#YoSoy132, esa ola feroz

Juan Pablo Proal

La ventaja de Enrique Peña Nieto es irreversible y su triunfo inevitable. Esta idea, repetida como mensaje hipnótico por los medios masivos de comunicación, se estaba anclando en el inconsciente colectivo, provocando un abnegado sabor a desánimo. Parecía que cargaríamos con la resignación a las urnas, hasta que llegó el movimiento #Yosoy132.

“El PRI representa lo más abyecto de la sociedad mexicana”: estudiante de Letras de la UNAM, 22 años.

El movimiento de jóvenes nacido en la Universidad Iberoamericana y catapultado por las redes sociales le dio valor a la sociedad mexicana para oponerse a la parvada de monstruos que hasta hace poco parecían invencibles.

“Bienvenidos al despertar de la conciencia, la patria los estaba esperando”: Demián Bichir, actor, al citar una de las pancartas del movimiento #Yosoy132.

Los jóvenes mexicanos, últimamente apáticos en la participación electoral, esta vez le dieron la razón a Salvador Allende: “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción, hasta biológica”. De repente, como una ola feroz, salieron a las calles a oponerse a todo lo que un mexicano honesto detesta: Televisa, el PRI, los desalmados narcotraficantes, los periodistas pagados por el sistema, la estúpida guerra antidrogas y la cultura que enaltece lo desechable.

“No tengo confianza en las instituciones”: Miguel Nájera, 19 años, preuniversitario egresado del Colegio Madrid.

El movimiento #Yosoy132 está integrado por el sector de la población más agraviado del país, a quien el Estado le negó la posibilidad de un futuro medianamente prometedor. Los empleados tratados por las trasnacionales como esclavos en alta mar. Los hijos de un país tacaño, siempre envuelto en crisis y sangre. Las víctimas de los matrimonios disfuncionales, los desengañados del mercado de religiones.

“No creo en el matrimonio, solamente reúne muchos intereses y es atarte a una persona; no soy creyente, la religión es una manera muy efectiva de manipular a la gente”: Larissa, 20 años, estudiante de Comunicación en la FES Acatlán.

Ellos, a su vez, le dan voz y nuevo ánimo social a los desempleados, a los subempleados y a todas las víctimas del sistema económico.

“Peña Nieto sólo es una imagen, no me da confianza”, estudiante de Comunicación Audivisual, 24 años, Claustro de Sor Juana.

Los poderosos y sus voceros disfrazados de intelectuales les temen. Los intentan amedrentar, los amenazan. Les llaman “porros”, los reducen a seguidores de Andrés Manuel López Obrador y minimizan su fuerza electoral, cuando, por el contrario, la sociedad entera les debe estar agradecida por recordarnos a qué sabe la esperanza.

“La IBERO y esas universidades privadas están en el movimiento porque a lo mejor el partido político que está ahorita no les hace bien a sus papás y ya no son los mismos hijos de papi: Baltasar Vicente, 17 años, preuniversitario apunto de egresar del Colegio de Ciencias y Humanidades Azcapotzalco.

#Yosoy132 es tan pluricultural como la sociedad mexicana. Lo integran desde un admirador de Lenin hasta una egresada del CEA expulsada de Televisa. Esas mismas diferencias pueden lastimar la naciente unidad del movimiento. A los estudiantes del Instituto Tecnológico Autónomo de México tal vez le desespere la manía de discursos, asambleas y posicionamientos repletos del prefijo “compañeros-compañeras” de los más izquierdistas, y éstos últimos no esconden sus ansias de tomar medidas más radicales.

La sanguínea efervescencia de las elecciones hace que #Yosoy132 bulla y nos burbujeé las venas de ánimo; el reto posterior es, justamente, mantener esa temperatura después de la votación: México aún tiene miles de heridas que resarcir.

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