Francisco Rodriguez / Índice Político
Asumir la absoluta responsabilidad de su enorme derrota. O del triunfo de la mayoría de la sociedad sobre sus políticas erráticas que propiciaron que la violencia y la muerte se enseñorearan en el país, por la enorme corrupción que envuelve a su fallida Administración y, claro, por la muy desperdiciada gran oportunidad que le dio el PRI avalando su “triunfo” hace seis años.
Calderón debió amanecer hoy, cual decimos vernáculamente, “con la cola entre las patas”.
No mejor se despierta el país de esta pesadilla sexenal. Clarea, sí, sobre nuestra división que en algunos casos es hasta polarización.
Y ese es el mayor de los muchos crímenes de Felipe Calderón: haber partido al país desde aquella campaña negra del 2006.
Es gravemente reduccionista considerar lo sucedido en México durante los últimos seis años como una historia de buenos y malos. Pero eso fue lo que hizo Calderón. O están conmigo o están en mi contra. Tal fue su divisa.
El país, cierto y por fortuna, sale de lo peor de la pesadilla, pero permanecen intactos los factores que llevaron a nuestro enfrentamiento y, lo malo es que los han reeditado ahora los priístas –usando a ciertos medios de comunicación--, quienes en las últimas semanas dejaron de creer en las encuestas que ellos mismos patrocinaron.
Paradójicamente, Enrique Peña --que promete ser un líder reconciliador-- tendrá que probar con los hechos que no se trata de mera palabrería, si quiere cobrar alguna credibilidad... de la que hoy todavía carece.
A la postre, eso mismo anunció Calderón cuando asumió –en Los Pinos, en la oscuridad de la madrugada, rodeados él y Vicente Fox de militares-- en el 2006… ¡para desmentirlo inmediatamente y dar lugar a la guerra que rompió en dos a la nación!
Y hoy la nación, esa misma nación, se lo ha cobrado.
En las urnas, la sociedad redujo a su mínima expresión al calderonato y al panismo.
Tercer lugar.
¡Qué pena!
Muy, pero muy lejos de quien –de acuerdo a los primeros resultados informales-- obtuvo la mayor cantidad de sufragios a su favor.
Y hoy, sí, el destino de Calderón está sellado.
Ha recibido el repudio de los suyos, de los propios panistas.
Y por supuesto el de priístas, perredistas, aliancistas…
De, prácticamente, ¡todo el país!
La derrota electoral de Acción Nacional, de Felipe Calderón. Está claro que se ha producido un severo voto de castigo contra ambos.
Voto de castigo que no sólo implica un correctivo o una advertencia, sino que cuestiona todo su proyecto político.
La fallida Administración y Calderón ya quedaron fuertemente debilitados por la presión social y este descalabro electoral deja al panismo a los pies de los caballos.
La derrota electoral de los panistas es pareja en importancia a su histórico triunfo en julio del 2000, en el que revolcaron al priísmo alzándose con la mayoría de los votos. Ahora los, datos electorales provisionales son muy otros: el panismo ha descendido hasta poco menos del 24% y el priísmo ha remontado hasta cerca de un 42%.
Es seguro, asimismo, que el panismo haya perdido su mayoría simple en el Senado y haya sido reducida, también, a tercera fuerza electoral en la Cámara de Diputados.
Ésta ha sido una derrota radical en toda regla, teniendo en cuenta la circunstancia de la fuerte inestabilidad institucional por la que atraviesa la República, a partir de la violencia desatada por Felipe Calderón.
Y ha sido apenas este sábado cuando, en un amplio reporte en el The Washington Post, se ha confirmado que, de acuerdo a sus cercanos, Calderón ha dicho que se irá del país al terminar el sexenio.
El Post agrega que el hecho de que "el comandante en jefe de la guerra antinarcóticos respaldada por Estados Unidos sugiera que no ha otorgado suficiente seguridad para vivir en su país es una revelación asombrosa, y podría verse como una admisión de fracaso o evidencia de qué tan duro ha batallado y qué tan lejos aún necesita avanzar México".
Fracaso. Es el nuevo sello de Calderón.
Índice Flamígero: William Finnegan escribió hace unos días en The New Yorker: "Nadie cree que el gobierno es el que manda hoy en México". + + + El saludo de esta mañana a Felipe Calderón: “Menos días”. Y sí, ya sólo faltan 153.
