Francisco Rodriguez / Índice Político
¿Cuántas veces no dijimos y escuchamos que los mexicanos teníamos atole en vez de sangre corriendo por las venas? Nada nos inmutaba y son muchos aún a quienes nada mueve ni conmueve. Igual si aumentan los precios de los productos básicos y de los combustibles, lo mismo si nos obligan a pagar 50% más de IVA, tanto como si a un tipo tiene la estúpida –sin inteligencia-- ocurrencia de poner en guerra al país y provocar con ello la muerte de 60 mil, 70 mil conciudadanos.
Cual bocanada de aire fresco en la desolación mexicana, empero, aparecieron para nuestra fortuna los jóvenes universitarios. Son “pulsiones de vida –me dice el psicoanalista social José Antonio Lara Peinado-- ante las pulsiones de muerte promovidas por Felipe Calderón” prácticamente desde que inició la ocupación de Los Pinos.
Parecía que el atole en la sangre iba a continuar per secula seculorum. No fue así. Al sistema engolosinado con televisar todo, empecinado en promover el consumo, en trivializar las luchas, en priorizar el espectáculo, en engañar vía los medios, se le olvido que los jóvenes sienten.
Los jóvenes, comenta Lara Peinado, parecieran decir: Yo siento no tener empleo, yo siento el asesinato de los jóvenes de Ayotzinapa, yo siento Atenco, yo siento Acteal, yo siento las violaciones a los derechos humanos, yo siento el asesinato de niños en la guardería ABC, yo siento a los mineros muertos, yo siento a las muertas de Juárez, yo siento a los más de 60 mil casi 70 mil asesinados en este país, yo siento la manipulación de los medios, yo siento a los despojados de sus tierras, yo siento a los desplazados, yo siento a los niños que trabajan como jornaleros en el norte y en el sur, yo siento el despilfarro de una clase política caduca, ahora representada por una cara joven, “bonita” y encopetada que abiertamente parece no sentir nada cuando habla, por ejemplo, de Atenco, o de las víctimas, o de la muerte misma, ya porque olvida el padecimiento que llevó a su primera esposa a la tumba, ya porque se lo dice ese gran embaucador que es sin duda Javier Sicilia: “No escucho su corazón, no lo escucho vibrar con el dolor de las víctimas. Escucho un discurso frío que aterra, nos aterra a todos. No le escucho una palabra de piedad, de compasión frente a tanto dolor”, dijo el que ya anunció que anulará su voto.
Quienes sí sienten son los jóvenes. Sienten treinta y dos veces a este sistema económico y político que sujetos enfermos de poder como Salinas, Zedillo, Fox y Calderón se han encargado de defender a capa y espada.
Protestan hoy los jóvenes a partir de los calificativos que en mala hora les endilgaron quienes no entienden a la juventud. Les dijeron manipulados, facciosos, alborotadores. Tipos que se olvidaron de que ellos mismos fueron jóvenes.
Protesta nuestra juventud porque hay desempleo y porque vive en la marginación social. El 10% de los jóvenes entre 15 y 24 años no encuentra trabajo y 7 millones de ellos ni estudian ni trabajan, son los famosos ninis.
Los jóvenes, hoy, padecen la precariedad laboral. Vea usted si no cuando el 60% de los egresados universitarios, y sólo aquellos que tienen la fortuna de conseguir un trabajo, ganan 6 mil pesos mensuales o menos y no cuentan con seguridad social ni prestaciones.
Sufren también la discriminación educativa, ya que más de 100 mil jóvenes son rechazados cada año por falta de espacio en las universidades, tecnológicos, y demás instituciones de educación superior.
Sobrellevan la anomia política, ya que los jóvenes están ausentes y distantes de los principales órganos de representación ciudadana del país, y sobre todo, nutren a los grupos delincuenciales y mueren por los grupos delincuenciales a los que se ven orillados a ingresar ante la falta de oportunidades de crecimiento y desarrollo sano. De los 60 mil muertos por la guerra de Felipe Calderón contra casi toda la delincuencia organizada, el 70 por ciento son jóvenes que no rebasan los 30 años.
Ahí está pues este movimiento que siente, piensa y cuestiona. Estas tres cosas son las que los poderes fácticos no quiere para una población a la que, hoy más que nunca, quieren dominar y controlar los impunes dueños del dinero, quienes se han hecho ricos a costa de la ignorancia y la corrupción, quienes levantan ahora sus cejas para desprestigiar un movimiento que seguramente les molesta, porque sujetos insensibles, amantes del dinero, de la impunidad y carentes de sentimientos observan alarmados que los jóvenes gritan que sienten.
“¡Yo, siento 32! ¡Yo, siento 32!”
Índice Flamígero: Antes, el PRI acusaba a los opositores de “pepenar” sus desechos. Ahora es el PRI el que recoge a Manuel Espino, Lía Limón, Rosario Robles, Ruth Zavaleta, René Arce, Víctor Hugo Círigo… y los que por estos días tiren el PAN y el PRD. + + + Todavía quedan 183 días para que se organicen marchas de repudio a la (fallida) gestión de Felipe Calderón. Por lo pronto, la #MarchaYoSoy132 ya anunció que, para que no los extrañe, también lo tienen en la mira.
