Martha Anaya / El Alhajero
A tres días ya del cierre de las campañas, podemos hacer un precorte de lo que se hizo (y lo que no), más lo que ocurrió durante la contienda. En este caso vamos a mencionar tres de las cosas que más nos sorprendieron en esta carrera por la Presidencia de la República:
1.- La forma como se desempeñó Luis Videgaray, coordinador de la campaña de Enrique Peña Nieto. ¿Por qué? Porque Videgaray proyectaba la clásica imagen del tecnócrata frío y distante, muy al estilo zedillista. Era de esperarse de él a un buen estratega que intentaría cuidar al máximo la ventaja de su candidato, más no a un gran polemista. Pero resulta que sí lo fue. Durante los últimos meses lo vimos y escuchamos debatir con sus pares (Roberto Gil Zuarth, del PAN, y Ricardo Monreal, por las izquierdas; ambos espléndidos tribunos) y lo hizo muy bien. Fue inteligente, centrado y educado las más de las veces, y utilizó un lenguaje directo, alejado del rollo. Podríamos decir que abonó, muchísimo, a favor del voto por el candidato de PRI-PVEM.
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2.- El empuje de Andrés Manuel López Obrador. Cuando el tabasqueño inició formalmente su campaña desde el tercer lugar en el arrancadero, nadie en el PRD daba un quinto por él. La estructura del sol azteca lo dejó botado y ni siquiera admitieron a algunos de los suyos en sus listas para el Congreso. Así, no sin cierto desánimo, comenzó López Obrador su periplo para pedir el voto; pero al correr de las semanas fue subiendo y subiendo en las preferencias, al grado de arrebatarle a Josefina Vázquez Mota el segundo lugar en un momento dado y situarse en la pelea por el primero. Gane o no, quede segundo o no, el candidato de las izquierdas logró muchísimo más de los que se esperaba de él en esta elección.
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3.- La fuerza del movimiento #YoSoy132. El segmento de los jóvenes, que parecía no jugarían mayor papel en esta elección que ir a depositar su voto en el mejor de los casos, aparecieron en el último tramo con un dinamismo sorprendente. Fueron la sal y la pimienta de la recta final de la contienda, pusieron a los medios y a los priistas contra las cuerdas, organizaron el primer debate no oficial, con los candidatos presidenciales, hicieron escuchar sus inquietudes por todo el país. Con aciertos y errores, los jóvenes irrumpieron con tal fuerza que descuadraron todos los cálculos previos.
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CASI-CASI.- En el casi-casi andamos en los cierres de campaña. Casi-casi, según vimos, llenó Josefina Vázquez Mota la plaza de toros el sábado pasado; casi-casi, Enrique Peña Nieto colmó el Estadio Azteca este domingo; casi-casi Andrés Manuel López Obrador se ve en silla presidencial porque así lo dicen sus encuestas; casi-casi la panista alcanza al priista, según su propio sondeo; casi-casi acabamos con las viejas prácticas de compra del voto y demás. ¡Puro casi-casi! y las encuestas volviéndonos locos.
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EL GANADOR MÁS PROBABLE.- Todavía este domingo Roy Campos, de Consulta Mitofsky, sostenía que quien tenía hoy en día la “mayor probabilidad” de ganar la elección presidencial era Peña Nieto; que el segundo con más probabilidades era López Obrador, y que en el tercer lugar de probabilidades se encontraba Vázquez Mota.
Todo lo resumía en “probabilidades” y comentaba que los números más cercanos (y quizás más certeros) a la elección los presentarán los encuestadores el próximo miércoles en el Colegio de México.
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GEMAS: Paradójico obsequio de los gobiernos panistas: Inauguraron su estancia en Los Pinos con la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán en enero de 2001. Once años después -en medio de una escalada de violencia que ha dejado más de 60 mil muertes, 10 mil desaparecidos y un número indeterminado de desplazados-, cierran el sexenio de Felipe Calderón con la captura del que estimaban (gracias a labores de “inteligencia”) era hijo de El Chapo…, sólo que no era tal.
