El quinazo que viene

Jorge Diaz / La Sana Distancia

Hace unos días, comenté en este mismo espacio sobre la imposibilidad que tendremos nuevamente los mexicanos, de contar con un gobierno que cuente con el reconocimiento y respeto de más o menos todos los actores políticos y de la mayoría de la población. El fantasma de la ingobernabilidad ronda, pero también el fantasma del “quinazo” como único recurso mediático para balancear la imagen abollada y en todo caso, infundir respeto aunque sea a través del miedo.

En el 2000 se tuvo la oportunidad de contar con un gobierno ampliamente aceptado y reconocido, pero tristemente en tres años, el propio ex presidente Fox se encargó de dilapidar dicho capital.

Para 2006 la investidura presidencial se convirtió en auténtica piñata mexicana. Bajo la sospecha de enormes irregularidades para conseguir el triunfo, el respeto se perdió y la persona del presidente Calderón, se convirtió en un tiro al blanco. Habrá quien recuerde que incluso en la última parte del mandato de Fox su figura era muy golpeada; sin embargo, los ataques al primer presidente panista, en comparación con su sucesor, fueron leves, ya que a Calderón se le atacó con dardos envenenados.

El lance de Calderón por legitimar su asunción al poder declarando la guerra al crimen organizado, en lugar de ayudar empeoró la poca buena imagen con la que contaba, ni hablar del daño que le ha causado a México. Felipe Calderón llegó como se irá, debilitado. No se le puede acusar de poco ambicioso al michoacano; sin embargo, ha quedado demostrado que el hecho de portar la banda presidencial, no te convierte en todopoderoso, ni en sabio.

Por tanto, es de esperarse que Enrique Peña Nieto (si el TEPJF no dice lo contrario), ante la necesidad de sacudirse lo más pronto posible todas las dudas y sospechas sobre su triunfo, que han logrado sembrar con éxito los miembros de las izquierdas encabezadas por Andrés Manuel López Obrador en el último tramo de esta historia electoral, recurra a un método que cuenta con menores posibilidades de salirse de control y asegura el éxito (así lo sostiene la historia): el quinazo.

De cuña salinista, parece ser el más efectivo y menos costoso método de legitimación. Ha quedado ampliamente demostrado: es mejor irse contra un personaje, en lugar de aspirar a desmantelar a toda una organización que inclusive, trasciende nuestras fronteras.

La pregunta es, en caso de ocurrir, quién será el señalado por el índice del mexiquense o de sus asesores. Tela hay de donde cortar en el propio tricolor, en la izquierda y en la derecha; no obstante, debe hacerse con un cuidado quirúrgico, porque aún con un método tan controlado, las consecuencias pueden ser desastrosas.

Si fuera al interior de su partido, parecería una saludable autocrítica y un mensaje de renovación estridente hacia los suyos. Si fuera hacia personajes de otros partidos, reforzaría el dicho de panistas e izquierdistas, sobre la vuelta al pasado y la agitación social sería difícil de contener.

Carlos Salinas de Gortari lo hizo en sus primeros 40 días de gobierno ¿cuánto tardará Peña Nieto para interpretar su “quinazo”?

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