criminal y financiero contra HSBC. Es posible que en los próximos meses anuncien la imposición de una multa millonaria al grupo bancario británico por haberle abierto las puertas al lavado de dinero.

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