Evitar el conflicto poselectoral

Eduardo Ibarra Aguirre

Existen indicios suficientes para afirmar que “El haiga sido como haiga sido”, bautizado así por Felipe Calderón tras el presunto fraude electoral que cometió en julio de 2006, si nos atenemos a la percepción que tiene la tercera parte de los electores, dejó lecciones a los actores políticos, los agentes sociales y económicos, a los poderes facticos que se sobreponen a los institucionales.

Destaca la voz del presidente del hace seis años belicoso Consejo Coordinador Empresarial que solicita del Consejo General del Instituto Federal Electoral que se comportó somnoliento durante la campaña, para que “dé pronta respuesta a los señalamientos sobre anomalías, con la finalidad de evitar que se genere un conflicto poselectoral que pueda dañar a México”.

Los consejeros se mantienen en lo que estipula el artículo 295 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, pero aconsejan atender “las circunstancias de última hora”. De acuerdo a la letra legal, el IFE sólo recontará 54.5 por ciento de los votos de la elección presidencial. La cifra más alta de apertura ocurrirá en la elección de senadores, con 61 por ciento de los paquetes (87 mil 806), mientras para la de diputados se prevé la nueva contabilidad de 60.3 por ciento de los sufragios depositados en 86 mil 328 casillas. En total recontarán los votos de 252 mil 146 paquetes.

Con las limitaciones legales, los funcionarios públicos y privados que nos vendieron la mexicana elección del domingo como “impecable”, el nivel de este voto por voto representa “el doble que el registrado en la elección federal pasada, en 2009”, cuando se eligieron diputados y senadores, y “no hay precedente de este tipo para una elección presidencial”. Edmundo Jacobo Molina alardea con que “se trata del ejercicio de apertura, transparencia y máxima publicidad más grande en la historia electoral de México”. Para establecer parangones el funcionariado se pinta solo. Cierto que también advirtió el secretario ejecutivo del IFE que los pronósticos “podrían aumentar, si al momento de estar frente a los paquetes se hallan otras causales de apertura-recuento”.

“El candidatazo” –Leo Zuckermann dixit– Enrique Peña Nieto entiende mejor que sus padrinos de Televisa que “las inconformidades de los partidos” con el resultado de los comicios presidenciales “son parte” del proceso electoral.

Pedro Joaquín Codwell anunció que su partido, el Revolucionario Institucional propondrá al Tribunal Electoral que el recuento sea de todos los paquetes.

Con estas voces, entre otras, y la conducta política y legal de Andrés Manuel López Obrador, el escenario que empieza a configurarse no conducirá a la confrontación, a pesar de los esfuerzos del duopolio televisivo, el oligopolio radiofónico y los consorcios del diarismo impreso para linchar política y mediáticamente a AMLO, sólo porque ejerce derechos garantizados por el Cofippe y la Constitución.

La versión de “la jornada ejemplar” pierde espacio no sólo entre los mexicanos que la padecieron, sino para el diario The Washington Post “crece la sospecha sobre el triunfo de EPN con todo y las felicitaciones recibidas”. The New York Times registró que las denuncias nutren un movimiento impugnador de Peña y que “La lucha comienza ahora”. En tanto que en el Centro Woodrow Wilson, auguran que si Obrador puede comprobar una amplia operación de compra del voto, pondría en duda la validez de los resultados sin importar cuál es la cuenta de votos”. Resultados que ya desconoció #YoSoy132.

Y lo que se publica en Estados Unidos le importa sobremanera a Peña Nieto. En eso se parece a Carlos Salinas.

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