Jorge Diaz
… Pero los reflectores. Satisfechos deben sentirse los seguidores incondicionales del líder tabasqueño, ya que en el postelectoral, nadie le gana la nota. Al igual que en 2006, el de Macuspana sabe cómo hacerle para que los medios de comunicación (entes hambrientas de escándalo y morbo) le dediquen toda su atención.
Casi relegados a las páginas interiores, el actual presidente Felipe Calderón y el futuro, Enrique Peña Nieto, probablemente agradecen el gesto del perdedor, ya que de alguna manera les permite operar y no perder el tiempo entre cámaras, reporteros y preguntas incómodas, que a fin de cuentas, ellos ya tienen lo que buscaban, el poder.
No le extrañe que durante los próximos 6, 10, 200 años (depende de los adelantos en la ciencia), el único dueño absoluto de la autoridad moral (porque así lo dice él, no yo, aclaro) no soltará la cámara y el micrófono, puesto que los medios lo tomarán como una especie de Vicente Fox pero en plan enojón aunque igualmente locuaz.
Lo que nunca se le escuchará decir, es que reconoce haberle fallado a quienes votaron por él. Es increíble e imperdonable que sus fanáticos seguidores no le reclamen autocrítica. Fueron dos sexenios perdidos en la necedad y la ceguera. Fueron dos sexenios de servirse de las reglas mientras le convenía o mientras creyó ir ganando y tener el triunfo en la bolsa, para después renegar de las mismas y reclamar inequidad.
Yo también creo que hay inequidad en las elecciones y favoritismo en algunos sectores cuando no debería de haberlo, pero, ¿por qué nunca hicieron nada para impedirlo los partidos de izquierda comandados por él? Porque ellos cometen los mismos actos para conseguir sus objetivos, la diferencia es que hoy, no les alcanzó.
Que quede claro, no niego las cochinadas por parte del PRI, pero que se diga con todas sus letras: en el lodazal que se ha convertido la democracia partidista, muchos se desgarran las camisetas (que les regaló su partido) escandalizados por las despensas y otros incentivos que el PRI regaló para inducir, comprometer o comprar (dígalo como quiera, según sea el lector) el voto, y con ello ganar la elección. Pues bien, ante mis ojos, pasaron despensas del PAN en colonias de clase media y media alta y del PRD (con todo e imagen del líder tropical), en colonias de bajos recursos ¿qué? ¿sus despensas sí son con propósitos santos y las otras no?
Basta de simulación, nuestro sistema requiere de una limpia profunda y todos los partidos políticos una purga urgente.
Dándose baños de pureza no será como López Obrador asegure su pase a la historia del lado de los buenos. Es preciso un “mea culpa” por parte de todos los involucrados en esta lamentable farsa que nos vienen recetando desde inicios de siglo y eso, incluye a López Obrador, de lo contrario, no se avanzará a ningún lado y dentro de seis años volveremos a ver este deplorable show.
… Pero los reflectores. Satisfechos deben sentirse los seguidores incondicionales del líder tabasqueño, ya que en el postelectoral, nadie le gana la nota. Al igual que en 2006, el de Macuspana sabe cómo hacerle para que los medios de comunicación (entes hambrientas de escándalo y morbo) le dediquen toda su atención.
Casi relegados a las páginas interiores, el actual presidente Felipe Calderón y el futuro, Enrique Peña Nieto, probablemente agradecen el gesto del perdedor, ya que de alguna manera les permite operar y no perder el tiempo entre cámaras, reporteros y preguntas incómodas, que a fin de cuentas, ellos ya tienen lo que buscaban, el poder.
No le extrañe que durante los próximos 6, 10, 200 años (depende de los adelantos en la ciencia), el único dueño absoluto de la autoridad moral (porque así lo dice él, no yo, aclaro) no soltará la cámara y el micrófono, puesto que los medios lo tomarán como una especie de Vicente Fox pero en plan enojón aunque igualmente locuaz.
Lo que nunca se le escuchará decir, es que reconoce haberle fallado a quienes votaron por él. Es increíble e imperdonable que sus fanáticos seguidores no le reclamen autocrítica. Fueron dos sexenios perdidos en la necedad y la ceguera. Fueron dos sexenios de servirse de las reglas mientras le convenía o mientras creyó ir ganando y tener el triunfo en la bolsa, para después renegar de las mismas y reclamar inequidad.
Yo también creo que hay inequidad en las elecciones y favoritismo en algunos sectores cuando no debería de haberlo, pero, ¿por qué nunca hicieron nada para impedirlo los partidos de izquierda comandados por él? Porque ellos cometen los mismos actos para conseguir sus objetivos, la diferencia es que hoy, no les alcanzó.
Que quede claro, no niego las cochinadas por parte del PRI, pero que se diga con todas sus letras: en el lodazal que se ha convertido la democracia partidista, muchos se desgarran las camisetas (que les regaló su partido) escandalizados por las despensas y otros incentivos que el PRI regaló para inducir, comprometer o comprar (dígalo como quiera, según sea el lector) el voto, y con ello ganar la elección. Pues bien, ante mis ojos, pasaron despensas del PAN en colonias de clase media y media alta y del PRD (con todo e imagen del líder tropical), en colonias de bajos recursos ¿qué? ¿sus despensas sí son con propósitos santos y las otras no?
Basta de simulación, nuestro sistema requiere de una limpia profunda y todos los partidos políticos una purga urgente.
Dándose baños de pureza no será como López Obrador asegure su pase a la historia del lado de los buenos. Es preciso un “mea culpa” por parte de todos los involucrados en esta lamentable farsa que nos vienen recetando desde inicios de siglo y eso, incluye a López Obrador, de lo contrario, no se avanzará a ningún lado y dentro de seis años volveremos a ver este deplorable show.
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