A tres días ya del cierre de las campañas, podemos hacer un precorte de lo que se hizo (y lo que no), más lo que ocurrió durante la contienda. En este caso vamos a mencionar tres de las cosas que más nos sorprendieron en esta carrera por la Presidencia de la República:
1.- La forma como se desempeñó Luis Videgaray, coordinador de la campaña de Enrique Peña Nieto. ¿Por qué? Porque Videgaray proyectaba la clásica imagen del tecnócrata frío y distante, muy al estilo zedillista. Era de esperarse de él a un buen estratega que intentaría cuidar al máximo la ventaja de su candidato, más no a un gran polemista. Pero resulta que sí lo fue. Durante los últimos meses lo vimos y escuchamos debatir con sus pares (Roberto Gil Zuarth, del PAN, y Ricardo Monreal, por las izquierdas; ambos espléndidos tribunos) y lo hizo muy bien. Fue inteligente, centrado y educado las más de las veces, y utilizó un lenguaje directo, alejado del rollo. Podríamos decir que abonó, muchísimo, a favor del voto por el candidato de PRI-PVEM.
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2.- El empuje de Andrés Manuel López Obrador. Cuando el tabasqueño inició formalmente su campaña desde el tercer lugar en el arrancadero, nadie en el PRD daba un quinto por él. La estructura del sol azteca lo dejó botado y ni siquiera admitieron a algunos de los suyos en sus listas para el Congreso. Así, no sin cierto desánimo, comenzó López Obrador su periplo para pedir el voto; pero al correr de las semanas fue subiendo y subiendo en las preferencias, al grado de arrebatarle a Josefina Vázquez Mota el segundo lugar en un momento dado y situarse en la pelea por el primero. Gane o no, quede segundo o no, el candidato de las izquierdas logró muchísimo más de los que se esperaba de él en esta elección.
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3.- La fuerza del movimiento #YoSoy132. El segmento de los jóvenes, que parecía no jugarían mayor papel en esta elección que ir a depositar su voto en el mejor de los casos, aparecieron en el último tramo con un dinamismo sorprendente. Fueron la sal y la pimienta de la recta final de la contienda, pusieron a los medios y a los priistas contra las cuerdas, organizaron el primer debate no oficial, con los candidatos presidenciales, hicieron escuchar sus inquietudes por todo el país. Con aciertos y errores, los jóvenes irrumpieron con tal fuerza que descuadraron todos los cálculos previos.
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CASI-CASI.- En el casi-casi andamos en los cierres de campaña. Casi-casi, según vimos, llenó Josefina Vázquez Mota la plaza de toros el sábado pasado; casi-casi, Enrique Peña Nieto colmó el Estadio Azteca este domingo; casi-casi Andrés Manuel López Obrador se ve en silla presidencial porque así lo dicen sus encuestas; casi-casi la panista alcanza al priista, según su propio sondeo; casi-casi acabamos con las viejas prácticas de compra del voto y demás. ¡Puro casi-casi! y las encuestas volviéndonos locos.
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EL GANADOR MÁS PROBABLE.- Todavía este domingo Roy Campos, de Consulta Mitofsky, sostenía que quien tenía hoy en día la “mayor probabilidad” de ganar la elección presidencial era Peña Nieto; que el segundo con más probabilidades era López Obrador, y que en el tercer lugar de probabilidades se encontraba Vázquez Mota.
Todo lo resumía en “probabilidades” y comentaba que los números más cercanos (y quizás más certeros) a la elección los presentarán los encuestadores el próximo miércoles en el Colegio de México.
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GEMAS: Paradójico obsequio de los gobiernos panistas: Inauguraron su estancia en Los Pinos con la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán en enero de 2001. Once años después -en medio de una escalada de violencia que ha dejado más de 60 mil muertes, 10 mil desaparecidos y un número indeterminado de desplazados-, cierran el sexenio de Felipe Calderón con la captura del que estimaban (gracias a labores de “inteligencia”) era hijo de El Chapo…, sólo que no era tal.
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