Sólo un milagro

Jorge Diaz

Estamos a menos de dos semanas de la elección presidencial, por mucho, la más importante de nuestra historia reciente. Nadie en el año 2000 imaginaría que el partido que fue echado del poder con ánimos de que no regresará jamás (sentimiento que se ratificó en 2006 replegándolo a tercera fuerza) hoy esté cerca, con fuerza y muchas posibilidades de regresar. De ese tamaño ha sido la decepción sobre quienes nos gobernaron durante doce años dirán algunos y del desparpajo e irresponsabilidad que representan los partidos de izquierda, dirán otros. Aunque sea cierto, la victoria no está asegurada para Peña Nieto y las cosas pueden dar un giro inesperado y si así fuera, éste vendría de la sociedad, quien decidida a no dejar pasar al PRI, podría encumbrar a López Obrador que, de ser así; de la ciudadanía y sólo de ella, sería el mérito, que nadie se cuelgue medallas.

Sin embargo, habrá cosas que no cambien sobre la percepción que dejan estas campañas. Sólo un milagro (Vicente Fox dixit) las cambiaría. Gane quien gane, los mexicanos se quedan con imágenes que permanecerán por mucho tiempo.
Sólo un milagro cambiaría la percepción de la construcción de la imagen del candidato Peña Nieto desde la televisora de Chapultepec 18 y los posibles intereses a los que se respondería en el futuro inmediato.

Sólo un milagro borraría la imagen de corrupción que rodea el desgastado slogan de campaña “Honestidad Valiente” del candidato López Obrador. Después de arrastrar con los escándalos de Bejarano, pasando por funcionarios cercanos a su administración cuando fue jefe de gobierno capitalino y estrellándose con el charolazo, para rematar con broche de oro, será difícil quitar de la memoria colectiva fundadas sospechas. Si bien hay quienes no objetan la honestidad del aspirante a Los Pinos, todos coinciden en que nunca supo rodearse de personas que no mancharan sus intenciones.

Sólo un milagro hará presidenta a Vázquez Mota y con lo que esto implica, agrego, sólo un milagro librará a Felipe Calderón de una mala calificación de su gestión y una cita muy dura con la historia. No obstante los supuestos números de aceptación hacia su gobierno, que no se cansan de dar a conocer desde esas instancias, no se explican tales con la inevitable caída a una tercera posición de la abanderada panista.

Sólo un milagro librará a Gabriel Quadri del olvido y una buena cuenta de cheques derivado de su actuación en estas campañas.

Sólo un milagro obstruiría en las semanas por venir la compra y coacción del voto.

Sólo un milagro impediría que los mexicanos no experimentemos la mayor tensión electoral de la historia.

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