Trainee

Francisco Rodriguez / Índice Político

Nueve meses han bastado –desde el 15 de septiembre del año anterior-- para percatarnos de que el candidato presidencial priísta Enrique Peña Nieto es un hombre más o menos bien entrenado, pero no educado. Su participación en el dizque debate del domingo anterior lo confirmó.

Más o menos bien entrenado, sí, por una multitud de asesores que le cuidan en exceso la imagen y que lo hacen memorizar todo tipo de tarjetas informativas, Peña Nieto acometió errores nada imperceptibles que, a ojos de un buen número de televidentes, ratifican su pobre formación en las aulas.

Así, por ejemplo, la formulación de su metáfora automovilística sobre el espejo retrovisor resultó fallida no por sobre-entrenamiento, sino por carencia de educación. “Debemos ver por el espejo retrovisor para ver para atrás…”, que dijera el priísta equivale a las pleonásticas frases “subir para arriba” o al “bajar para abajo” que son comunes en el léxico de los menos educados.

No es, por cierto, la primera ocasión en la que Peña recurre a la misma alegoría. A finales del reciente abril, cuando los periodistas le preguntaron qué pensaba de sus adversarios, Josefina y López Obrador, a los que de acuerdo a ciertas encuestas ya había adelantado, Peña Nieto contestó: “Yo no veo por el espejo retrovisor”.

Parte de su entrenamiento, pues. De los ejercicios de repetición y memorización a los que constantemente es sometido.

¿Cuál es la diferencia entre educación y entrenamiento, a todo esto?

La educación se enfoca en el desarrollo integral a través del estudio y el aprendizaje, para aprehender la realidad, interpretarla y hacerle frente con una visión más amplia, a largo plazo.

El entrenamiento, en cambio, es el proceso mediante el cual la persona es preparada para desempeñar tareas específicas del papel o cargo que debe ocupar.

Por eso afirmo, pues, que Peña está entrenado, pero no es educado.

Y es que sería prolijo enumerar aquí los enormes baches educativos en la formación de Peña Nieto, ya que éstos irían desde aquellos memorables casi cinco minutos durante los cuales el mexiquense naufragó y terminó ahogándose en la laguna mental que quedó al descubierto cuando le preguntaron sobre “los tres libros que han marcado su vida”… hasta sus torpes incursiones al idioma de Shakespeare, Keats y Faulkner en eventos internacionales, donde cuando menos demostró que tampoco tiene temor al ridículo.

El recién fallecido escritor Carlos Fuentes –a quien Peña atribuyó la obra de Enrique Karuze-- fue quien, hasta el momento, mejor lo ha definido:

“Este señor tiene derecho a no leerme", dijo al respecto.

Y agregó tonante: "Lo que no tiene derecho es a ser presidente de México a partir de la ignorancia. Eso es lo grave".

¿Necesita el país un trainee o un profesional de la política?

Tal es el dilema al que muchos en el país se enfrentan ahora.

Revise usted ofertas de empleo. Encontrará repetidamente el americanismo trainee. En lo personal entiendo el término como el que se da a un aprendiz.

Los puestos de trainee son para recién egresados. Son programas para jóvenes profesionales que tienen un periodo de entrenamiento laboral con un salario más bajo que el del puesto formal. Y después de ese periodo se supone que estarán en capacidad de asumir un rol de mayor responsabilidad y por lo tanto gratificación dentro de la organización.

Caso dado de que Enrique Peña Nieto ganara la Presidencia de la República en las elecciones de este primer día de julio, ¿cuánto tiempo más seguiría en entrenamiento?

¿Cuánto más sería aprendiz o trainee?

¿Quiénes son los entrenadores?, por cierto.

Índice Flamígero: Escribe el lector Carlos Alberto Ramírez Díaz, sociólogo de la UNAM, avecindado en Quintana Roo: “…he leído sus publicaciones y entiendo que en esta época pre electoral se agite el ánimo de todos los mexicanos, en el fondo, como decía una de sus lectoras, todos queremos lo mismo, el asunto es cómo lograrlo. Estamos decepcionados de nuestros últimos gobiernos, de la violencia, de la injusticia, pero nunca ha habido un clamor tan generalizado en el corazón del pueblo de México para que se opere una transformación profunda en las instituciones y en la justicia social. Yo creo que los moldes del pasado han quedado en el olvido y quien quiera gobernar se tendrá que adaptar a las nuevas condiciones que la sociedad impone cada día más. No creo en los regresos a las viejas épocas del PRI, porque ellos tuvieron que cambiar, porque todos hemos cambiado, y creo que saben los desafíos que enfrentan, comenzando por una oposición firme que exigirá resultados en caso de que ganen. Nunca he tenido participación política más lejana a mi voto, pero creo que su lectora tiene razón, si estamos cambiando el rumbo de la política con nuestra participación, no tenemos porqué sospechar que habría un regreso al pasado, porque en el pasado jamás existió esta participación y esta atenta mirada que tendremos todos los mexicanos puesta en quien sea el que gane. Estoy con Ud. Y si voto al PRI es porque confío más en mi inteligencia que en mis pasiones! Un abrazo sincero.” + + + A la entrometida Administración de Felipe Calderón –pese a la explícita prohibición de la Ley Electoral-- ya sólo le quedan 171 días de agonía… para la mayoría de los mexicanos.

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