Asumir la absoluta responsabilidad de su enorme derrota. O del triunfo de la mayoría de la sociedad sobre sus políticas erráticas que propiciaron que la violencia y la muerte se enseñorearan en el país, por la enorme corrupción que envuelve a su fallida Administración y, claro, por la muy desperdiciada gran oportunidad que le dio el PRI avalando su “triunfo” hace seis años.
Calderón debió amanecer hoy, cual decimos vernáculamente, “con la cola entre las patas”.
No mejor se despierta el país de esta pesadilla sexenal. Clarea, sí, sobre nuestra división que en algunos casos es hasta polarización.
Y ese es el mayor de los muchos crímenes de Felipe Calderón: haber partido al país desde aquella campaña negra del 2006.
Es gravemente reduccionista considerar lo sucedido en México durante los últimos seis años como una historia de buenos y malos. Pero eso fue lo que hizo Calderón. O están conmigo o están en mi contra. Tal fue su divisa.
El país, cierto y por fortuna, sale de lo peor de la pesadilla, pero permanecen intactos los factores que llevaron a nuestro enfrentamiento y, lo malo es que los han reeditado ahora los priístas –usando a ciertos medios de comunicación--, quienes en las últimas semanas dejaron de creer en las encuestas que ellos mismos patrocinaron.
Paradójicamente, Enrique Peña --que promete ser un líder reconciliador-- tendrá que probar con los hechos que no se trata de mera palabrería, si quiere cobrar alguna credibilidad... de la que hoy todavía carece.
A la postre, eso mismo anunció Calderón cuando asumió –en Los Pinos, en la oscuridad de la madrugada, rodeados él y Vicente Fox de militares-- en el 2006… ¡para desmentirlo inmediatamente y dar lugar a la guerra que rompió en dos a la nación!
Y hoy la nación, esa misma nación, se lo ha cobrado.
En las urnas, la sociedad redujo a su mínima expresión al calderonato y al panismo.
Tercer lugar.
¡Qué pena!
Muy, pero muy lejos de quien –de acuerdo a los primeros resultados informales-- obtuvo la mayor cantidad de sufragios a su favor.
Y hoy, sí, el destino de Calderón está sellado.
Ha recibido el repudio de los suyos, de los propios panistas.
Y por supuesto el de priístas, perredistas, aliancistas…
De, prácticamente, ¡todo el país!
La derrota electoral de Acción Nacional, de Felipe Calderón. Está claro que se ha producido un severo voto de castigo contra ambos.
Voto de castigo que no sólo implica un correctivo o una advertencia, sino que cuestiona todo su proyecto político.
La fallida Administración y Calderón ya quedaron fuertemente debilitados por la presión social y este descalabro electoral deja al panismo a los pies de los caballos.
La derrota electoral de los panistas es pareja en importancia a su histórico triunfo en julio del 2000, en el que revolcaron al priísmo alzándose con la mayoría de los votos. Ahora los, datos electorales provisionales son muy otros: el panismo ha descendido hasta poco menos del 24% y el priísmo ha remontado hasta cerca de un 42%.
Es seguro, asimismo, que el panismo haya perdido su mayoría simple en el Senado y haya sido reducida, también, a tercera fuerza electoral en la Cámara de Diputados.
Ésta ha sido una derrota radical en toda regla, teniendo en cuenta la circunstancia de la fuerte inestabilidad institucional por la que atraviesa la República, a partir de la violencia desatada por Felipe Calderón.
Y ha sido apenas este sábado cuando, en un amplio reporte en el The Washington Post, se ha confirmado que, de acuerdo a sus cercanos, Calderón ha dicho que se irá del país al terminar el sexenio.
El Post agrega que el hecho de que "el comandante en jefe de la guerra antinarcóticos respaldada por Estados Unidos sugiera que no ha otorgado suficiente seguridad para vivir en su país es una revelación asombrosa, y podría verse como una admisión de fracaso o evidencia de qué tan duro ha batallado y qué tan lejos aún necesita avanzar México".
Fracaso. Es el nuevo sello de Calderón.
Índice Flamígero: William Finnegan escribió hace unos días en The New Yorker: "Nadie cree que el gobierno es el que manda hoy en México". + + + El saludo de esta mañana a Felipe Calderón: “Menos días”. Y sí, ya sólo faltan 153.
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