¿Cuántas veces no dijimos y escuchamos que los mexicanos teníamos atole en vez de sangre corriendo por las venas? Nada nos inmutaba y son muchos aún a quienes nada mueve ni conmueve. Igual si aumentan los precios de los productos básicos y de los combustibles, lo mismo si nos obligan a pagar 50% más de IVA, tanto como si a un tipo tiene la estúpida –sin inteligencia-- ocurrencia de poner en guerra al país y provocar con ello la muerte de 60 mil, 70 mil conciudadanos.
Cual bocanada de aire fresco en la desolación mexicana, empero, aparecieron para nuestra fortuna los jóvenes universitarios. Son “pulsiones de vida –me dice el psicoanalista social José Antonio Lara Peinado-- ante las pulsiones de muerte promovidas por Felipe Calderón” prácticamente desde que inició la ocupación de Los Pinos.
Parecía que el atole en la sangre iba a continuar per secula seculorum. No fue así. Al sistema engolosinado con televisar todo, empecinado en promover el consumo, en trivializar las luchas, en priorizar el espectáculo, en engañar vía los medios, se le olvido que los jóvenes sienten.
Los jóvenes, comenta Lara Peinado, parecieran decir: Yo siento no tener empleo, yo siento el asesinato de los jóvenes de Ayotzinapa, yo siento Atenco, yo siento Acteal, yo siento las violaciones a los derechos humanos, yo siento el asesinato de niños en la guardería ABC, yo siento a los mineros muertos, yo siento a las muertas de Juárez, yo siento a los más de 60 mil casi 70 mil asesinados en este país, yo siento la manipulación de los medios, yo siento a los despojados de sus tierras, yo siento a los desplazados, yo siento a los niños que trabajan como jornaleros en el norte y en el sur, yo siento el despilfarro de una clase política caduca, ahora representada por una cara joven, “bonita” y encopetada que abiertamente parece no sentir nada cuando habla, por ejemplo, de Atenco, o de las víctimas, o de la muerte misma, ya porque olvida el padecimiento que llevó a su primera esposa a la tumba, ya porque se lo dice ese gran embaucador que es sin duda Javier Sicilia: “No escucho su corazón, no lo escucho vibrar con el dolor de las víctimas. Escucho un discurso frío que aterra, nos aterra a todos. No le escucho una palabra de piedad, de compasión frente a tanto dolor”, dijo el que ya anunció que anulará su voto.
Quienes sí sienten son los jóvenes. Sienten treinta y dos veces a este sistema económico y político que sujetos enfermos de poder como Salinas, Zedillo, Fox y Calderón se han encargado de defender a capa y espada.
Protestan hoy los jóvenes a partir de los calificativos que en mala hora les endilgaron quienes no entienden a la juventud. Les dijeron manipulados, facciosos, alborotadores. Tipos que se olvidaron de que ellos mismos fueron jóvenes.
Protesta nuestra juventud porque hay desempleo y porque vive en la marginación social. El 10% de los jóvenes entre 15 y 24 años no encuentra trabajo y 7 millones de ellos ni estudian ni trabajan, son los famosos ninis.
Los jóvenes, hoy, padecen la precariedad laboral. Vea usted si no cuando el 60% de los egresados universitarios, y sólo aquellos que tienen la fortuna de conseguir un trabajo, ganan 6 mil pesos mensuales o menos y no cuentan con seguridad social ni prestaciones.
Sufren también la discriminación educativa, ya que más de 100 mil jóvenes son rechazados cada año por falta de espacio en las universidades, tecnológicos, y demás instituciones de educación superior.
Sobrellevan la anomia política, ya que los jóvenes están ausentes y distantes de los principales órganos de representación ciudadana del país, y sobre todo, nutren a los grupos delincuenciales y mueren por los grupos delincuenciales a los que se ven orillados a ingresar ante la falta de oportunidades de crecimiento y desarrollo sano. De los 60 mil muertos por la guerra de Felipe Calderón contra casi toda la delincuencia organizada, el 70 por ciento son jóvenes que no rebasan los 30 años.
Ahí está pues este movimiento que siente, piensa y cuestiona. Estas tres cosas son las que los poderes fácticos no quiere para una población a la que, hoy más que nunca, quieren dominar y controlar los impunes dueños del dinero, quienes se han hecho ricos a costa de la ignorancia y la corrupción, quienes levantan ahora sus cejas para desprestigiar un movimiento que seguramente les molesta, porque sujetos insensibles, amantes del dinero, de la impunidad y carentes de sentimientos observan alarmados que los jóvenes gritan que sienten.
“¡Yo, siento 32! ¡Yo, siento 32!”
Índice Flamígero: Antes, el PRI acusaba a los opositores de “pepenar” sus desechos. Ahora es el PRI el que recoge a Manuel Espino, Lía Limón, Rosario Robles, Ruth Zavaleta, René Arce, Víctor Hugo Círigo… y los que por estos días tiren el PAN y el PRD. + + + Todavía quedan 183 días para que se organicen marchas de repudio a la (fallida) gestión de Felipe Calderón. Por lo pronto, la #MarchaYoSoy132 ya anunció que, para que no los extrañe, también lo tienen en la mira.
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